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¿Cómo pedir uno de los 40.000 viajes gratis en tren?

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40.000 viajes gratis en tren

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40.000 pases de tren para jóvenes de 18 años: fechas, requisitos y pasos para pedir DiscoverEU, con consejos para un mes europeo sin sustos.

La Unión Europea vuelve a abrir su programa más codiciado por quienes cumplen la mayoría de edad: 40.000 pases gratuitos para viajar en tren por Europa durante un máximo de 30 días, dentro de la iniciativa DiscoverEU de Erasmus+. La solicitud se realiza exclusivamente a través del Portal Europeo de la Juventud, en una ventana de tiempo concreta: del 30 de octubre (12.00, hora de Bruselas) al 13 de noviembre de 2025 (12.00). Los seleccionados podrán organizar su itinerario y viajar entre el 1 de marzo de 2026 y el 31 de mayo de 2027. No hay intermediarios, ni sorteos ocultos, ni convocatoria paralela.

La convocatoria está dirigida a jóvenes de 18 años con ciudadanía o residencia en un Estado miembro de la UE o en países asociados a Erasmus+ (Islandia, Liechtenstein, Macedonia del Norte, Noruega, Serbia y Turquía). El proceso incluye un cuestionario de cinco preguntas sobre la Unión Europea y una de desempate. Se puede concurrir en solitario o en grupo de hasta cinco personas; si la candidatura del grupo resulta seleccionada, todos viajan. Un solo intento por persona y no se permite repetir a quienes ya obtuvieron el pase en ediciones anteriores. En España, el interés es alto y sostenido: en la última edición comparable se registraron decenas de miles de solicitudes y una cifra relevante de pases concedidos, prueba del tirón del programa.

Qué ofrece exactamente el pase DiscoverEU

DiscoverEU es, en la práctica, un pase de Interrail financiado por la UE. Ese documento, digital o físico según operador, permite subirse a una red amplia de trenes —con opciones de uso flexible o con rutas más cerradas— y moverse durante un mes como máximo por varios países. Cubre el transporte principal (trenes de media y larga distancia, y, en ciertos casos, conexiones por bus o ferry cuando el tren no es razonable), no incluye alojamiento, manutención ni extras. Esta diferencia es clave: el pase no es una invitación a coste cero; es el corazón del viaje al que habrá que sumar presupuesto para dormir, comer y, a veces, reservar asiento.

Conviene detenerse en los suplementos. En gran parte de Europa, los trenes regionales y muchos de los intercity no exigen reserva; basta con estar en el andén a la hora. Sin embargo, algunas líneas de alta velocidad y trenes nocturnos piden reserva obligatoria, casi siempre de pago. El sistema de DiscoverEU permite gestionar esas reservas dentro de su plataforma, y —cuando haya alternativas— aconseja rutas sin recargo para estirar presupuesto. Aun así, optar por un nocturno con litera —pagando un extra— puede ahorrar una noche de alojamiento y liberar horas para visitar.

Junto al pase, la Comisión entrega la DiscoverEU European Youth Card, una tarjeta de descuentos que reduce el coste de actividades culturales, transporte urbano, hostelería y otras compras. No resuelve el viaje, pero alivia el total al final del mes. Museos, recorridos guiados, hostales o menús del día aplican rebajas con esa tarjeta; el catálogo es amplio y crece con cada ronda.

DiscoverEU incluye un componente de comunidad: se organizan encuentros (“meet-ups”) en varias ciudades europeas para que los participantes de distintas convocatorias coincidan y compartan itinerarios, trucos y buenos enlaces. También existen rutas temáticas sugeridas —verde, cultural, digital, bienestar, Nueva Bauhaus Europea— que sirven de inspiración para quienes no quieran partir de una hoja en blanco. Son propuestas, no imposiciones. Cada viajero termina ajustándolas a su ritmo y a su bolsillo.

Calendario y trámites: del formulario al primer tren

El calendario es preciso y conviene tenerlo a mano. La solicitud abre el 30 de octubre a las 12.00 (hora de Bruselas) y cierra el 13 de noviembre a la misma hora. Dentro de esa ventana, la candidatura se completa en línea: datos personales, verificación de edad y residencia, aceptación de condiciones y cuestionario. El resultado se comunica tras la evaluación y, para esta ronda, está previsto el 7 de enero de 2026. A partir de ese momento comienza una secuencia con plazos propios: activación del pase, elección del formato (flexible o fijo), reserva de tramos que exijan asiento y carga de la tarjeta de descuentos.

