Cultura y sociedad
¿Por qué ganó Milei las legislativas y qué cambia en Argentina?

Milei logra una victoria histórica en las legislativas argentinas, consolida poder en el Congreso y redefine el rumbo político y económico.
Argentina habló con cifras contundentes. La Libertad Avanza (LLA), el espacio del presidente Javier Milei, se impuso en las elecciones legislativas 2025 con alrededor del 40,8% de los votos a nivel nacional y, como golpe simbólico de primera magnitud, dio la vuelta al tablero en la provincia de Buenos Aires con una victoria por décimas que reconfigura el mapa político. La participación se movió en torno al 68%, por debajo de registros históricos, pero suficiente para dibujar una mayoría social nueva y distinta de la de 2023. Con este resultado, el oficialismo pasa a ser primera minoría y queda en condiciones de sostener vetos y decretos apoyándose en aliados, sin alcanzar la mayoría propia. Es un mandato claro para seguir con el programa económico y, al mismo tiempo, una advertencia: gobernar requerirá pactos y muñeca fina, no solo épica.
El recuento provisorio dejó otros datos de peso: 127 bancas de Diputados y 24 del Senado estaban en juego; el Gobierno retendrá un tercio operativo en la Cámara de Diputados y sumará presencia en la Cámara alta, donde seguirá necesitando acuerdos caso por caso. En el “Gran Buenos Aires” y en capitales provinciales clave el voto oficialista creció respecto a la foto de septiembre, cuando el peronismo había ganado con holgura la elección provincial bonaerense; esa tendencia se revirtió el 26-O. No es solo una racha: confluyeron una economía que empieza a estabilizarse —con inflación mensual del 2,1% en septiembre y variación interanual del 31,8%—, un orden fiscal que encadenó meses de superávit y una campaña austera pero eficaz. A partir de diciembre, el Ejecutivo encarará una agenda de reformas tributarias y laborales y un intento de consolidar alianzas con bloques provinciales y el PRO.
Resultados al detalle y reparto de poder
El porcentaje nacional de LLA se situó en el entorno de 40,8%, con un peronismo reagrupado bajo el paraguas de distintas marcas (Fuerza Patria y aliados provinciales) orbitando la franja del 31-32%, y con terceros espacios del centro y la izquierda peleando a distancia. El dato grueso que ordena la noche es que Milei consolidó la primera minoría y el tercio en Diputados que buscaba desde el inicio de la campaña, un umbral que en la política argentina vale más que un número redondo: sirve para blindar el veto presidencial y negociar ley por ley sin quedar a tiro de bloqueos automáticos. En el Senado, la mejora es nítida —una docena de escaños nuevos—, pero la llave seguirá siendo la construcción de mayorías circunstanciales.
En la provincia de Buenos Aires, epicentro electoral del país, LLA dio la campanada: 41,53% frente a 40,83% para el peronismo, con una diferencia mínima pero suficiente para abrochar el titular de la noche. Buenos Aires define más que una provincia; allí se eligen 35 diputados nacionales y cualquier décima inclina correlaciones nacionales. El giro bonaerense explica buena parte del volumen político que muestra hoy el oficialismo. En Mendoza y otros distritos del interior productivo (Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos), el oficialismo firmó ventajas claras que alimentaron el colchón de bancas. En Ciudad de Buenos Aires, el voto liberal-conservador reafirmó su dominio, extendiendo la base metropolitana del Gobierno.
El reparto de bancas marca la cancha de los próximos dos años. La Cámara baja (257 escaños) renueva 127 diputados; la Cámara alta (72) rotó 24 sillas. Con el nuevo equilibrio, LLA y el PRO en tándem quedan como primera minoría en Diputados y con capacidad de bloquear dos tercios que la oposición necesitaría para derribar un veto presidencial. En el Senado, el oficialismo y el peronismo quedan en un empate inestable que obliga a negociar con fuerzas provinciales. Sin cheques en blanco, pero con aire.
Buenos Aires, AMBA y el interior: dónde se ganó la elección
La historia electoral de esta noche se escribe en tres líneas. Primero, el giro bonaerense. Hace apenas un mes, en la elección provincial test de Buenos Aires, el peronismo había ganado con amplitud. La foto cambió en las legislativas nacionales: el oficialismo nacional recortó a paso firme en el conurbano, retuvo el voto propio del interior bonaerense y arañó lo justo para llevarse el distrito. Ese efecto arrastre sobre la lista de Diputados nacionales vale oro en un sistema donde Buenos Aires aporta casi cuatro de cada diez votos. Segundo, el AMBA: la Ciudad volcó fuerte a espacios liberales y del PRO; la primera y tercera sección bonaerense se partieron en zonas. Tercero, el interior productivo: en Mendoza hubo margen ancho para LLA, y en Córdoba y Santa Fe el oficialismo consolidó su fortaleza urbana y periurbana.
