VIajes
Que ver en Berlin en 3 dias: ruta recomendada y horarios

Diseñado por Freepik
Itinerario de 3 días por Berlín con imprescindibles, museos, barrios, East Side Gallery y Charlottenburg, horarios, mapas y consejos útiles.
Berlín en 72 horas se disfruta a ritmo de capital europea: día 1 entre Puerta de Brandeburgo, Reichstag, Memorial del Holocausto, el trazado del Muro y el eje de Unter den Linden hasta Gendarmenmarkt; día 2 de Isla de los Museos y cúpulas, riberas del Spree y arte urbano en la East Side Gallery; día 3 de Charlottenburg y barrios creativos como Kreuzberg y Neukölln, con un cierre al atardecer desde una terraza o en barco. El orden importa poco, pero este encaje reduce traslados y optimiza entradas.
Para exprimir el tiempo: reserva con antelación la cúpula del Reichstag, escanea los horarios de la Catedral (Berliner Dom), asume colas en la Fernsehturm si no compras ticket con hora, calcula paradas largas en la Isla de los Museos y mueve una pieza si llueve —Berlín tiene museos de sobra para cubrir un día húmedo—. El Museo de Pérgamo permanece cerrado por reforma integral durante varios años, aunque el resto del conjunto en Museuminsel funciona con normalidad y la cabeza de Nefertiti sigue en el Neues Museum. El BVG (metro, tren suburbano y tranvía) llega a todo; valida el billete y combina U-Bahn y S-Bahn sin pudor. Y un detalle terrenal: domingo hay mercadillos y vida cultural, pero comercios generales cerrados.
Berlín: una ciudad que se mira al espejo
Berlín cautiva no por un casco antiguo intacto, sino por su capacidad para narrar el siglo XX y proponer el XXI desde la calle. Monumentos de Estado conviven con memoriales incómodos, patios industriales reconvertidos en galerías y un tejido de barrios donde cada estación cambia el guion. En tres días se puede dibujar una línea clara: memoria y poder, arte y río, palacio y barrio. Los trayectos son razonables, el transporte público es fiable y hay margen para improvisar, aunque conviene cuadrar dos o tres reservas para ganar tiempo.
La Puerta de Brandeburgo vuelve a ser frontera simbólica, sí, pero hoy separa turismos en busca de postureo y paseantes atentos a placas en el suelo que recuerdan la traza del Muro. El Reichstag añade el gesto contemporáneo de la cúpula de Norman Foster; el paseo por Unter den Linden desemboca en la Isla de los Museos, una concentración de arte y arqueología que justifica el viaje en solitario. Más allá, la East Side Gallery estira un kilómetro de muro intervenido por artistas; y hacia el oeste el Palacio de Charlottenburg destila la Prusia barroca —rígida por fuera, luminosa por dentro—. Entre medias, Tiergarten, Gendarmenmarkt, Nikolaiviertel, Topographie des Terrors, una travesía por el Landwehrkanal y comidas que van de la currywurst al mejor döner que se recuerde.
Que ver en Berlin en 3 dias sin perderte nada
Día 1: centro del poder, memoria y eje histórico
La Puerta de Brandeburgo funciona a primera hora, cuando todavía no hay grupos y el sonido de las maletas no invade Pariser Platz. La mirada inicial ubica el Tiergarten al oeste, el Reichstag al norte y el Juan de Austria prusiano de Unter den Linden al este. Las placas metálicas en el suelo recuerdan la línea del Berliner Mauer. A unos pasos, el Memorial a los Judíos Asesinados de Europa abre el primer plano de la jornada: 2.711 estelas de hormigón en una retícula que gana profundidad conforme uno avanza; el centro de información subterráneo explica el porqué de ese silencio. Recomendación simple: caminar sin prisa por los pasillos, sin selfies; leer los paneles; aceptar la incomodidad.
El siguiente hito está detrás: Reichstag. La visita a la cúpula exige reserva previa nominativa y control de acceso con documento. El ascenso en espiral entrega una panorámica de 360 grados útil para ordenar el mapa mental: el río Spree bordea el Parlamento, la Puerta queda a tiro, el barrio gubernamental luce sus volúmenes de vidrio. Si no hay plaza, se puede recorrer el Bundeskanzleramt y el Band des Bundes desde fuera, una secuencia de arquitectura institucional sobria que dialoga con el agua; o cruzar un puente hacia Moabiter Werder para obtener fotos limpias con reflejos.
