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Vuelos a Alicante como llegar en coche rápido y sin retrasos

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vuelos a alicante como llegar en coche

Vuelos a Alicante y salida en coche: accesos N-338, A-70 y AP-7, parkings a un minuto, alquileres en llegadas y rutas claras costa y ciudad.

Aterrizar en el aeropuerto Alicante-Elche Miguel Hernández y continuar por carretera es directo. La salida señalizada conduce a la N-338, un distribuidor corto y claro que enlaza con la A-70 —circunvalación de Alicante— y con la AP-7/E-15, columna vertebral de la Costa Blanca. Para ir al centro urbano, se sigue “Alicante/Alacant” por la A-70; para Benidorm, Altea o Calpe, se toma la AP-7 sentido norte; para Torrevieja u Orihuela Costa, la continuidad natural es la AP-7 hacia el sur o la N-332, más panorámica. Los accesos están duplicados de calzada, la señalización es uniforme y los retornos a la terminal, si hace falta rectificar, están bien resueltos. La terminal concentra alquiler de coches a pie de llegadas y aparcamientos oficiales a menos de tres minutos caminando, de modo que la logística de salir rodando no pide vueltas.

Quien llega en uno de los muchos vuelos a Alicante y prefiere continuar al volante tiene una referencia adicional sencilla: la A-70 funciona como anillo de reparto para elegir salida con calma, evitar rotondas urbanas y distribuir el tráfico hacia el puerto, playas o barrios interiores; la AP-7, por su parte, permite saltar de municipio en municipio sin perder ritmo. Las rutas más usadas son claras: Alicante centro queda a unos 15 minutos con tráfico normal; Benidorm se mueve en una franja de 35 a 45; Torrevieja, en torno a media hora; Elche, prácticamente a tiro. La N-332 ofrece alternativas cercanas al litoral y accesos frecuentes a urbanizaciones y calas. Para quien no conduce, la línea de bus C-6 enlaza la terminal con Renfe y el núcleo urbano, desde donde el TRAM conecta con zonas de playa y el norte metropolitano. Todo en un radio manejable y con opciones de precio y horario que no obligan a improvisar.

Un aeropuerto cómodo para salir conduciendo

El edificio terminal es único, amplio y con itinerarios claros, lo que reduce pasos y dudas. En llegadas, tras recoger equipaje, se avanza hacia la batería de mostradores de rent a car situada en la misma planta: Avis, Europcar, Enterprise, Goldcar-InterRent, Hertz y otras operan con flotas de segmentos variados, desde utilitarios automáticos hasta vehículos de 7 plazas. La recogida suele organizarse con códigos QR y contrato digital, un trámite que acelera la salida a la carretera. Quien ya trae coche propio o va a recoger a alguien dispone del P1 General a un minuto de la puerta, Larga Estancia a un paseo corto y zonas exprés diferenciadas para salidas y llegadas. El acceso y la salida de estos aparcamientos están resueltos con lectura de matrícula, lo que evita colas en momentos de picos de tráfico.

La conexión vial inmediata —N-338— se concibió como bypass entre la N-332 y la A-70, con carriles de aceleración generosos que facilitan incorporaciones con seguridad, incluso cuando coinciden varias operaciones de gran tamaño. Su diseño simplifica el mapa mental: no hay que cruzar polígonos, no hay rotondas encadenadas ni desvíos confusos. En cuanto se pisa la A-70, la cartelería va anunciando, con antelación suficiente, salidas hacia el centro, enlace con A-31 (si el viaje sigue a Madrid y La Mancha) y ramales a AP-7/E-15, tanto al norte (Marina Baixa y Marina Alta) como al sur (Vega Baja y Región de Murcia). Este anillo perimetral permite decidir destino con margen, reubicar la ruta si hay retenciones puntuales y, si hace falta, retornar al aeropuerto sin maniobras cambiando al sentido contrario.

Salir y volver a entrar a la terminal es igual de intuitivo. Para devolver un coche de alquiler, basta seguir “Car hire/Devolución” por la vía elevada que desemboca en la planta de salidas y, desde allí, un ramal segregado conduce a los parkings específicos de cada firma. Si hay que dejar o recoger a alguien, las plazas exprés cubren esa necesidad de minutos contados. En las puntas de verano se agradece reservar aparcamiento con antelación y fijar un recordatorio del nivel de planta y del módulo: la señalización es clara, sí, pero las prisas del regreso juegan malas pasadas cuando se tiene el vuelo a la vista.

