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Qué es el SES, nuevo sistema electrónico en las fronteras UE

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Qué es el SES

Qué es el SES y cómo cambia el control en las fronteras Schengen: fechas, quién debe registrarse, biometría y efectos reales en aeropuertos.

El Sistema de Entradas y Salidas (SES) —conocido a nivel comunitario como EES— es la infraestructura tecnológica que sustituye el sello físico del pasaporte por un registro digital con biometría cada vez que una persona de un país tercero cruza una frontera exterior del espacio Schengen para una estancia de corta duración. Desde el 12 de octubre de 2025 se ha iniciado un despliegue por fases que se extenderá durante seis meses; durante ese tiempo convivirán el nuevo expediente electrónico con el sellado tradicional donde aún no esté activo. A partir del 10 de abril de 2026, cuando haya concluido el periodo de transición, el sello de tinta pasará a ser residual en los puestos plenamente operativos. El objetivo es doble: agilizar y objetivar los controles, y detectar automáticamente estancias que exceden los 90 días dentro de cualquier periodo de 180.

¿A quién afecta? A toda persona que no sea nacional de la UE/EEE/Suiza y viaje por turismo, negocios o visita familiar sin superar los tres meses por semestre, tanto si necesita visado como si está exenta. No se inscriben en el SES los ciudadanos de la UE/EEE/Suiza, ni los titulares de permisos de residencia o visados nacionales de larga duración expedidos por un Estado Schengen. También quedan al margen Irlanda y Chipre, que no aplican Schengen. En términos prácticos, un visitante argentino, estadounidense o británico que aterrice en Barajas para pasar dos semanas sí entra en el sistema de entradas y salidas; un residente legal en España con su tarjeta de identidad de extranjero, no. Ese es el corte operativo que vertebra el cambio.

Definición operativa y alcance real del SES

El SES es un gran sistema informático común para los 29 países que aplican Schengen (25 Estados de la UE más Noruega, Islandia, Suiza y Liechtenstein). Registra, con fecha, hora y puesto fronterizo, cada entrada y salida de nacionales de terceros países que viajan por estancias cortas. En la primera inscripción se recogen datos del documento, una imagen facial y cuatro huellas dactilares en la mayoría de los casos. Esos datos se vinculan a un expediente individual que permite saber, sin depender de sellos dispersos, cuánto tiempo lleva la persona dentro del área Schengen. El sistema, además, marca automáticamente a quienes no tienen registrada una salida en plazo, lo que facilita las comprobaciones en entradas futuras y en inspecciones dentro del territorio cuando proceden.

La arquitectura está centralizada a nivel europeo —con un sistema común que explota la agencia eu-LISA— y descentralizada en su operación diaria, porque cada Estado miembro despliega el componente nacional y equipa a sus policías de fronteras con los terminales, quioscos y puertas automatizadas. Así se garantiza un criterio homogéneo de cómputo de la estancia 90/180 y, al mismo tiempo, se mantiene la intervención humana que históricamente ha marcado la admisión en frontera: el agente sigue teniendo la última palabra si detecta incoherencias o riesgos.

El ámbito geográfico es el del espacio Schengen, que en 2025 incluye a Rumanía y Bulgaria ya como miembros plenos, y los cuatro países asociados no comunitarios. El SES no se aplica en los cruces internos de Schengen, porque ahí no hay control sistemático de personas salvo reintroducciones temporales por motivos excepcionales; sí en todos los puntos exteriores: aeropuertos con llegadas desde fuera de Schengen, puertos internacionales, terminales ferroviarias con control fronterizo y pasos de carretera que conectan con terceros países.

A quién se aplica y quién queda fuera

El nuevo control electrónico tiene un criterio claro: afecta a nacionales de terceros países en estancias de corta duración. Eso abarca dos grupos: viajeros con visado Schengen de corta duración (visado C) y viajeros exentos de visado que entran como turistas, por negocios o por motivos privados. En ambos supuestos se registra el cruce en el SES. Quedan fuera del registro:

Residentes y visados de larga duración. Quien reside legalmente en un país Schengen —sea por trabajo, estudios o reagrupación— no pasa por el SES al entrar. Presenta el pasaporte y su tarjeta de residencia, y sigue el carril específico. Tampoco se registra en el SES el titular de un visado nacional de larga duración expedido por un Estado Schengen.

Ciudadanos de la UE/EEE/Suiza. Viajan con su documento nacional o pasaporte por los canales habituales, pero no se crean expedientes en el SES.