El formulario es directo. Quien lidere una candidatura de grupo genera un código para que el resto se una; solo el líder responde al test y esa puntuación vale para todos. Una persona, una solicitud: el sistema bloquea duplicidades y triángulos extraños. Tras enviar, se recibe un código de candidato que conviene conservar; se utilizará en comunicaciones posteriores. Las agencias nacionales y la EACEA (la agencia ejecutiva que gestiona el programa) coordinarán a partir de ahí la parte operativa, desde la emisión del pase a las dudas frecuentes de movilidad.

Hay un aspecto a menudo olvidado: la verificación documental. Si en la comprobación posterior no encaja la fecha de nacimiento, la ciudadanía o el estatus de residencia, la candidatura se descarta. El programa quiere amplitud, pero también equidad; cualquier ventaja indebida rompe el reparto.

Grupos, cuotas y listas de reserva

DiscoverEU reparte los 40.000 pases por cuotas nacionales, calculadas con criterios similares a los de Erasmus+ para movilidad juvenil. No es un “todos contra todos”; cada país tiene un marco de plazas y, si sobran en uno, se pueden redistribuir hacia otros con mayor demanda. España mantiene habitualmente cifras altas de aspirantes y un volumen relevante de beneficiarios, aunque en una ronda concreta puede variar. Queda margen para las listas de reserva: si alguien renuncia, si un seleccionado no activa el pase en tiempo y forma, o si se libera presupuesto, se llama a candidatos en orden.

Quién puede participar y qué condiciones rigen

La regla central es simple: haber nacido entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2007. Esa franja marca a quienes cumplen 18 años en 2025. Se exige ciudadanía o residencia en un Estado miembro de la UE o en países asociados a Erasmus+: Islandia, Liechtenstein, Macedonia del Norte, Noruega, Serbia o Turquía. No hay restricción por situación académica: no hace falta estar matriculado en estudios superiores ni demostrar notas.

El programa contempla particularidades geográficas. En regiones ultraperiféricas —como Canarias, Guadalupe o Madeira— o territorios insulares y remotos, se admiten soluciones flexibles para conectar con el ferrocarril continental, incluido el avión en trayectos justificados. La idea es no penalizar a quien vive lejos de los grandes nudos ferroviarios europeos.

DiscoverEU incorpora una línea de apoyo a la inclusión. Las personas con discapacidad o con necesidades médicas específicas pueden solicitar adaptaciones y costes adicionales razonables para hacer viable el viaje. La recomendación operativa es plantear las necesidades con antelación ante el punto de contacto nacional y la agencia gestora, de forma que las soluciones lleguen a tiempo. En paralelo, los participantes reciben orientación previa y certificación posterior de competencias, una manera de poner negro sobre blanco lo aprendido en el terreno: autonomía, planificación, movilidad internacional.

En negativo, dos límites rotundos. Quien ya viajó con DiscoverEU en una edición anterior no puede repetir. Y no se aceptan candidaturas múltiples. La filosofía es rotatoria: repartir oportunidades cada año entre nuevas cohortes.

Costes reales del viaje: presupuestos, reservas y suplementos

El pase es la pieza nuclear del viaje, no el viaje entero. A partir de ahí conviene cuadrar números de manera realista. Un mes moviéndose por Europa no cuesta lo mismo en julio que en abril; tampoco en Países Bajos o Suiza que en Portugal o Eslovaquia. Se impone una horquilla de gastos que, con tarjeta de descuentos y cierta planificación, puede ajustarse sin sacrificar experiencias.

Los suplementos por reserva de asiento varían. En líneas como alta velocidad francesa o española, y en gran parte de los nocturnos centroeuropeos, se paga seguro. En cambio, muchos tramos regionales de Alemania, Austria, República Checa o los InterCity italianos no exigen reserva o permiten alternativas más lentas sin recargo. Hay una estrategia que suele funcionar: combinar días “baratos” —sin reservas— con saltos clave donde compensa pagar por velocidad o comodidad.

El alojamiento marca el presupuesto diario. Los hostales europeos ofrecen camas en dormitorio por precios que varían de forma drástica entre capitales y ciudades medianas. Reservar con antelación en los destinos más tensos —París, Ámsterdam, Venecia, Copenhague— evita sorpresas. Una alternativa creciente son las habitaciones en residencias universitarias durante vacaciones académicas, que abren camas a viajeros por tarifas competitivas. La tarjeta de descuentos de DiscoverEU también se aplica en parte de este tejido: poco a poco, la cuenta baja.

