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Naturaleza

Olivos flor cuando sale: fechas y señales del campo

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foto de cerca de la flor del olivo

Te explicamos cuándo florecen los olivos: desde mayo a junio en España, variables segun clima y variedades. Guía para agricultores y curiosos

La primavera en el campo andaluz —bueno, y en buena parte de la España rural— no empieza hasta que los olivos deciden que sí, que este año toca sacar flor. No hay fecha exacta. Nunca la hay. Uno puede mirar el calendario, revisar el parte meteorológico o hablar con el agricultor más viejo del pueblo… y aún así la naturaleza puede tener otros planes. El olivo es caprichoso, incluso un poco testarudo. Un año te sorprende a finales de abril. Otro, se retrasa y te deja esperando hasta bien entrado junio.

Pero esa espera, que muchos viven con el ceño fruncido y los nudillos llenos de tierra, es el verdadero termómetro de lo que vendrá. Cuando la flor del olivo empieza a asomar, el aire cambia. Y todo el mundo en el pueblo, los que trabajan la tierra y los que simplemente pasean, sabe que en esos días se juega la cosecha del año.

Qué factores deciden cuándo sale la flor

Temperatura, lluvias y hasta la suerte

A ver, aquí no hay fórmulas mágicas. Todo el mundo repite eso de que la floración del olivo depende de la temperatura acumulada, de cuántas horas de frío han tenido los árboles en invierno, de cómo viene la primavera. Y sí, es cierto. Pero no todo está en los números. Hay inviernos duros que “despiertan” al olivo con ganas, y otros suaves que lo dejan adormilado. Si el calor llega temprano, el árbol se anima. Pero si aparece una helada traicionera en abril, la flor puede retrasarse —o peor, perderse por completo—.

La lluvia, por su parte, es un actor con dos caras. Si ha llovido lo justo, la floración será generosa. Si no, puede que veas menos flores de lo esperado. El suelo pide agua, aunque el olivo aguante lo que no está escrito. Y a veces, con toda la tecnología del mundo, el momento exacto sigue siendo impredecible. O te toca cruzar los dedos.

La variedad y el lugar también juegan su papel

No todos los olivos son iguales. Esto lo sabe cualquiera que haya dado una vuelta por Jaén o Toledo. La variedad Picual suele adelantarse. La Cornicabra va a su ritmo, más despacio.

Incluso entre árboles vecinos puede haber diferencias de una semana o más. Y ni hablemos de la altitud: en las sierras la flor tarda, en el valle es más rápida. Cada agricultor lo intuye, aunque a veces el campo lo descoloca.

Así crece y se abre la flor en el olivo

La trama, ese milagro silencioso

Todo empieza con las yemas. El árbol las va hinchando, despacio, como si no tuviera prisa por mostrar lo que guarda dentro. A finales de marzo, a veces en abril, empiezan a notarse los primeros racimos, la famosa trama del olivo. Son pequeños, discretos, pero de pronto el árbol se llena de puntitos verdes claros que anuncian lo que viene. En unas semanas, esas tramas se convierten en racimos de flores blancas.

El proceso es casi coreográfico. Primero abren las flores exteriores, luego las interiores. Nunca a la vez.

La floración dura dos, tres semanas. Depende del año, de la variedad, del clima de esos días. Un olivo puede estar “en flor” mientras el de al lado aún está a la espera. Por eso, cuando llega el apogeo, el campo huele distinto y el suelo se cubre de un manto sutil de pétalos caídos.

Tipos de flores y el arte de la naturaleza

Aquí entra la biología, pero sin agobiar. En cada racimo hay flores hermafroditas —las que realmente importan, las que darán aceituna si todo va bien— y flores masculinas, que solo aportan polen.

Es decir, que el árbol lanza muchas más flores de las que realmente espera convertir en fruto. Una especie de seguro de vida. Si cuajan muchas, fantástico. Si no, la naturaleza “elimina” las que sobran. Y el agricultor lo acepta, aunque a veces gruñe.

Polinización: el viento como aliado

El viento, ese invitado impredecible, es el principal encargado de repartir el polen. No se ve, pero está ahí, cruzando fincas, saltando cercas. Y puede que una variedad ayude a otra.

Los olivos mezclados suelen cuajar mejor gracias a esa polinización cruzada, aunque algunos técnicos digan que es cosa del azar. El caso es que, sin viento, sin movimiento, el polen no llega y las flores no prosperan.