Menores y biometría. Los niños y niñas menores de 12 años no facilitan huellas dactilares; sí se captura imagen facial y se asocia el cruce al documento del menor. A partir de los 12, la toma de huellas forma parte del proceso como en los adultos, con protocolos adaptados y acompañamiento del tutor.

Itinerarios especiales. Quien ya dio huellas en un visado Schengen reciente no repite captura si la calidad y vigencia de esas huellas son suficientes. El sistema aprovecha datos ya existentes para evitar redundancias y acortar colas.

Países no Schengen de la UE. Irlanda y Chipre no participan en Schengen y, por tanto, el SES no rige en sus fronteras. No hay confusión posible: el SES es Schengen, no “la UE” en bloque.

El resultado es una experiencia segmentada: turistas, viajeros de negocios y familiares que llegan para estancias cortas pasan por el registro digital con biometría; residentes y titulares de visados de larga duración no. Esa frontera entre perfiles es la que ordena los carriles en los puestos de control y la que conviene tener clara para no equivocarse de cola.

Así será el control: primera vez y posteriores, aeropuerto y carretera

El primer cruce tras la entrada en vigor en un determinado puesto de control incluye tres pasos: identificación del documento, captura biométrica y validación por un agente. En la práctica, el proceso puede empezar en un quiosco de autoservicio o directamente en el mostrador. Se inserta o escanea el pasaporte, aparecen en pantalla preguntas básicas (itinerario, motivo, alojamiento) y, si el puesto está equipado, se solicita la fotografía facial y las huellas. A continuación, el agente revisa y aprueba. En las entradas posteriores, mientras la inscripción siga vigente, el control es más rápido: la puerta automatizada o el terminal del agente compara la imagen facial con la almacenada, verifica la validez del documento y registra el nuevo cruce. No hay que volver a dar huellas cada vez, salvo incidencias.

En aeropuertos con alto volumen —Madrid, Barcelona, Lisboa, París, Ámsterdam, Fráncfort— el despliegue combina puertas automáticas con quioscos para aliviar la carga del mostrador. En puertos y terminales ferroviarias internacionales se replican los mismos equipos, con layouts adaptados a espacios más complejos. Y en pasos terrestres, la clave está en separar carriles y preprocesar antes del control manual. Los controles yuxtapuestos franco-británicos —Eurotúnel, Eurostar, puertos del Canal— incorporan el SES en origen bajo supervisión de la policía del país Schengen que gestiona ese puesto. El arranque es escalonado: primero autocares y transporte pesado, luego vehículos particulares y flujos de alta densidad cuando la operativa esté estabilizada.

¿Habrá colas? Lo razonable es que en las primeras semanas de cada puesto que se encienda. La primera inscripción consume más minutos por persona. Cuando un vuelo entero aterriza con pasajeros que debutan a la vez en el sistema, el cuello de botella se nota. De ahí el calendario por fases: iniciar con franjas, rutas y puntos capaces de absorber el pico, manteniendo procedimientos de contingencia (sellado manual, carriles híbridos) mientras maduran los equipos y el personal. Superada esa curva de aprendizaje, la promesa del sistema es recortar tiempos de reentrada y reducir errores.

En familias y grupos, la pauta operativa prevé acompañamiento a menores y personas con movilidad reducida. La señalética diferencia canales por perfil (UE/EEE/Suiza, residentes, terceros países) y por fase (registro inicial o reentrada). En temporada alta, la planificación previa de aeropuertos y puertos —zonas de espera, personal extra, información en pantallas— será lo que marque la diferencia entre una cola larga y una cola eterna.

Qué datos recoge, cuánto se conservan y quién accede

El sistema de entradas y salidas guarda cuatro bloques de información: identidad (nombre, nacionalidad, fecha de nacimiento), documento de viaje (tipo, número, país emisor, vigencia), biometría (imagen facial y, por regla general, cuatro huellas dactilares) y traza del cruce (fecha, hora y puesto de entrada o de salida). Se añaden incidencias como una denegación de entrada y la autoridad que la dicta.

Los plazos de conservación están tasados por norma. El expediente de quien cumple la estancia se guarda tres años; también tres años para denegaciones de entrada. Si no consta salida y se excede el periodo autorizado, el registro se conserva cinco años. Son plazos pensados para evitar re-registros continuos, facilitar reingresos y permitir análisis de riesgos fronterizos con límites temporales. Cumplido el plazo, los datos se suprimen salvo supuestos legales específicos (por ejemplo, si hay procedimientos abiertos).

