Cultura y sociedad
Antonio Sanz toma las riendas de la Sanidad andaluza: quién es

Foto de: Junta de Andalucía vía Wikimedia Commons con licencia CC BY-SA 2.0
Antonio Sanz asume Sanidad en Andalucía y lanza un plan de choque tras los fallos en los cribados de mama: medidas, calendario claro y marco.
Antonio Sanz asume desde hoy la Consejería de Salud de Andalucía con el encargo expreso de estabilizar el sistema sanitario tras la crisis provocada por los cribados de cáncer de mama. El presidente Juanma Moreno le confía esa cartera “hasta el final de la legislatura” y mantiene su papel como responsable de Presidencia y Emergencias, una fórmula que concentra poder ejecutivo y capacidad operativa en un único mando. No hay interinidad en la práctica: el “número dos” del Gobierno andaluz pasa a pilotar el área más sensible, con autoridad para ordenar cambios y ejecutar un plan de choque inmediato.
La prioridad es clara y está escrita negro sobre blanco: revisar con urgencia las pruebas de alrededor de 2.000 mujeres, completar avisos pendientes, depurar fallos de comunicación y reforzar los protocolos de detección precoz. La Junta ha señalado el foco principal en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla —donde se habrían concentrado la mayoría de incidencias—, pero ha desplegado medidas en toda la red del Servicio Andaluz de Salud (SAS) para garantizar trazabilidad y respuesta rápida, con auditorías internas, refuerzos temporales y nuevos controles de calidad. Se abre, además, un capítulo de responsabilidades administrativas y estudio de posibles responsabilidades penales, con la Fiscalía moviendo ficha ante las denuncias de pacientes y asociaciones.
Un perfil de poder: carrera, método y redes de Antonio Sanz
Antonio Sanz Cabello (Jerez de la Frontera, 1968) encarna el arquetipo del dirigente que suma experiencia política, colmillo institucional y cintura negociadora. Abogado de formación, hizo carrera en el Partido Popular de Andalucía desde Cádiz, fue secretario general del PP-A y desempeñó responsabilidades orgánicas y parlamentarias antes de dar el salto a puestos ejecutivos de primer nivel. Fue delegado del Gobierno en Andalucía (2015-2018), una etapa que le dio mando sobre seguridad, emergencias y coordinación territorial. Tras la mayoría absoluta de 2022, Moreno lo situó en el corazón del Palacio de San Telmo como consejero de la Presidencia. Desde ahí ha ejercido de coordinador político del gabinete y cortafuegos en debates duros: incendios, sequía, huelgas sanitarias, mareas blancas, reorganizaciones internas.
Su estilo se reconoce en la casa: metódico, directo, muy de equipo corto. Evita grandes declaraciones, prefiere aterrizar en procedimiento y responsabiliza a cada nivel de gestión. Quienes han trabajado con él subrayan la obsesión por los plazos y por cerrar expedientes con actas. Es, además, un interlocutor con patronal y sindicatos, acostumbrado a mesas complejas: acuerdos de emergencia, reordenaciones y planes de verano del SAS. Ese bagaje es el que ahora se pretende trasladar al núcleo duro de la Sanidad, con un mandato operativo: “arreglar lo urgente, blindar los protocolos y comunicar mejor”.
No llega a ciegas. Desde Presidencia ya desbloqueó expedientes sanitarios en meses delicados, medió en conflictos de Atención Primaria, vigiló los tiempos de respuesta en las listas de espera y acompañó al SAS en decisiones impopulares —como ajustes de guardias o cierres vespertinos puntuales— que después exigieron rectificaciones. Con Sanidad bajo su paraguas, la coordinación se simplifica: la Consejería de Salud no negociará a solas; lo hará desde Presidencia.
La crisis de los cribados: qué pasó, a quién afectó y qué se está haciendo
El programa poblacional de cribado de cáncer de mama es una pieza estructural de la salud pública andaluza: cita a mujeres de determinadas franjas de edad para mamografías periódicas que permitan detectar lesiones en estadios iniciales. El problema que estalla ahora —tras meses de alertas y quejas— no es una anomalía puntual, sino una cadena de fallos que convergen en la comunicación de resultados y en la trazabilidad de las citaciones. Hay casos de mujeres que no recibieron en tiempo y forma avisos relevantes, exploraciones que se repitieron tarde y circuitos de derivación que quedaron a medio camino entre el centro de salud, la unidad de cribado y el hospital de referencia.