De la flor a la aceituna: lo que se juega el agricultor

La floración, mucho más que un espectáculo

No es solo cuestión de belleza, ni de fotos para Instagram. La floración del olivo define, casi con crueldad a veces, la próxima cosecha. Si la flor sale abundante y sana, los agricultores respiran tranquilos. Si la flor es escasa, o enferma, los nervios aparecen. Porque, aunque después vengan otros retos —plagas, calor extremo, lluvias inoportunas—, lo que no cuaje en la flor difícilmente lo arreglará el árbol más adelante.

Un aceite de calidad empieza aquí

No todo el mundo lo sabe, pero la calidad del aceite de oliva se juega también en estos días. Una floración bien gestionada, con el árbol sano y equilibrado, suele dar aceitunas más uniformes y, por lo general, más ricas en polifenoles. ¿El resultado? Un aceite más estable, con mejor sabor y más fácil de conservar.

Cuando la floración falla, el aceite puede perder parte de ese carácter. A veces, incluso en años de mucha aceituna, la calidad no acompaña si el clima o las enfermedades han jugado una mala pasada durante la floración.

La caída de San Juan: el ajuste natural

Quizá no lo sepa quien solo visita el campo de vez en cuando, pero después de la floración viene lo que los viejos llaman la “caída de San Juan”. El árbol, casi de forma sabia, elimina aceitunas jóvenes que sabe que no podrá alimentar. Puede ser duro verlo, sobre todo en años secos, pero es su forma de sobrevivir. Y aunque se pierdan frutos, los que quedan suelen engordar mejor.

Los enemigos de la flor: clima, plagas y más

Heladas, lluvias y sequías

El campo no perdona. Un golpe de frío en pleno abril puede destrozar semanas de trabajo. La lluvia, si llega justo cuando las flores están abiertas, puede lavar el polen y arruinar parte del cuajado. Y si la primavera es seca, el estrés hídrico reduce la floración y deja menos aceituna. Es una lotería. Y no hay mucho que hacer más allá de cuidar el suelo y cruzar los dedos.

Plagas al acecho

Los insectos también están al tanto. El prays del olivo, por ejemplo, ataca justo en esta época. Si no se controla a tiempo, puede dejar la flor hecha polvo. Pero tampoco conviene volverse loco con los tratamientos, porque en plena floración un uso excesivo de fitosanitarios puede asustar a las abejas y fastidiar la polinización. Aquí entra la experiencia: saber cuándo tratar, cuánto esperar y cuándo dejar que la naturaleza haga su parte.

Preparar el olivo para la floración: lo que sí marca la diferencia

Trabajo de fondo, paciencia y observación

No es casualidad que las mejores floraciones se den en fincas donde se trabaja todo el año. La poda, el abonado, el control de malas hierbas… Todo suma. Un árbol bien nutrido y aireado resiste mejor el estrés y saca más y mejor flor. Pero tampoco hay recetas milagrosas. A veces, todo parece hecho y el año se tuerce por un golpe de calor o una sequía repentina.

El agricultor de olivos aprende a ser paciente, a observar, a tomar nota de lo que funciona y lo que no. Los cuadernos de campo, con años y años de apuntes, valen más que muchos manuales técnicos. Hay detalles que solo se captan tras décadas mirando el mismo árbol, la misma parcela, año tras año.

Nuevas tecnologías, viejas costumbres

En los últimos tiempos, han llegado sensores, aplicaciones móviles y modelos predictivos al olivar. Pueden ayudar, claro. Pero la última palabra la sigue teniendo quien sabe leer las señales del campo. Porque un olivo, por muy medido que esté, siempre puede sorprender.

La floración del olivo también es cultura, vida y economía

Hay pueblos enteros que celebran la llegada de la flor. Jornadas de puertas abiertas, rutas de senderismo, catas de aceite y hasta ferias rurales. La flor del olivo no solo marca el ritmo de la agricultura, también el de la vida en muchas comarcas españolas. Para algunos, es solo el principio del ciclo; para otros, una fiesta. Todos, en el fondo, esperan que ese mar de flores blancas traiga un año próspero.

Saber cuándo sale la flor del olivo: mucho más que una fecha

La pregunta “olivos flor cuándo sale” puede parecer simple, pero encierra un universo. Es la base de toda planificación, de la esperanza y de los desvelos de quienes viven de la tierra. Es la señal que muchos esperan para empezar a soñar con una buena campaña, pero también la que recuerda que la naturaleza manda. Y que, pase lo que pase, cada año toca empezar de nuevo.

Ahí está la magia y, a veces, el drama del olivo. Porque nunca da dos años iguales, pero siempre vuelve a florecer.


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Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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