El acceso también está acotado. Policías de frontera y autoridades competentes consultan el sistema para admitir o denegar, comprobar la regla 90/180 y verificar identidad. Con fines policiales, el acceso es excepcional y justificado, sujeto a trazabilidad y a la supervisión de las autoridades de protección de datos. La agencia eu-LISA opera el sistema central; cada Estado miembro explota su nodo nacional y dota a sus agentes de los equipos. El entramado legal descansa en el Reglamento (UE) 2017/2226 y en el mandato actualizado de eu-LISA, junto a decisiones técnicas que han perfilado la puesta en marcha escalonada.

Para la persona viajera, lo relevante es la transparencia: los fines del tratamiento están definidos, los derechos de acceso, rectificación o supresión existen y son ejercitables por los canales que cada administración nacional detalla; el uso indebido de datos está sancionado. No es un “gran ojo” sin control: es un sistema finalista para gestionar fronteras exteriores con información fiable y verificable.

Fechas clave y cómo será el despliegue por fases

El calendario, a estas alturas, ya no admite confusiones: 12 de octubre de 2025 arranca oficialmente la operación del SES y 10 de abril de 2026 es la fecha que marca el final del periodo transitorio de seis meses. En ese medio año, cada Estado activa el sistema en oleadas: primero los aeropuertos donde la inversión en puertas y quioscos permite absorber el flujo, luego puertos estratégicos y, por último, carreteras y terminales con control yuxtapuesto o de compleja logística. Mientras un puesto no esté en el SES, el pasaporte se sigue sellando; cuando entra, el registro biométrico sustituye al sello como referencia.

España, por volumen y por mapa, es uno de los escenarios de mayor impacto. Aeropuertos con mucho tráfico internacional —Madrid, Barcelona, Palma, Málaga, Alicante— y puertos con cruceros y ferris exigen dimensionar zonas de preinscripción, reforzar puntos de información y prever personal extra en operaciones salida o puentes. El Ministerio del Interior y Aena han diseñado un despliegue progresivo, con contingencias para evitar bloqueos: carriles híbridos mientras dura la transición, señalización reforzada, comunicación en varios idiomas. La capacidad de ensayo en horas valle y escalado en picos marcará la diferencia entre una implantación limpia y un par de fines de semana negros.

Este calendario no se entiende sin una pieza complementaria: ETIAS. La autorización de viaje electrónica para exentos de visado no empieza ahora; está prevista para el último trimestre de 2026. Primero SES para registrar entradas y salidas en frontera; después ETIAS para pre-evaluar a quienes hoy entran sin visado. Dos capas distintas que se complementan en momentos diferentes del viaje.

Efectos prácticos: qué cambia y qué seguirá como siempre

Cambia el soporte, no el fondo. El cálculo automático de la estancia autorizada sustituye el repaso manual de sellos. Cambia la captura biométrica en el primer cruce, que requiere unos minutos más por persona. Cambia la experiencia de paso cuando el expediente ya existe: con puertas automatizadas y datos precargados, el control puede ser más ágil que el sellado tradicional, sobre todo en franjas de alta frecuencia de viajeros de negocios.

No cambia la obligación de llevar pasaporte en vigor. No cambia la potestad del agente para entrevistar y pedir soportes que acrediten el motivo del viaje, el alojamiento, el billete de vuelta, los medios económicos o el seguro si lo exige la normativa. No cambia la regla 90/180, que sigue siendo la piedra angular de la estancia de corta duración. Lo que sí desaparece, progresivamente, es el “me faltó un sello” como coartada para justificar días de más.

Hay detalles operativos que conviene tener presentes. La primera vez desde la entrada en vigor en ese puesto, el registro tarda más. Si varios vuelos con perfiles de terceros países aterrizan a la vez, el tiempo de espera sube. Si el niño tiene menos de 12 años, no se toman huellas; solo foto. Si el viajero ya entregó huellas en un visado reciente, no se repiten. Y si el puesto aún no está activado para el SES, el control sigue con sello: el sistema no se impone por arte de magia en una noche, sino por fases con coexistencia de métodos. Quien se niegue a facilitar biometría en un punto donde es obligatoria no será admitido; no hay un atajo de “sin datos, paso igual”.

En rutas críticas como las del Canal de la Mancha, la novedad visible está en los controles en origen: la Policía de Fronteras francesa aplicará el SES en Dover, Folkestone y St Pancras antes del embarque. La logística ha obligado a priorizar autocares y carga en el arranque, y extender a turismos y pasajeros a medida que la operativa se asienta. En otros ejes, como Balcanes o Mediterráneo occidental, el despliegue sigue la regla de la capacidad instalada y el riesgo de atasco.