El paseo de Unter den Linden tensa el arco hacia la Isla de los Museos. Entre medias, Bebelplatz, con la placa de vidrio que recuerda la quema de libros de 1933; a la derecha, Gendarmenmarkt, quizá la plaza más armónica de la capital, con las iglesias gemelas y la Konzerthaus. Este primer día conviene comer por la zona —cocina alemana ligera, sopa de patata, boulette, opciones vegetarianas abundantes— y reservar la tarde a la Topographie des Terrors, la exposición al aire libre y subterránea sobre la maquinaria represiva nazi en el solar de la Gestapo y las SS. El acceso es gratuito y la lectura es cruda. A cinco minutos, Checkpoint Charlie cumple como documento de Guerra Fría para foto de paso; el museo anexo es denso y puede alargar la agenda más de lo deseado.
Cierra el día entre Potsdamer Platz —que ha ido cambiando piel de distrito financiero hacia un uso más mixto— y el Sony Center, o regresa a Brandenburger Tor para verla iluminada. Si queda energía, una caminata por Tiergarten al anochecer, con el Siegessäule (Columna de la Victoria) en el horizonte, suena a gesto clásico.
Día 2: Isla de los Museos, cúpulas y Spree al atardecer
La Museuminsel concentra cinco grandes casas. El Neues Museum —arquitectura contemporánea de Chipperfield dialogando con lo histórico— guarda el busto de Nefertiti, impactante por escala y vacío expositivo. La Alte Nationalgalerie ensambla pintura del XIX y primeras modernidades, útil para entender cómo Alemania miraba su propio paisaje. Altes Museum ofrece un recorrido claro por el mundo clásico, y el Bode-Museum destaca por escultura y numismática. El Museo de Pérgamo sigue cerrado por obras de larga duración; algunas piezas icónicas no están expuestas. Quien prefiera cúpulas puede entrar en la Berliner Dom y subir al tambor para tener una vista potente sobre la Isla y el Humboldt Forum.
La mañana museística rinde más con un pase combinado y una franja horaria temprana. Tras la sobredosis de arte, un respiro: el Humboldt Forum, espacio expositivo y de debate montado en la fachada reconstruida del antiguo palacio real, da contenido con colecciones de Arte Asiático y Etnología y con programas temporales. El propio edificio sirve para explicar el debate sobre patrimonio, colonialismo y memoria.
Al salir, seguir el río hacia Monbijoupark y Hackescher Markt. Los patios de Hackesche Höfe muestran la arquitectura modernista berlinesa con cerámica y hierro; están llenos de talleres, cines y galerías. Entre pequeñas tiendas, conviene levantar la vista para cazar fachadas Art Nouveau. Comer por aquí es sencillo: cocina israelí, vietnamita, berlinesa de mercado. Por la tarde, Alexanderplatz impone la mole de la Fernsehturm; la subida a la torre es la panorámica más alta del centro y en días claros permite localizar desde el Estadio Olímpico al aeropuerto. Si hay fila, se puede mover la visita a última hora con ticket de hora fija.
El eje final del día está al este: East Side Gallery, un tramo largo del Muro cubierto de murales, entre Ostbahnhof y Oberbaumbrücke. Conviene recorrerlo cerca del atardecer, cuando el sol da al río y el flujo de visitantes baja. Oberbaumbrücke, puente neogótico con doble arco, ofrece un buen encuadre de skyline. Si la meteorología acompaña, un paseo en barco por el Spree resume la ciudad desde el agua: arquitectura gubernamental, Isla de los Museos y tramos industriales reconvertidos.
Día 3: palacio, barrios creativos y parques
A primera hora, Palacio de Charlottenburg. La visita combina salas barrocas, el apartamento de Federico I y jardines a la francesa y a la inglesa. Si el tiempo es frío, el interior abriga; si luce sol, los jardines entregan una caminata sosegada. Desde ahí, dos opciones: hacia el este por Kurfürstendamm, con la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm —torre rota como testigo de la guerra— y comer en la zona; o saltar de inmediato a los barrios del sur, Kreuzberg y Neukölln, donde el Landwehrkanal marca el ritmo de cafés, galerías y librerías de segunda mano.