El Gobierno andaluz ha aceptado el diagnóstico de un error sistémico en la gestión de avisos, con puntos críticos en Sevilla y, de manera singular, en el Virgen del Rocío. A la par, ha iniciado una revisión acelerada de todas las afectadas y ha puesto a andar verificaciones cruzadas: cotejo de listados, llamadas proactivas, revisión manual de informes, refuerzo de radiodiagnóstico y cirugía de mama donde haga falta. Oncólogos y radiólogos han pedido blindar recursos humanos y técnicos durante las próximas semanas para absorber el pico de actividad. Entre las medidas anunciadas figura también la ampliación de controles en otros cribados poblacionales como colon y cuello de útero, para atajar cualquier sombra de duda en el resto de programas de prevención.
El plano jurídico se mueve. La Fiscalía Superior de Andalucía ha abierto diligencias de investigación tras las denuncias presentadas por asociaciones de pacientes. No hay todavía calificación penal, pero sí una averiguación preliminar sobre posible negligencia y sobre la cadena de mando que debía garantizar la notificación adecuada. En paralelo, el SAS ha iniciado expedientes informativos y auditorías internas para depurar responsabilidades administrativas y corregir protocolos. Traducido: habrá papeles, actas y decisiones, no únicamente mensajes.
Qué ha fallado exactamente en el circuito
El circuito ideal del cribado es relativamente sencillo: se cita, se realiza la prueba, se informa por escrito y, en caso de hallazgo sospechoso, se activa un circuito rápido de diagnóstico y tratamiento. El fallo ha estado en la bisagra de comunicación y en la retroalimentación de sistemas informáticos. Hubo mujeres que no recibieron la carta o el SMS, otras que no confirmaron fecha y nadie las recontactó, y otras que sí se realizaron la prueba pero no fueron informadas con claridad del resultado y de los pasos siguientes. A ello se suma la heterogeneidad de prácticas entre áreas sanitarias: protocolos que variaban en función del hospital, cargas asistenciales dispares y, en algunos casos, equipos en transición por jubilaciones o cambios de turnos que dejaron huecos en eslabones clave.
Para los gestores, hay una lección: el último metro del circuito es tan importante como el comienzo. Si el resultado no llega con un aviso inequívoco, con cita cerrada para la siguiente prueba, el sistema se rompe. Por eso el plan de choque incide en contacto telefónico directo, confirmación por doble canal (mensaje y llamada), y marcadores en historia clínica que obligan a cerrar cada episodio con un “ok” verificable.
El plan inmediato con Sanz al mando
El aterrizaje de antonio sanz en Salud se acompasa con un plan de tres niveles. Primero, rescate asistencial: concluir la revisión de las mujeres pendientes, asegurar diagnósticos y, cuando sea necesario, priorizar cirugía o radioterapia en agendas especiales. Segundo, auditoría y control: homogeneizar protocolos de cribado, fijar indicadores de alerta temprana y publicar datos semanales de avance para que la ciudadanía entienda qué se está corrigiendo y a qué velocidad. Tercero, prevención estructural: impulsar mejoras tecnológicas —interoperabilidad de historias, alertas automatizadas, registro de consentimientos— y reforzar la coordinación entre Atención Primaria y hospitales. Se suman medidas sobre otros cribados poblacionales: colon y cérvix contarán con planes específicos para reforzar captación y seguimiento, con agendas de endoscopia y citologías priorizadas.
Qué cambia con Antonio Sanz: control político, calendario y prioridades
El cambio clave es organizativo. Al reunir Sanidad, Presidencia y Emergencias en la misma mesa, se evita el carril lento de la coordinación interconsejerías. La toma de decisiones fluye por un único canal con capacidad de contratar refuerzos, mover personal entre centros, ampliar horarios de unidades críticas y asignar presupuesto extraordinario sin recorridos innecesarios. No es un cheque en blanco: las medidas deberán justificarse y quedar registradas, pero el tiempo de respuesta se acorta.