La participación terminó en el entorno del 68%, uno de los registros más bajos desde 1983 en unas legislativas, y la Boleta Única de Papel (BUP) debutó sin incidentes graves. La nueva papeleta —una sola hoja por categoría con todas las listas— simplificó el acto de votar, cambió hábitos de fiscalización y dejó un leve aumento del voto nulo según reportes preliminares. Son detalles técnicos, sí, pero inciden en la microgeografía del escrutinio y en cómo hacen política los partidos en el territorio.
Qué explica la victoria: economía, orden y relato
Un vector económico. La inflación dejó atrás la carrera de tres dígitos y se estabiliza por ahora en registros mensuales del 2-2,5%, con una tasa interanual del 31,8% en septiembre. No es el fin del problema, pero sí un paisaje completamente distinto al de hace un año. El Gobierno puede mostrar, además, una cadena de superávits fiscales que cortó una inercia de déficit crónico. Esa combinación —precios que ceden y caja ordenada— reconfigura expectativas en un país donde la memoria inflacionaria lo impregna todo. El votante medio, harto de shocks devaluatorios y parches, premió tendencia y castigó incertidumbre.
Un vector de orden político. Milei calmó internas visibles, bajó el ruido del gabinete e insistió con un mensaje antigasto nítido. Su “oferta” a las clases medias —menos Estado, menos impuestos, más competencia— encontró eco en segmentos desencantados con la gestión peronista. A eso se suma el alineamiento con el PRO en varias boletas, que dio capilaridad territorial y cuadros para fiscalizar. En un sistema fragmentado, esa coordinación electoral vale casi tanto como un punto de voto.
Un vector de campaña. Hubo disciplina comunicativa y foco: economía, seguridad y educación, con un lenguaje sin tecnicismos pero atravesado por datos (inflación, superávit, comercio exterior). Dentro de esa narrativa, el oficialismo explotó la idea de “no volver al pasado”, acuñó símbolos de normalización macro y trató de aislar los escándalos que lo rozaron en meses previos. El peronismo, por su parte, no consiguió un relato único ni resolver tensiones en la oferta bonaerense, cruciales para su suerte nacional.
Inflación y salarios: el equilibrio inestable
El 2,1% de septiembre suena bien frente a la historia reciente, pero se siente menos en la canasta: alquileres, servicios y educación empujan por encima del promedio. Los salarios reales no recuperan todavía lo perdido y la reactivación se percibe despareja, más viva en economías regionales dinámicas y en algunos polos exportadores. El oficialismo jugó la carta del tiempo: que la baja de inflación y la apertura comercial derramen en 2026. Esa apuesta quedó refrendada en las urnas, aunque con el subrayado de un voto ausente más alto de lo habitual.
La boleta única y la logística de una noche larga
El debut nacional de la BUP ordenó la mesa, redujo la incidencia de la “boleta sábana” y forzó a las fuerzas a competir por marca y candidatos, no por aparatos de reparto.
A la vez, cambió la fiscalización: los equipos tuvieron que concentrarse en la cadena de custodia de telegramas y en el seguimiento digital del escrutinio provisorio. El sistema corrió sin sobresaltos operativos y, más allá de polémicas de campaña, dejó una lección: la modernización de la mecánica electoral es compatible con el control ciudadano.
Congreso, gobernabilidad y reformas que vienen
¿Cómo queda el tablero de aquí a diciembre? En Diputados, el oficialismo tendrá el tercio que le permite defender veto y DNU, y será primera minoría en acuerdo con el PRO. Eso no equivale a chequera libre: cada texto relevante —reforma tributaria, paquete laboral, nuevos capítulos de desregulación— necesitará geometría variable con bloques provinciales y sectores dialoguistas del peronismo. En el Senado, el Gobierno crecerá pero seguirá corto de porotos: deberá construir acuerdos puntuales para sancionar reformas de calado. Esa es la política real que dejaron las urnas.
La Ley Bases y sus derivados —privatizaciones acotadas, cambios en régimen laboral, ventanillas específicas para grandes inversiones— tendrá nuevas reglamentaciones y capítulos de avance. El Ejecutivo amenaza con sacar punta al reglamento parlamentario y, si falta, recurrir a decretos; pero lo previsible es un mix de negociación y etapas. El calendario del Presupuesto 2026 y la discusión de impuestos marcan la primera gran pulseada con gobernadores, que buscan preservar transferencias y caja provincial. Miles de millones, sillones y diseño del Estado en juego.
El vínculo con el PRO abre otra puerta. En campaña, hubo listas compartidas y gestos; tras la elección, llegan las sillas y el poder real. ¿Entrarán referentes amarillos al gabinete? La señal de estos comicios es que la coalición de hecho funciona en urnas y podría formalizarse en el Congreso. De esa ingeniería dependerá, en gran medida, si Milei logra mayorías para su segunda generación de reformas o si queda condenado a administrar una minoría intensa.