Kreuzberg late entre el Museo Judío —Daniel Libeskind diseñó un contenedor que cuenta tanto como el contenido— y la cocina turca que modeló el barrio. Markthalle Neun, en Eisenbahnstraße, abre varios días con puestos de producto local y cocina internacional; si coincide el Street Food Thursday, el desfile gastronómico es contundente. En Neukölln, escaleras arriba, los rooftops como Klunkerkranich flotan sobre un centro comercial y dan una vista diferente del sur de Berlín; al atardecer, se tiñen.
Si cae en domingo, el Mauerpark junta mercadillo, música y karaoke al aire libre cuando hay temporada; a lo largo de Bernauer Straße, el Gedenkstätte Berliner Mauer (Memorial del Muro) explica con precisión cómo funcionaba el sistema de separación con torres y franja de la muerte. A dos paradas, Tempelhofer Feld, el antiguo aeropuerto abierto como parque, regala un paisaje horizontal: cometas, patines, barbacoas, huertos comunitarios. Es puro Berlín cotidiano.
Claves prácticas que ahorran tiempo y tropiezos
Berlín se mueve sobre carriles claros. Transporte: la red combinada BVG funciona con zonas AB (ciudad) y ABC (incluye Potsdam y el aeropuerto BER). Los abonos diarios son rentables si se hacen más de tres o cuatro trayectos al día; los billetes sencillos se pueden comprar en máquinas y en la app oficial. Entran niños menores con adultos según tramos y hay controles frecuentes; validar el billete es obligatorio, no basta con llevarlo. El S-Bahn (cercanías) suele cortar distancias largas con rapidez; el U-Bahn (metro) cubre malla fina; tranvía en el este. Bicicleta: carril reservado, flota compartida abundante y respeto normativo, aunque conviene extremar la atención en cruces grandes. A pie, el centro se deja, pero a veces las distancias engañan.
Reservas y entradas: Reichstag solo con registro previo (gratuito), control puntual; Fernsehturm con colas frecuentes, útil la entrada con hora; Isla de los Museos ofrece combinados que evitan taquillas; Humboldt Forum programa temporales potentes —consultar la web oficial para la muestra del momento—; Museo Judío reserva opcional, pero recomendable en fines de semana y vacaciones. Memorial del Holocausto al aire libre 24 horas; el centro de información tiene horario acotado. Topographie des Terrors sin coste y con audioguía. East Side Gallery al aire libre sin limitaciones; evita tocar murales.
Horarios y cierres: muchos museos cierran un día a la semana —tradicionalmente lunes—, revisa el calendario. Domingos, comercios de retail no abren salvo zonas turísticas, museos, restaurantes y mercadillos. En invierno, jornada corta de luz y temperaturas bajas; en verano, días largos y eventos al aire libre. Festivos como el Tag der Deutschen Einheit (3 de octubre) alteran flujos y algunos horarios.
Pagos y conectividad: tarjetas ampliamente aceptadas, aunque sobreviven bares y panaderías solo en efectivo. Atenúa el problema retirando algo de moneda local; los cajeros son abundantes. Datos móviles: cobertura 4G/5G sólida en casco urbano; en subterráneo, tramos ciegos persisten. Baños públicos: de pago en estaciones y parques; en cafés y centros comerciales, consumo mínimo.
Seguridad: ciudad segura para estándares europeos, pero carteristas activos en aglomeraciones —Alexanderplatz, Puerta de Brandeburgo, trenes abarrotados—. Mantén la mochila por delante en transporte y evita dejar móviles sobre la mesa en terrazas. De noche, ejes bien iluminados y concurridos en el centro; en polígonos industriales perimetrales, mejor moverse en grupo o con transporte.
Comer y beber: lo icónico no falla. Currywurst en Konnopke’s o Curry 36; döner generoso en puestos con cola; panaderías (Bäckerei) para desayunos con Schrippen y Berliner; cocina alemana con Schnitzel, Käsespätzle, Eisbein o platos de temporada con espárrago blanco en primavera. Cerveza everywhere, de Pils a Helles; Berliner Weisse para quien busque acidez. Cafés de tostadores locales y oferta vegetariana/vegana ubicua. Propina: redondear 5-10 % en mesa.