Rutas habituales: norte, centro y sur sin rodeos

La geografía alrededor del aeropuerto ayuda. La A-70 es el atajo natural para entrar a Alicante sin atravesar avenidas densas y, a la vez, es la puerta a la A-31 si el plan exige salir hacia el interior. La AP-7/E-15 ejerce como costera de largo recorrido —bien abastecida de áreas de servicio— y la N-332 sirve de hilo costero con miradores, calas y accesos a urbanizaciones que muchas veces quedan fuera de la autopista. Tres escenarios, una lógica sencilla:

Hacia Alicante ciudad y sus playas. El itinerario más limpio consiste en tomar la N-338 y enlazar con la A-70 en sentido “Alicante/Alacant”. Para el centro, convienen salidas próximas al puerto y a la fachada marítima, que reparten el tráfico entre explanada, casco histórico y zona de Luceros. Quien busque Playa de San Juan, Cabo de las Huertas o el PAU 5 encuentra una entrada cómoda continuando por el cinturón y empalmando con la A-7 o las avenidas de Vía Parque; aparcar en subterráneos del frente marítimo, en la zona de Luceros o en puntos de intercambio con el TRAM permite olvidar el coche si el plan es pasear o cenar en el centro. El acceso a barrios interiores —Gran Vía, San Blas, Babel— se resuelve con salidas bien separadas, sin necesidad de atravesar rotondas múltiples.

Hacia Benidorm, Altea y Calpe. Rumbo norte, la AP-7 ofrece salidas directas a los barrios de Benidorm (Poniente y Levante) y a los enlaces con Altea y l’Alfàs del Pi. Es la opción de quien prioriza tiempo y continuidad. La N-332, en cambio, mece otra idea de viaje: pueblos encadenados, vistas al Peñón de Ifach, accesos más frecuentes a calas y urbanizaciones; el precio son semáforos y travesías donde, en hora punta de domingo o en verano, el flujo se compacta. Para Calpe, entrar por la salida señalizada hacia la costa evita rodeos; para Altea, los desvíos están bien indicados hacia casco y puerto. A partir de ahí, el recorrido hacia Dénia y Xàbia ya exige algo más de tiempo, con un ojo puesto en las rotondas próximas a zonas de playa.

Hacia Elche, Orihuela Costa y Torrevieja. Elche queda cerca y rápido por A-70 con salida señalizada; el eje urbano, con su red de avenidas, absorbe bien los movimientos diarios. La franja que va de Punta Prima a Campoamor permite escoger: AP-7 para continuidad y velocidad media estable, N-332 para contemplar salinas y entrar en urbanizaciones de forma más directa. Torrevieja presenta una particularidad: la entrada por N-332 cuaja una mezcla de rondas, semáforos y rotondas que, en pleno agosto, puede sumar minutos. Escoger la autopista para aproximarse y la nacional para la última milla es una combinación razonable.

Hacia Murcia y Cartagena. La ruta más limpia combina A-70 y A-7 hasta Murcia con continuidad autovía y, desde allí, la AP-7 para descender a San Pedro del Pinatar, La Manga o Cartagena. Terreno llano, trazado previsible, áreas de servicio regulares. Conviene vigilar la señalización de carriles en los cambios de provincia y mantener margen en días de operación retorno.

Hacia Valencia y Castellón. Dos ejes en paralelo: A-7 por el interior y AP-7 junto a la costa. La primera propone curvas suaves por Alcoy y Xàtiva y suele mantener flujos estables incluso en días de alta demanda; la segunda suma circunvalaciones amplias y accesos francos a playas y puertos. A la altura de la capital valenciana, entrar por los anillos exteriores evita estrés urbano si el viaje continúa hacia norte.

Volar y conducir: horarios que encajan, operaciones que suman

El aeropuerto sostiene un tráfico mixto con fuerte peso internacional y una red doméstica en avance, algo que se traduce en frecuencias amplias y horarios escalonados. Quien enlaza vuelos a Alicante con coche agradece, sobre todo, las primeras horas del día y las últimas llegadas nocturnas: la A-70 fluye, la entrega de vehículos de alquiler se resuelve con menos esperas y el P1 suele tener hueco sin necesidad de subir niveles. En sentido inverso, las tardes de viernes y las mañanas de domingo concentran movimientos de fin de semana y retorno, con lo que es sensato contemplar un pequeño margen de seguridad si el itinerario toca circunvalación o N-332 en zonas urbanizadas.

Los tiempos de llegada al aeropuerto para volar se han asentado en umbrales prudentes: 2 horas para nacional y Schengen, 3 horas para destinos con control de pasaportes reforzado. Las salidas de la terminal están en la planta P2 y el camino hacia el control de seguridad es directo; si coincide con operaciones chárter o con reorganización puntual de filas, disponer de ese colchón marca la diferencia entre pasear por la zona de puertas o avanzar con prisa. La distribución de mostradores de facturación se consulta en pantallas de sala y, cada vez más, en aplicaciones móviles con asignación dinámica.