En el calendario político, Sanz tiene dos relojes. El primero, el reloj sanitario, que marca semanas. En ese plazo debe estar resuelta la revisión de casos, consolidado el protocolo único y estabilizado el flujo de nuevas citaciones. El segundo, el reloj electoral —aunque nadie lo verbalice—, porque todo se mide ya por su impacto en confianza pública. Si el SAS demuestra transparencia, eficacia y empatía, la herida cerrará antes; si se perciben opacidad o lentitud, la crisis seguirá contaminando la agenda. Con esta arquitectura, el consejero adquiere también control sobre la comunicación: partes periódicos, datos verificables y portavoces técnicos que acompañen al político cuando haga falta.
Las prioridades inmediatas, según el equipo de Sanz, se ordenan en cinco ejes: seguridad del paciente, calidad del diagnóstico, capacidad resolutiva en unidades de mama, refuerzo de Atención Primaria para seguimiento y transparencia. A medio plazo, el mapa se amplía a listas de espera quirúrgicas y de consultas, reorganización de guardias donde persisten tensiones, equilibrio entre estabilidad laboral y productividad y, por supuesto, mantenimiento del pulso presupuestario en un contexto de inflación de costes sanitarios.
Donde más duele: listas de espera, Atención Primaria y el caso Virgen del Rocío
El episodio de los cribados ha puesto el foco en un problema previo: las listas de espera. Andalucía ha mejorado la publicación de datos y herramientas de consulta por hospital, pero arrastra demoras significativas en especialidades concretas. En mama y derivaciones oncológicas, el objetivo es tener circuitos preferentes con tiempos garantizados y sin cuellos de botella. La Atención Primaria es el primer eslabón, y ahí se jugará buena parte del éxito: agendas suficientes, telefones que funcionan, citas presenciales cuando el caso lo exige. Un detalle operativo al que Sanz suele dar importancia: la gente no puede no saber en qué punto del proceso está su caso. Y eso exige sistemas simples y proactivos.
El Virgen del Rocío es, por tamaño y complejidad, el termómetro del sistema. Es uno de los grandes hospitales del país y su situación tiene efecto arrastre sobre el conjunto de Sevilla y provincias limítrofes. En los últimos meses se han sucedido decisiones controvertidas sobre guardias y reorganización de servicios en el Hospital de la Mujer, con protestas de anestesistas y advertencias sobre cargas asistenciales. El discurso oficial habla de optimización y de ajuste a la realidad demográfica —menos partos, más cronicidad—; los profesionales piden no perder capacidad de respuesta en picos de actividad. Con los cribados de mama bajo escrutinio, el hospital queda obligado a blindar recursos en Radiología, Cirugía de Mama y Oncología Médica, y a enseñar resultados con periodicidad.
Cómo se moverá la maquinaria: tecnología, personal y dinero
El SAS está acelerando la incorporación de tecnología de imagen y la renovación de mamógrafos con mejor resolución y menor dosis, a lo que se suman técnicas quirúrgicas menos invasivas para resecciones guiadas por localización radar. Pero la tecnología sin personal no rinde. El consejero asume que habrá que contratar refuerzos temporales donde falten técnicos de Radiodiagnóstico, radiólogos, cirujanos con experiencia en mama y enfermería oncológica. La ventana de necesidad es corta pero intensa: semanas de pico en lectura de pruebas, biopsias y sesiones de comité para toma de decisiones terapéuticas.
La otra pata es el presupuesto. La Junta ha venido incrementando partidas sanitarias en los últimos ejercicios, pero los programas de cribado exigen algo más que dinero: gestión granular. Esto implica, por ejemplo, cruces automáticos entre bases de datos para localizar a quien no ha contestado, doble verificación de resultados que requieren nueva prueba y marcadores de riesgo que prioricen agendas. La promesa es publicar indicadores de proceso: número de mujeres contactadas, porcentaje con resultado confirmado, tiempos desde prueba a diagnóstico, tiempos desde diagnóstico a tratamiento. Un tablero visible reduce ruido y obliga a todos los actores a cumplir.
Política y responsabilidad: lo que implica que Presidencia lleve Sanidad
Colocar la Sanidad bajo el paraguas de Presidencia es una decisión política de gran calado. Equivale a decir que no habrá excusas burocráticas y que los tiempos políticos y los tiempos asistenciales van de la mano. También implica una exposición mayor: el éxito o el fracaso de las medidas se leerá como éxito o fracaso del núcleo del Gobierno. En el frente parlamentario, la oposición va a exigir comparecencias y documentación, y es probable que se impulsen comisiones de estudio o investigación. Sanz, que conoce esas dinámicas, suele blindarse con técnicos en primera fila y documentación exhaustiva.