Variantes útiles según perfil y tiempo
Con lluvia: suma Museo Alemán de Tecnología (aviones, trenes, barcos en naves inmensas), Deutsches Historisches Museum si su sala principal está operativa en tu fecha o el pabellón de exposiciones temporales; Gemäldegalerie (pintura europea del XV al XVIII) y Neue Nationalgalerie (Mies van der Rohe, arte del XX) completan un día entero, tanto como el Museo de Historia Natural con su Diplodocus escoltando selfies de niños.
Con niños: Legoland Discovery Centre en Potsdamer Platz, Tierpark (el zoo grande del este) o el Zoologischer Garten (más clásico y céntrico), Labyrinth Kindermuseum para juegos y talleres, FEZ en Wuhlheide como centro de ocio familiar, y el Museo de Ciencias en Invalidenstraße que permite experimentar. Los parques ayudan: Hasenheide, Treptower Park con el Soviet War Memorial, o el Volkspark Friedrichshain con colinas artificiales.
Arte y arquitectura: la Haus der Kulturen der Welt reprogramó su agenda reciente con fuerza; el edificio, apodado “la ostra”, merece la visita aunque sea por fuera. En Charlottenburg, Bauhaus-Archiv reabierto en su versión ampliada explica la escuela que transformó la modernidad. Dorotheenstädtischer Friedhof reúne tumbas de Hegel, Brecht o Fichte y permite una lectura de ciudad a través de sus biografías. Teatro y ópera: Staatsoper Unter den Linden, Deutsche Oper y Komische Oper ofrecen funciones con entradas de último minuto a veces a buen precio.
Noche: el relato de clubes es inabarcable, pero se puede tantear el Watergate sobre el Spree o Sisyphos cuando abre por temporadas; la cocktelería ha mejorado con barras discretas en Mitte y Friedrichshain. Si lo tuyo es la música, programa en Philharmonie y salas de jazz como A-Trane.
Excursiones cortas: Potsdam queda a 40 minutos con el S-Bahn o regional; el palacio Sanssouci, el Neues Palais y el barrio holandés enmarcan una mañana y parte de tarde. Si interesa la historia reciente, Oranienburg (campo de Sachsenhausen) requiere medio día y lectura madura; está bien señalizado y es duro.
El mapa mental de los barrios, con ejemplos que orientan
Para que que ver en berlin en 3 dias sea algo más que tachar monumentos, ayuda entender dónde cae cada pieza y qué atmósfera esperar. Mitte es marco institucional y comercial, reúne la densidad museística y plazas de postal. Tiergarten es pulmón verde, con el zoo y avenidas amplias. Charlottenburg-Wilmersdorf muestra el oeste acomodado: Kurfürstendamm, salas de concierto, cafés clásicos y el palacio. Friedrichshain es juventud y precios más suaves, con su porción de Muro. Kreuzberg mezcla memoria alternativa y gentrificación; Neukölln pone la capa creativa entre patios y bares. Prenzlauer Berg domesticó el carácter: parques, brunch, jugueterías, edificios rehabilitados. Moabit se despliega discreta con buenas casas canallas de comida y un tramo del Spree amable para pasear. El este profundo —Lichtenberg, Marzahn— reserva sorpresas como la arquitectura plattenbau y jardines chinos y japoneses en el Gärten der Welt.
En la práctica, los tres días pueden organizarse por arcos de proximidad: el primer día en radio de 2 kilómetros desde la Puerta de Brandeburgo; el segundo, circular entre Museuminsel, Alexanderplatz y Friedrichshain; el tercero, desplazamiento diagonal a Charlottenburg por la mañana y tarde sureña alrededor del canal. El tiempo de traslado entre estos nodos rara vez supera 25 minutos si se elige bien la línea.
Pequeños detalles que marcan la diferencia
Las cosas que se recuerdan suelen ser gestos: un café en una Späti a media noche conversando con vecinos; el órgano de la Catedral retumbando; una bicicleta a contraluz en Oberbaumbrücke. Compra un abono diario el día de museos para evitar sobresaltos en validaciones. En agenda de cúpulas, combina Reichstag al amanecer o al anochecer con Fernsehturm en hora de menos afluencia para no repetir panorámicas idénticas. Tras un día intenso, sauna: muchas piscinas públicas berliners ofrecen zona de wellness separada, una costumbre tan local como terapéutica.