La manutención se reduce con rutinas sencillas: supermercados con productos frescos, pastas o ensaladas en alojamientos con cocina compartida, menús del día fuera de los focos turísticos y agua del grifo —potable en buena parte del continente— con una botella reutilizable. Pequeños gestos que, al cabo de 30 días, suponen decenas o cientos de euros.

En transporte urbano, el pase no cubre metro, bus o tranvía. Aquí la European Youth Card puede aportar descuentos. Además, muchas ciudades ofrecen tarjetas 24/48/72 horas con acceso ilimitado a redes urbanas, a veces combinadas con entradas a museos municipales. Conviene comparar si compensa con el uso real que se prevé.

Nocturnos, diagonales y el arte de perderse sin arruinarse

Los trenes nocturnos volvieron con fuerza en Europa. París–Berlín, Viena–Bruselas, Praga–Zúrich o Roma–Sicilia son enlaces que resuelven distancias largas mientras se duerme. Con litera económica, salva una noche de alojamiento; con cabina, suma confort y sube el coste. El pase no cubre la cama, pero sí el “derecho a viajar”; la reserva paga la plaza concreta. Elegir bien dos o tres nocturnos puede cambiar un itinerario.

Otra técnica es dibujar diagonales inteligentes. En lugar de encadenar solo las grandes capitales, combinar metrópolis con ciudades medianas reduce precios, colapsos turísticos y reservas obligatorias. Un eje Berlín–Leipzig–Dresde, una semana Rotterdam–Utrecht–Bruselas, un arco Lyon–Annecy–Ginebra o una costa Lisboa–Coímbra–Oporto generan otro ritmo. Menos foto-postal, más vida diaria.

Equipo mínimo y sensato: mochila ligera, calcetines de sobra, botiquín básico, copia digital de documentos, Tarjeta Sanitaria Europea y app de mapas offline. Cada kilo evitado se agradece en escaleras y en estaciones sin ascensor. Y en taquilla: algunas redes todavía no aceptan tarjetas sin pin o cobran comisión por pago en ventanilla.

Rutas, temporada y un año de Schengen redondo

La convocatoria llega en el 40.º aniversario del Acuerdo de Schengen, el marco que eliminó controles en las fronteras interiores de buena parte del continente y convirtió en rutina lo que antes era papeles y sellos. Ese es el contexto simbólico del “40 años, 40.000 pases”: un recordatorio de que circular sin barreras dentro del espacio Schengen no es una casualidad, sino una decisión política sostenida.

Elegir temporada es decisivo. Primavera temprana —marzo, abril— ofrece cielos cambiantes, menos colas y precios contenidos; finales de septiembre y octubre devuelven luz suave y rutina local tras la marea turística. Junio y julio multiplican la agenda de festivales, pero disparan tarifas. Con un periodo de viaje abierto de 15 meses, hay margen para huir de puntas de demanda y buscar eventos específicos: Bienales, ferias del libro, temporadas de ópera, mercados navideños si se planifica mayo de 2027 como límite de regreso.

Las rutas temáticas que sugiere DiscoverEU son un buen punto de partida para articular ideas. “Verde” si se buscan parques nacionales y museos de ciencias; “cultural” para patrimonios UNESCO y centros históricos; “digital” si atraen hubs tecnológicos, bibliotecas espectaculares y distritos creativos. Hay propuestas por país y combinaciones transfronterizas. Sirven para visualizar tiempos de trayecto, reservas necesarias y presupuestos realistas.

España en el mapa: demanda, plazas y tradición viajera

España figura habitualmente entre los países con mayor número de aspirantes. También muestra tasas de adjudicación destacables en términos absolutos, por pura demografía y por la cultura ferroviaria que, pese a carencias, se ha revitalizado con nuevas operadoras y rutas. En ediciones recientes se contaron decenas de miles de solicitudes y del orden de miles de pases concedidos. La foto varía de ronda a ronda, pero el interés no se enfría.

Este empuje tiene efectos prácticos. A veces, irse de plazo por minutos implica quedarse fuera; la diferencia es un envío a tiempo y una puntuación afinada en el test. También conviene mirar enlaces internacionales desde España: las conexiones con Francia y Portugal han mejorado, y los trenes nocturnos que salen de Barcelona o Madrid hacia el corazón de Europa ganan opciones a medio plazo. Cuanto más integradas estén las fronteras, mejor rinde el pase.

Documentación, seguridad y letra pequeña que importa

Sin documentación al día no hay viaje. DNI o pasaporte vigentes según destino, permiso de residencia donde aplique, visados si la nacionalidad lo exige para entrar en países del itinerario. En esos casos, DiscoverEU prevé cubrir los costes del visado y un seguro médico obligatorio si es requisito para emitirlo. La Tarjeta Sanitaria Europea es imprescindible para recibir atención en la red pública de otros Estados miembros; además, se recomiendan seguros de viaje que cubran robos o incidencias específicas no contempladas por la TSE.