En el plano administrativo, se avecinan decisiones que no gustan a nadie: reorganizar, homogeneizar, corregir. Esto puede llevar a cambios en equipos directivos de hospitales o distritos, nuevos protocolos obligatorios con menos margen local y, donde se detecten fallos graves, a ceses. El tono, por ahora, es de fiabilidad operativa: menos épica y más control. También pesan las lecciones de comunicación: nadie quiere ver cartas que no llegan o teléfonos que no responden. Habrá un canal único para incidencias de cribados con seguimiento nominal de cada caso.
Y quién es Carmen Pano, y por qué aparece en el debate público
El nombre de Carmen Pano ha ganado presencia mediática durante los últimos meses por su comparecencia parlamentaria y por sus declaraciones en torno a supuestos pagos en efectivo vinculados a la vida interna de un partido nacional. Se trata de una empresaria con trayectoria en el sector financiero vinculada a sociedades ubicadas en la frontera luso-extremeña. Pano pasó de ser “identidad reservada” en publicaciones a presentarse con nombre y apellidos ante una comisión de investigación del Senado, donde ratificó que ella misma habría entregado bolsas con dinero en una sede política, por encargo de un tercero. Su versión, con amplio eco mediático, está judicializada de forma indirecta en varias causas abiertas o archivadas y ha sido utilizada por distintos actores para apuntalar relatos contradictorios. No hay una sentencia firme que valide su relato al detalle, y las defensas de los implicados han negado irregularidades.
¿Por qué aparece aquí? Porque el terremoto sanitario en Andalucía irrumpe en un clima político nacional inflamable, y nombres como el de Carmen Pano cruzan tertulias, ruedas de prensa y titulares a la menor oportunidad. antonio sanz ha intentado separar debates, circunscribiendo la conversación a hechos sanitarios y responsabilidades propias. Aun así, el ecosistema mediático español tiende a mezclar planos: el de la sanidad pública —demasiado importante para contaminar con ruido— y el de las batallas partidistas en Madrid. Lo prudente, desde la gestión, es no confundir los tiempos ni los niveles. La Consejería tiene cometido suficiente con su crisis como para distraerse en peleas que no le pertenecen.
Expectativas realistas: qué reclamar al sistema y qué esperar de los plazos
No hay milagros en sanidad. Sí hay margen de mejora rápido cuando el problema es de procedimiento y seguimiento. La corrección del circuito de cribados —avisos, citación, resultado, derivación— puede normalizarse en pocas semanas si se sacan recursos de donde haga falta. El colchón de personal en áreas críticas es más difícil de improvisar: radiólogos, técnicos y cirujanos con experiencia no aparecen de un día para otro. A veces la solución es ampliar horas y pagar productividad, otras es derivar temporalmente a centros con menos presión, con la condición de que el dato de cada paciente permanezca trazado y la comunicación sea clara. La ventana de mejora estará en esa mezcla: más agenda, más seguimiento y más control.
El otro vector es la cultura de seguridad. Un buen programa de cribado no se mide solo por cuántas mujeres entran, sino por qué les pasa después. Los comités de tumores, la interconsulta ágil y la información comprensible a cada paciente marcan la diferencia. antonio sanz conoce de emergencias: ha gestionado incendios, temporales, crisis logísticas. Esta vez la emergencia es silenciosa y burocrática, y necesita una mentalidad distinta: la del detalle. No se arregla solo con un gran anuncio; se arregla con microdecisiones que evitan que una carta se extravíe, que una llamada no se devuelva o que un informe se quede en una bandeja sin firmar.
Lo que veremos si el plan funciona: señales de progreso medibles
Para saber si el giro funciona habrá que mirar cinco señales. Una, el porcentaje de mujeres contactadas con resultado confirmado y circuito de seguimiento activo. Dos, los tiempos entre prueba y resultado comunicado. Tres, la derivación preferente y el tiempo a biopsia cuando procede. Cuatro, los tiempos a tratamiento desde el diagnóstico. Cinco, la homogeneidad de protocolos en todas las provincias y áreas sanitarias. Si esos indicadores mejoran, el sistema está curando la herida. Si no, el problema no habrá sido una anécdota, sino un síntoma de algo mayor.