Sobre idioma, el inglés resuelve casi todo, pero usar “danke”, “bitte”, “entschuldigung” reduce fricciones. En señalética, las calles cambian de nombre entre tramos por historia acumulada: no es un error del mapa. Cultura de la bicicleta: nadie invade carriles; cruza en verde y no camines por los carriles rojos o de ladrillo. Residuos: la fracción de envases con Pfand (depósito) se devuelve en máquinas de supermercado y te reintegra unas monedas; es parte del día a día.
Calendario y estaciones
La ciudad no se visita igual en diciembre que en junio. En Adviento, los mercados navideños llenan plazas como Gendarmenmarkt o Charlottenburg con luces, vino caliente y puestos de artesanos; la luz diurna reduce el margen turístico y la agenda pasa más por museos y cafés. En abril-mayo, los cerezos de la antigua línea del Muro florecen (insólitos en la Mauerweg y en Bornholmer Straße).
En verano, la Kulturforum programa conciertos y la ciudad se derrama en parques, con chapuzones en lagos como Wannsee o Müggelsee a media hora en tren. Otoño trae cielos limpios, temperaturas perfectas para caminar y festivales como Festival of Lights, cuando edificios emblemáticos se convierten en lienzo nocturno.
Qué evitar o relativizar
Un itinerario comprimido obliga a priorizar. Si no hay una motivación específica, Checkpoint Charlie más allá de la foto consume tiempo que se rentabiliza mejor en Topographie des Terrors o en Bernauer Straße. En Alexanderplatz, la explanada en sí no ofrece gran cosa fuera de la torre y unas compras rápidas; dedícale lo justo. Excursiones lejanas como Leipzig o Dresde quedan fuera del marco de tres días; Potsdam sí encaja. Y cuidado con saturar la agenda de museos el mismo día: la Isla suma kilómetros y estímulos; después, algo de calle se agradece.
Rutas compactas por franjas del día
Mañana 1: Puerta de Brandeburgo — Reichstag — Memorial del Holocausto. Tarde 1: Topographie des Terrors — Gendarmenmarkt — Tiergarten. Noche 1: paseo por el Spree entre el Parlamento y Hauptbahnhof.
Mañana 2: Neues Museum + Alte Nationalgalerie (o Dom). Tarde 2: Hackescher Markt — Alexanderplatz — Fernsehturm. Noche 2: East Side Gallery — Oberbaumbrücke — copa junto al río.
Mañana 3: Charlottenburg (palacio y jardines). Tarde 3: Kreuzberg — Markthalle Neun — Landwehrkanal — Neukölln. Noche 3: terraza con vistas o concierto en Philharmonie.
Lo que está cambiando y conviene saber ahora
El entorno de Museumsinsel ha completado en los últimos años conexiones peatonales y el James-Simon-Galerie opera como puerta moderna con taquillas y accesos. La Isla funciona como un todo articulado; planifica por bloques de dos museos para conservar energías. En Alexanderplatz continúan proyectos de renovación que van alterando el perímetro comercial y peatonal. El aeropuerto de Berlín-Brandenburgo (BER) consolidó su papel como única puerta aérea de la ciudad con conexión directa en tren a la Hauptbahnhof y el anillo; busca los regionales FEX/RE/RB para tramos rápidos. La gran obra pendiente sigue siendo la reforma del Museo de Pérgamo, que mantiene cerradas salas emblemáticas como el altar y la puerta de Ishtar; hay sustituciones temporales y recorridos alternativos para mitigar el vacío.
A escala de barrio, Neukölln y Wedding suman espacios culturales y de gastronomía con talento local y migrante; los alquileres presionan, las cartas cambian rápido, pero el pulso sigue vivo. En memoria, el Gedenkstätte Berliner Mauer actualiza los recorridos con material documental y mantiene una programación educativa estable; las placas Stolpersteine, pequeños cubos dorados en las aceras, se siguen colocando en recordatorio de vecinos deportados: son discretas y contundentes, se encuentran por toda la ciudad.
Un apunte logístico sobre el clima: Berlín ha encadenado veranos cada vez más cálidos; hidrátate, busca sombra en parques, reserva interiores en las horas centrales si la ola aprieta. En invierno, el frío es serio: capas, gorro y guantes. Los mercados de barrio como Boxhagener Platz o Turkish Market en Maybachufer, abren y se mueven con la estación; mira el día concreto si persigues alguno en especial.