La seguridad en estaciones grandes —París-Lyon, Roma Termini, Bruselas-Midi, Berlín Hbf— se gestiona con rutinas simples: mochila frontal en aglomeraciones, documentos duplicados en la nube, cerraduras para taquillas y uso medido de wifi públicos. La mayor parte del tejido ferroviario europeo es seguro, pero los hurtos oportunistas existen. En trenes nocturnos, candados ligeros para mochilas y cartera en un bolsillo interior evitan la anécdota amarga.

La letra pequeña de DiscoverEU incluye plazos para activar el pase tras ser notificado, condiciones para cambiar itinerarios y normas de uso por país y operador. Saltarse una reserva obligatoria expone a sanciones del operador correspondiente, no del programa. También hay reglas sobre uso responsable: respeto a personal ferroviario, normas de convivencia en compartimentos y cabinas, y prohibiciones obvias (consumos ilícitos, fumar donde no se puede). No es burocracia gratuita: ayuda a mantener un programa que mueve a miles de jóvenes cada año sin incidentes destacados.

Una puerta de entrada a Europa… con cifras detrás

DiscoverEU nació en 2018 como proyecto piloto y, desde entonces, suma centenares de miles de pases en once convocatorias. En 2025, el presupuesto específico para estas rondas se sitúa en decenas de millones de euros, suficiente para dos llamadas en el año y para ampliar la base de beneficiarios. El programa se consolidó como experiencia iniciática: primer gran viaje sin familia, primer mapa real de trenes y fronteras abiertas, primer certificado de competencias blandas asociadas a movilidad.

Los impactos se miden más allá del turismo. Universidades y centros de FP valoran el componente de autonomía y gestión del tiempo que se demuestra al organizar un mes entre andenes, con reservas, cambios y contratiempos. Agencias nacionales organizan sesiones informativas previas y encuentros posteriores para evaluar aprendizajes y ajustar materiales. En términos de cohesión europea, DiscoverEU traduce en experiencias el artículo tantas veces invocado de “libre circulación”.

Antes de lanzarse: lo que conviene tener claro

Fechas y reloj en mano. La ventana de solicitud es corta y con hora exacta: 30 de octubre a 13 de noviembre, de 12.00 a 12.00 (Bruselas). Un recordatorio en el móvil o en el calendario evita apuros. Las comunicaciones oficiales llegan por correo; conviene vigilar spam y archivar el código de candidatura.

El pase paga tren; el viaje, no. Alojamiento, comidas, transporte urbano y reservas corren por cuenta del participante. La tarjeta de descuentos ayuda, pero no sustituye un presupuesto. Un Excel o nota simple con fechas, tramos y costes evita sustos en la tercera semana.

Elegibilidad sin resquicios. Solo 2007: quien nació fuera de ese año no entra. Una sola solicitud y prohibido repetir para antiguos beneficiarios. Documentación vigente y, si se requieren visados, tramitación con margen suficiente.

Itinerarios con cabeza. Alternar grandes capitales y ciudades medianas, nocturnos puntuales y tramos sin reserva. Si hay festival, feria o evento en destino, los precios se disparan: mejor mover fechas o buscar la ciudad vecina y usar el tren como lancha de acercamiento.

Europa sin fricciones, pero con normas. Schengen facilita la frontera interior, no borra las reglas. Cada operador tiene políticas de equipaje, bicicletas, mascotas o silencio en ciertos vagones. Respetarlas ahorra problemas. Y al cierre del viaje, el programa invita a contar la experiencia: esa crónica retroalimenta la comunidad DiscoverEU y sirve de guía a quienes vendrán detrás.

Con todo, la convocatoria actual —40.000 pases para quienes cumplen 18 años en 2025, con viajes entre marzo de 2026 y mayo de 2027cristaliza una idea sencilla: el tren como llave para descubrir Europa a escala humana. Un mes de andenes, idiomas compartidos y mapas doblados que, diez años después, sigue apareciendo en conversaciones. Porque de eso va DiscoverEU: de moverse, aprender y contarlo. Y de hacerlo con un billete que ya está ahí, esperando a quien lo pida a tiempo.


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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables. Fuentes consultadas: Portal Europeo de la Juventud, Normas DiscoverEU, FAQ DiscoverEU, European Youth Portal, Consejo de la UE, Decisión de adjudicación, INJUVE.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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