El reverso son las responsabilidades. Habrá quien demande dimisiones adicionales, e incluso procedimientos disciplinarios. La administración trabaja con expedientes: si un protocolo estaba por escrito y no se cumplió, habrá que actuar. Si el protocolo era insuficiente, toca cambiarlo. En ambos casos, el ciudadano espera claridad. La Fiscalía, por su parte, seguirá su curso con independencia de la agenda política. Existe un deber de colaboración de la Junta con el ministerio público para aportar documentación y facilitar testimonios de profesionales. Si el caso llega a sede judicial, será un proceso largo. La mejora asistencial, en cambio, ha de medirse semana a semana.
Un apunte sobre el clima social: cuando la calle aprieta
Las concentraciones y cadenas humanas ante centros de salud y hospitales de los últimos días recuerdan algo fundamental: el cribado de mama salva vidas. Detrás de cada estadística hay un nombre propio y un tiempo que no debe perderse. Es comprensible la indignación de pacientes que sienten que el sistema falló. La respuesta política y técnica debe respetar esa indignación y convertirla en cambios verificables. En eso, antonio sanz no tendrá margen para retórica: se le pedirá resultados.
La oposición, por su parte, intentará convertir el caso en un relato de gestión. Es legítimo. De hecho, la sanidad es el terreno donde se gana o se pierde credibilidad de gobierno. El equilibrio consiste en que la crítica exigente no bloquee decisiones urgentes. Ni el ruido puede justificar inacción, ni la prisa puede atropellar garantías. La clave será combinar humildad —reconocer el fallo— con determinación —corregirlo a fondo—.
Un último foco: coordinación con los profesionales
La sanidad andaluza ha vivido meses intensos con protestas, preavisos de huelga y conflictos en servicios muy concretos, especialmente en Sevilla. Anestesistas, ginecólogos y enfermeras han reclamado plantillas ajustadas a las cargas reales, y jefaturas han pedido margen para organizar turnos sin perder seguridad en guardias. El nuevo titular de Salud tiene aquí un desafío laboral y clínico. Su perfil —acostumbrado a negociar— debería ayudar a sellar pactos de base: plantillas estabilizadas, calendarios pactados, incentivos razonables y, sobre todo, objetivos clínicos claros que den sentido a los esfuerzos extraordinarios que se pidan durante el plan de choque.
Un consejo que circula entre profesionales cuando llega una crisis de estas características: escuchar a los servicios. La mejor auditoría a veces es pasar una mañana en la sala de mamografías, ver en directo cómo se agenda, cómo se explica, cómo se deriva, dónde se atasca. Y luego cambiar lo necesario. Es gestión en estado puro.
Próximos pasos en la Sanidad andaluza
La designación de antonio sanz es un movimiento de estabilidad en medio de una tormenta. Señala que la máxima responsabilidad del Gobierno andaluz se coloca encima de la carpeta sanitaria y que la respuesta no será un remiendo, sino una reestructuración de procedimientos con consecuencias administrativas, tecnológicas y, si corresponde, judiciales. En pocas semanas sabremos si la revisión de casos pendientes se cierra en los plazos comprometidos y si las nuevas garantías de comunicación y seguimiento resisten la prueba del día a día. Después quedará la tarea —más silenciosa, igual de relevante— de consolidar protocolos homogéneos, reforzar plantillas donde haga falta y publicar datos que sostengan la confianza.
Antonio Sanz aterriza con ventaja comparativa: conoce el engranaje del Gobierno, maneja los resortes de emergencia y puede ordenar y ejecutar sin pedir permiso a otra mesa. El riesgo también es evidente: cuando Presidencia asume la Sanidad, el listón sube y la exigencia se personaliza. Si el plan funciona, se notará pronto en los teléfonos que suenan, en las cartas que llegan, en las citas que se cumplen y en los diagnósticos que no se pierden por el camino. Si no, el error será doble. La política, al final, se mide en resultados. Y en salud, los resultados tienen nombre, apellidos y fecha. Aquí no hay más margen que acertar.
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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: EL PAÍS, ABC, Junta de Andalucía, RTVE.

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