En temporada alta, con estancias de playa y apartamentos de rotación semanal, las compañías de alquiler ajustan turnos y flotas con refuerzos temporales. La disponibilidad de automáticos, 7 plazas y híbridos puede tensarse, por lo que cerrar categoría con antelación evita sorpresas de mostrador. La retirada y la devolución fuera de horario se organizan mediante buzones de llaves y lectura fotográfica del vehículo; dejar constancia del estado con un par de imágenes, tanto al recoger como al entregar, despeja dudas futuras. En vías rápidas alrededor de Alicante, los límites de velocidad se mantienen en el estándar nacional —120 km/h en autopistas y autovías salvo señalización específica— con controles móviles en cambios de rasante y enlaces.

Aparcar bien, pagar lo justo y no perder minutos

En el ecosistema del aeropuerto conviven varias necesidades: esperar, dejar a alguien, recoger, estacionar días. El P1 General resuelve movimientos cortos a precio intermedio y distancia mínima a la terminal. La Larga Estancia, a mayores, ofrece tarifas por días que compensan si el viaje se alarga; suele funcionar con buses internos o pasarelas, pero en Alicante la caminata es corta y cubierta. La zona exprés separa flujos de llegadas y salidas para estancias de minutos. El pago por matrícula agiliza barreras y permite entrar y salir sin tickets físicos. Hay restricciones para motocicletas en algunos recintos, con espacios específicos señalizados fuera de los parkings cerrados.

Una vez en ciudad, aparcamiento subterráneo del frente marítimo y plazas cercanas a Luceros permiten visitar casco histórico, explanada y castillo sin jugar a la ruleta de las calles estrechas. En Playa de San Juan, el ilógico agosto típica hace necesario anticipar: a primera hora hay hueco en avenidas perpendiculares a la arena y junto al campo de golf; al caer la tarde, compensa elegir aparcamiento vigilado y moverse a pie o en TRAM. En barrios interiores y centros comerciales periféricos —Gran Vía, Vistahermosa, San Vicente— las plazas libres alivian la presión veraniega.

Sobre peajes y costes de ruta, el panorama de la Comunidad Valenciana ha cambiado con los años y conviene comprobar situación actualizada antes de viajar, porque donde ayer hubo cabinas hoy puede no haberlas y viceversa en tramos concretos. En el entorno metropolitano de Alicante, la combinación de A-70 y AP-7 ofrece hoy una continuidad fluida que facilita repartir el tráfico sin pasar por avenidas urbanas. La N-332, sin peajes, es una alternativa real para quien prioriza vistas, paradas imprevistas y accesos frecuentes a urbanizaciones y playas.

Plan B sin volante: bus C-6 y red TRAM para enlazar barrios y costa

Si el plan no incluye conducir, la línea C-6 conecta la terminal con el centro urbano durante todo el año con paradas clave: estación de Renfe, Avenida Alfonso X el Sabio y Plaza de los Luceros, entre otras. Desde Luceros se enlaza con la red TRAM (L1 hacia Benidorm y comarca, L2 hacia San Vicente, L3 y L4 hacia la zona de playas), lo que abre la posibilidad de desplazarse a Playa de San Juan o incluso a Benidorm combinando tranvía y paseo. El pago sin contacto y los bonos integrados simplifican el acceso y, para equipajes voluminosos, las unidades están adaptadas con piso bajo.

Los taxis oficiales tienen su parada a la salida de llegadas, con tarifas regladas y suplementos claros por aeropuerto, nocturnidad o equipaje. La oferta de traslados compartidos o shuttles precontratados cubre franjas de madrugada y facilita desplazamientos a urbanizaciones de costa donde el transporte público no llega con la misma frecuencia. Reservar con antelación evita esperas en jornadas de picos turísticos; cotejar hora de aterrizaje con hora de recogida es un detalle que ahorra llamadas cuando una operación se retrasa.

Temporadas altas, obras puntuales y trucos de conductor local

La Costa Blanca exhibe un ciclo estacional marcado: auge en Semana Santa y verano, buen tono en puentes y fines de semana de otoño e invierno, estabilidad gracias al turismo residencial extranjero. Eso se traduce en ventanas de mayor densidad en autopistas, autovías y nacionales. En los viernes tarde y domingos a mediodía, la A-70 puede concentrar flujos en los accesos a barrios y centros comerciales; reorganizar el itinerario usando la AP-7 para salvar los últimos kilómetros o bajar a la N-332 para la aproximación final es una táctica sencilla que ahorra minutos.