Economía y mercados: qué mirar en las próximas semanas
Los mercados descuentan continuidad del programa. Tras un año de ajuste fiscal y desregulación, el Gobierno empuja por cerrar un nuevo entendimiento financiero y por aliviar el frente cambiario. La inflación mensual en torno a 2% da margen para bajar tipos y liberar trabas en cuotas; la cuenta externa muestra señales de mejora por el lado del superávit comercial, con un septiembre que arrojó saldo positivo y un rebote de las exportaciones. Queda el desafío clásico: reservas y dólar. Con elecciones resueltas, el equipo económico buscará acelerar el esquema de competencia de monedas y desarmar controles con criterio de prudencia para no encender expectativas. Si sale bien, 2026 será el año de la normalización; si no, volverán las tensiones de siempre.
En el frente social, no hay margen para triunfalismos. Tras meses de poda del gasto, salarios y jubilaciones vienen corriendo por detrás y la pobreza sigue alta. El oficialismo necesitará mostrar mejoras palpables en servicios, precios regulados y crédito al consumo. En paralelo, el Congreso tendrá que destrabar herramientas para pymes y economías regionales: ventanillas fiscales selectivas, alivios a contribuciones y alivio de cargas laborales para sectores intensivos en empleo. Ese es el puente entre los resultados electorales y la vida cotidiana.
Lo que deja el mapa provincial y la proyección a 2026
El interior puro fue buen terreno para LLA. En Mendoza, la foto provisorio marcó diferencias amplias en cabeceras urbanas y también en departamentos rurales, con picos por encima del 58%. En Córdoba, la tendencia acompañó con comodidad en las principales ciudades, y en Santa Fe el oficialismo se impuso en la franja metropolitana y en corredores agroindustriales. Ese federalismo de resultados importa porque la Cámara de Diputados nacional se arma con cortes por distrito; el rinde en provincias grandes multiplica bancas.
Buenos Aires queda como el campo de batalla permanente. Volátil, hipercompetitiva, atravesada por demandas de seguridad, transporte y empleo, hoy exhibió voto dividido y juego fino en el conurbano. Cualquier paquete de reformas con consecuencias fiscales o sociales relevantes pasará por la lupa de intendentes y gobernación bonaerense, que, pese a la derrota nacional, retienen capacidad de bloqueo y presión. La Ciudad de Buenos Aires se consolida como bastión liberal y es la retaguardia política del oficialismo para sostener cuadros y agenda.
El peronismo, golpeado pero lejos de la irrelevancia, encarará una recomposición que ya asoma: corrientes internas ordenándose detrás de liderazgos provinciales, debate programático entre industrialistas y federalistas, y una búsqueda de nuevos símbolos. La oposición no peronista (centro, centroizquierda) también tiene deberes: creció en cloacas urbanas y disputó nichos jóvenes, pero necesita densidad territorial y un relato que no sea solo antipolarización.
Del escrutinio a la gobernabilidad, el tramo decisivo
El 26-O dejó una fotografía nítida: Milei ganó las elecciones en Argentina y amarra el tercio legislativo que le faltaba para sostener su hoja de ruta. A partir de ahora, la política será aritmética: votos, bloques, acuerdos. La economía, paciencia: un sendero inflacionario a la baja que necesita ser compatible con salarios en recuperación y una apertura que no rompa los equilibrios sociales. La sociedad, exigencia: menos épica y más resultados. La gran novedad es el giro bonaerense, que otorga legitimidad adicional y obliga a revisar estrategias a todos. La gran continuidad es la fragilidad de siempre: sin mayorías sólidas y con un calendario internacional exigente, cada mes será examen.
Si una frase resume el momento es esta: Argentina entra en una fase donde la estabilidad vale votos. La primera minoría es una plataforma, no un puerto. El Congreso será el terreno real de la próxima temporada y allí se verá si el oficialismo convierte el triunfo en leyes, si el peronismo rehace su coalición social y si las provincias canjean acompañamiento por obras, caja y una nueva coparticipación. El resto —mercados, dólar, encuestas— acompañará o castigará según esa partitura. Hoy, los resultados electorales definieron la partitura; tocarla bien o mal marcará 2026.
6 datos clave de verificación inmediata
- Voto nacional estimado para LLA: 40,8%.
- Participación: ~68%.
- Bancas en juego: 127 Diputados y 24 Senadores.
- Victoria por décimas en la provincia de Buenos Aires. Primera minoría con tercio operativo en Diputados; necesidad de pactos en el Senado.
- Inflación 2,1% mensual en septiembre (31,8% interanual).
- BUP debutó a nivel nacional. Estos indicadores serán revisados y consolidados en el escrutinio definitivo de la Justicia Electoral.
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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y medios internacionales de referencia, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: El Confidencial, ABC, El Mundo, La Nación, BBC Mundo.

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