Guía de tiempos reales entre nodos clave
Puerta de Brandeburgo — Reichstag: 5 minutos a pie. Reichstag — Memorial del Holocausto: 7 minutos. Memorial — Topographie des Terrors: 15 minutos a pie en ruta con historia. Topographie — Checkpoint Charlie: 8 minutos. Unter den Linden — Isla de los Museos: 10-12 minutos desde Bebelplatz. Isla — Alexanderplatz: 15 minutos a pie o dos paradas de S-Bahn. Alexanderplatz — East Side Gallery: 15 minutos en S-Bahn a Warschauer Straße y luego 8 minutos a pie. Charlottenburg — Kreuzberg: 25-30 minutos en U-Bahn con transbordo. Kreuzberg — Neukölln: 10 minutos en U8/U7 o paseo de 25 minutos por el canal.
Pequeño diccionario útil en contexto
Tor: puerta. Straße: calle. Platz: plaza. Hbf: Hauptbahnhof, estación central. Ausgang: salida. Eintritt: entrada. Ermäßigt: reducido. Geschlossen: cerrado. Geöffnet: abierto. BVG: la autoridad de transporte. Pfand: depósito de botellas. Späti: tienda 24/7 o de horario extendido. Imbiss: puesto de comida rápida local.
Combinaciones sabias para distintos intereses
Quien prioriza segunda guerra y memoria puede tejer: Memorial del Holocausto, Topographie des Terrors, Museo Judío y Bernauer Straße, con una mirada al Soviet War Memorial en Treptow si encaja. Si la prioridad es arte, la sucesión Neue Nationalgalerie — Hamburger Bahnhof — Alte Nationalgalerie funciona como arco del XIX al XXI con estaciones de arquitectura en medio.
Si el objetivo es cine y cultura popular, Museo del Cine y la Televisión en Potsdamer Platz, paseo por Babelsberg en Potsdam y salas históricas como Zoo Palast para completar. Y para música, ensayo general de Berliner Philharmoniker si hay cupo, o visita a su sala de Hans Scharoun —la acústica explica sola por qué este edificio es un hito—.
Todo encaja si se entiende la escala
Berlín se visita mejor por piezas cercanas. Con tres días, las combinaciones anteriores cuajan sin obsesionarse con verlo todo. La ciudad es amplia, pero la escala humana vuelve de golpe al andar por el río, subir a una cúpula o perderse en un patio. que ver en berlin en 3 dias no es una lista interminable: es una secuencia que enlaza memoria, museos, barrios, palacio y parques con tiempo para una cerveza y un buen plato. Si se prioriza lo esencial —Puerta de Brandeburgo, Reichstag, Isla de los Museos, East Side Gallery, Charlottenburg, Kreuzberg— el viaje será completo.
Luego quedará el deseo de volver para estirar hilos: lagos, periferia, escenas pequeñas. No hay manera incorrecta de abordar Berlín, pero este guion probado reduce fricciones y amplifica momentos. Y, a la postre, eso es lo que se busca cuando se aterriza en la capital alemana con solo tres días por delante: salir con una imagen nítida y propia.
🔎 Contenido Verificado ✔️
Este artículo se ha elaborado con datos contrastados y fuentes oficiales y periodísticas de referencia. Fuentes consultadas: El País, ABC, Bundestag, Staatliche Museen zu Berlin, BVG, Berlin.de, Topographie des Terrors, Flughafen BER.

Actualidad y culturaDe qué murió José Manuel Ochotorena ex portero del Valencia
Actualidad y culturaDe qué murió Jorge Casado, joven promesa del Real Zaragoza
Actualidad y cultura¿Qué pueblos compiten en Ferrero Rocher 2025 y cómo votar?
Tecnología¿Cómo es RedSec, el battle royale gratis de Battlefield 6?
Actualidad y culturaDe qué murió Amaia Arrazola: adiós a la ilustradora vitoriana
Actualidad y cultura¿De qué murió Oti Cabadas? Adiós a la camionera influencer
Actualidad y cultura¿De qué murió Jairo Corbacho, joven futbolista de 20 años?
Actualidad y cultura¿De qué ha muerto Anna Balletbò? Fallece la pionera del PSC