En cuanto a obras y desvíos, la señalización provisional en la red estatal y autonómica suele desplegarse en periodos valle y fuera de temporada, pero no siempre encaja con los calendarios vacacionales. Un vistazo previo a paneles informativos y mapas actualizados ayuda a evitar sorpresas: si hay carriles con balizamiento móvil en la A-70 o mejoras de firme en la N-332, elegir itinerarios alternativos permite mantener la velocidad media y no entrar en cadenas de frenadas.

Al conducir, conviene no fiarlo todo al navegador. Los paneles de mensaje variable ofrecen alertas en tiempo real sobre accidentes, cortes y meteorología. Y el clima manda: con vientos de levante fuertes, las ráfagas en enlaces elevados recomiendan dos manos firmes al volante; con lluvias intensas, los tramos próximos a barrancos reducen visibilidad y exigen distancia de seguridad extra. En verano, una parada técnica en áreas de servicio —hidratarse, estirar piernas— evita distracciones y fatiga. Pequeñas cosas que marcan la diferencia en rutas cortas que a veces se hacen largas por puro cansancio.

En vehículos eléctricos o híbridos enchufables, la recarga rápida ha ganado presencia en las inmediaciones de la A-70 y la AP-7 y en centros comerciales cercanos a salidas principales. Planificar una recarga de oportunidad durante la comida o el supermercado del primer día permite olvidarse del asunto hasta el regreso. Muchas alquileres ya incorporan modelos electrificados; verificar conectores disponibles y potencias en el radio del alojamiento evita carreras de última hora.

Información útil que ahorra tiempo y discusiones

El detalle práctico cuenta. En el aeropuerto, anotar nivel y módulo del aparcamiento reduce vueltas al regreso. En los rent a car, llevar carné y tarjeta física acelera trámites; revisar depósito de combustible y política de kilometraje evita cargos inesperados. Fotografiar estado de carrocería y llantas en recogida y entrega es una costumbre sana. Si el viaje incluye sillitas infantiles, confirmarlas con antelación evita improvisaciones a medianoche.

En ciudad, los accesos al Castillo de Santa Bárbara se gestionan mejor dejando el coche en subterráneos y subiendo en ascensor o a pie; las calles del casco antiguo combinan carga y descarga, residentes y horarios restringidos que pueden no ser evidentes a primera vista. Para playas urbanas, las tarifas de zona azul y los horarios cambian por temporada: revisar el cartel de la calle evita multas innecesarias. En la zona de Cabo de las Huertas y calas pequeñas, el sentido común manda: aparcamiento ordenado, sin invadir accesos de emergencia ni pasos peatonales, y tolerancia cero con estacionamientos en zonas protegidas.

Cuando el plan incluye varias paradas —recoger llaves en una inmobiliaria, comprar en un supermercado, entrar al alojamiento—, ordenar los puntos sobre el círculo que dibuja la A-70 evita cruzar dos veces la ciudad. El anillo sirve precisamente para eso: repartir. Y si surge el imprevisto de una avería o de un pinchazo, las áreas de servicio de la AP-7 y los polígonos próximos a la A-70 concentran talleres y grúas con atención extendida. Llevar a mano teléfono de asistencia y contrato del vehículo recorta minutos en llamadas.

Aterrizar, arrancar y llegar: el mapa mental que funciona

La combinación “vuelos a Alicante + salida por carretera” se entiende en tres trazos: una terminal única que simplifica trámites, un nudo vial inmediato —N-338, A-70 y AP-7— que permite elegir dirección sin estrés y una red urbana y metropolitana con accesos bien señalizados a barrios, playas y municipios de costa. De ahí nace la sensación de facilidad: aterrizar, recoger coche o cruzar a pie al P1, incorporarse a la circunvalación y, en pocos minutos, estar encaminado hacia el centro, la Marina Baixa o la Vega Baja. La N-332, más lenta pero más escénica, bordea el litoral y deja a mano las urbanizaciones; la AP-7 y la A-70 sostienen la continuidad, reparten flujos y evitan rotondas imantadas.

Quien no conduce tiene igualmente resuelta la jugada con la C-6 hasta el corazón de la ciudad y el TRAM como red capilar hacia las playas y el norte metropolitano. En coche propio o de alquiler, con peaje o sin él según tramo y fecha, la lógica de la Costa Blanca se impone: ejes claros, salidas ordenadas, tiempos razonables. Con ese mapa mental en la cabeza —N-338 a A-70, bifurcación a AP-7 norte o sur, N-332 como hilo del mar—, el viaje fluye. Y si toca improvisar, el anillo permite rectificar sin entrar en laberintos urbanos. A veces basta con eso para no perder tiempo y, sobre todo, para empezar el plan con buen pie.


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Este artículo se ha elaborado con información de fuentes oficiales y confiables en España, contrastadas y vigentes. Fuentes consultadas: Aena, Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, Vectalia, TRAM d’Alacant, DGT.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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