El marco legal que da seguridad jurídica

El Reglamento (UE) 2017/2226 es la piedra angular. Crea el SES, define su finalidad —mejorar la gestión de las fronteras exteriores, comprobar el cómputo de la estancia autorizada y combatir la usurpación de identidad—, lista los datos que se tratan, fija los plazos de conservación y delimita los accesos con fines policiales. A su alrededor, el Código de fronteras Schengen se ajustó para integrar el nuevo esquema, y el mandato de eu-LISA se actualizó para que una agencia con experiencia en grandes sistemas (VIS, SIS) operara el núcleo central. Decisiones de ejecución recientes han afinado el arranque escalonado, conscientes de que un “gran encendido” en un único día habría tensionado puestos con millones de pasajeros al año.

Este armazón legal se ha acompañado de una campaña informativa para operadores y viajeros. Aerolíneas, navieras y gestores aeroportuarios han tenido que rediseñar procesos: ajustar tiempos de embarque, colocar quioscos de pre-registro en salas, coordinar con autoridades de frontera, formar tripulaciones para orientar a los pasajeros en el punto de control. Nada que Europa no hubiera visto en otros continentes, pero con el rasgo propio del garantismo europeo: finalidad clara, proporcionalidad y control.

España ante el SES: logística, picos de demanda y aprendizaje

España es puerta de entrada y salida de enorme peso turístico. La combinación de grandes hubs y aeropuertos altamente estacionales obliga a una implantación cirugía fina. Barajas y El Prat, por capacidad, concentran las primeras oleadas; Palma, Málaga, Alicante o Ibiza, por su estacionalidad, exigirán refuerzos en picos. Los puertos con ferris a Marruecos y Argelia y el tráfico de cruceros añaden capas de complejidad. La coordinación entre Guardia Civil, Policía Nacional, Aena y Autoridad Portuaria será la variable crítica.

El aprendizaje será visible. El día 1 de cada puesto con SES es el de las colas, el día 30 empieza a ser el de la fluidez en reentradas; hacia el día 90 deberían asentarse los patrones. Los viajes de negocios y las visitas recurrentes notarán antes la mejora, porque reutilizan expedientes activos; el turismo estacional seguirá condicionado por la marea de primeras altas. A la vez, se verán menos errores en el cómputo de estancias: el algoritmo no se pierde entre sellos borrosos.

ETIAS, pieza complementaria que llegará después

Para no mezclar conceptos, conviene recordar el orden temporal. SES es control en frontera y registro de entradas y salidas. ETIAS será una autorización electrónica previa para los exentos de visado: un trámite barato, con validez plurianual, que criba riesgos antes del viaje. No está en vigor en 2025; la ventana de lanzamiento fijada por la UE sitúa ETIAS en el último trimestre de 2026. Cuando entre, su efecto práctico será que los perfiles que hoy viajan sin visado pedirán online esa preautorización antes de volar o embarcar. En el control de frontera seguirá decidiendo el SES: validación de identidad, registro del cruce y cómputo automático de la estancia.

Lo que cambia desde octubre y lo que queda por afinar

El sistema de entradas y salidas da un giro estructural a la frontera exterior de Schengen. No es cosmética: un expediente digital con biometría por persona, cómputo automático de los 90/180 y un historial homogéneo que evita errores y fraudes de sellos. La contrapartida es una primera vez más lenta que exige espacio, equipos y personal para que el control no se vuelva un cuello de botella. El calendario por fases encaja esa realidad: activar lo que está listo, mantener planes de respaldo y escalar sin colapsar. En seis meses, si la ejecución responde a lo previsto, el sello habrá quedado para la nostalgia y la frontera funcionará con datos consistentes.

Para quien cruza, la receta práctica es simple y realista: llegar con tiempo en los primeros viajes desde que el SES esté activo en ese punto; llevar a mano pasaporte, prueba de alojamiento y billete de vuelta; preparar a los menores para una foto y, si tienen 12 o más, para huellas; y no confundirse de carril si se es residente en un país Schengen (tarjeta en mano, sin registro en el SES). El resto lo hacen el equipo y el agente a partir de una base de datos que, por fin, unifica las entradas y salidas con criterios únicos. La libre circulación dentro de Schengen necesita fronteras exteriores fiables; de eso trata, con luces y sombras, este nuevo SES que ya está en marcha.


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Este artículo se ha elaborado con información de fuentes oficiales españolas y documentos normativos vigentes. Fuentes consultadas: La Moncloa, BOE, Ministerio del Interior, Aena.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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