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Cultura y sociedad

¿Qué debe aclarar Mazón sobre la tarde de la DANA?

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Qué debe aclarar Mazón

Foto de Jovigama vía Wikimedia Commons, licencia CC BY-SA 4.0 (recorte)

Feijóo exige claridad a Mazón por la tarde de la DANA: cronología revisada, llamadas bajo lupa y semana marcada por el homenaje oficial.

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha fijado una posición inequívoca: Carlos Mazón tendrá que ofrecer todas las explicaciones que se le pidan sobre lo ocurrido el 29 de octubre de 2024, el día de la DANA que golpeó con fuerza la Comunitat Valenciana. Y esas respuestas, dijo, deberán darse donde corresponde, en Les Corts y en el Senado, ante comisiones de investigación formadas para depurar hechos, decisiones y tiempos. Feijóo lo ha subrayado en Madrid, horas antes de que se cumpla el primer aniversario de aquella jornada que partió en dos a miles de familias.

La exigencia política llega justo después de que saliera a la luz un dato que complica la cronología de la tarde de la DANA: a las 18.45, aproximadamente, Mazón acompañó a la periodista Maribel Vilaplana hasta un aparcamiento cercano al restaurante El Ventorro, donde ella tenía su coche, tras una comida de trabajo. Ese desplazamiento, que no figuraba en las versiones públicas iniciales, ha motivado nuevas diligencias y ha llevado a la magistrada que instruye la causa a solicitar el listado de llamadas del president de ese día. Con ese hilo, la discusión deja de ser un cruce de declaraciones: ahora se analizan minutos, llamadas y recorridos.

Lo que está sobre la mesa hoy mismo

Hay tres hechos que condicionan el debate. Primero, Feijóo eleva el listón de exigencia y sitúa la rendición de cuentas en sede parlamentaria. Segundo, la cronología oficial ha cambiado: al itinerario desde El Ventorro al Palau de la Generalitat se incorpora un desvío al aparcamiento. Tercero, la investigación judicial quiere contrastar el tráfico de llamadas del 29-O para reconstruir con precisión qué decisiones se tomaron y cuándo. Todo ello sucede en la llamada “semana de las víctimas”, con un funeral de Estado previsto para este miércoles en Valencia, al que el presidente del PP ha confirmado su asistencia, reclamando respeto y contención pública.

No se trata de un matiz: las emergencias se miden en minutos. La pregunta que planea, sin necesidad de formularla, es si el presidente valenciano estuvo donde debía y cuando debía. Por eso esa escena del aparcamiento —breve, sí, pero relevante— ha cobrado un peso que hace un mes habría parecido exagerado. En una jornada de lluvia extrema, con barrancos desbordados y cientos de avisos en cadena, cada hueco temporal importa. Y ahora hay uno que exige ser aclarado.

Cronología que ya no encaja del todo

La reconstrucción de la tarde del 29-O había trazado, hasta hace poco, un recorrido directo: salida del restaurante y llegada al Palau para seguir la gestión de la emergencia. La pieza que ha aflorado —ese acompañamiento a pie hasta un aparcamiento cercano— mueve fichas. No porque sea ilegal ni porque sugiera nada oscuro por sí mismo, sino porque introduce un desvío en momentos en que las administraciones activaban dispositivos y los servicios de emergencia se multiplicaban.

A partir de las 18.45, el relato se hace más exigente. Caminar desde esa zona al Palau lleva poco más de diez minutos, incluso con la ciudad mojada. La gran incógnita, por tanto, no es si Mazón fue o no al Palau —que fue—, sino qué ocurre minuto a minuto entre la despedida y el momento en que el president asume el control político de la respuesta, cuándo se comunica con su equipo, con la responsable de Emergencias, con la dirección del 112 o con el Cecopi, y qué decisiones concretas se toman bajo su autoridad. Eso es lo que miran las comisiones y, por otra vía, la jueza de Catarroja.

El terreno es resbaladizo porque no hablamos de percepciones, sino de datos trazables. Una lista de llamadas fija con exactitud quién contacta a quién y a qué hora. La presencia en un edificio público deja registros de acceso. Los centros de coordinación levantan actas. Y los servicios a población —como la alerta masiva a móviles, si se activa— generan marcas temporales indiscutibles. El puzle está ahí, casi completo. Lo que falta por encajar son algunas piezas clave de esa hora crítica.

El foco de Feijóo y su lectura política

La frase del presidente del PP parece corta y de manual, pero tiene varias capas. Al exigir “todas las respuestas” en sede institucional, Feijóo despersonaliza el choque y se aleja de la defensa cerrada por lealtad interna. Es una posición de contención: ni absolución preventiva ni linchamiento, sino parlamento y papeles. También es una forma de marcar la agenda en un momento cargado simbólicamente por el funeral de Estado. Y, a la vez, un mensaje interno: la dirección nacional no regalará blindajes si la realidad documental contraría el relato autonómico.

Esa contención no es menor. El PP gobierna la Comunitat Valenciana y, por tanto, asume el coste de toda la gestión. El propio Feijóo ha pedido respeto a las víctimas y ha evitado alimentar el debate en las vísperas del funeral. Pero ha dejado fijado un estándar: Mazón responderá a lo que se le pregunte en Les Corts y en el Senado. Sin atajos. Lo cual, en la práctica, conlleva comparecencias extensas, aportación de documentos y una cronología contrastada con registros de telefonía y actas oficiales.

Qué van a exigir las comisiones: tiempos, llamadas y decisiones

El mandato de las comisiones de investigación es nítido: reconstruir la cadena de decisiones durante la tarde de la DANA y determinar si los protocolos se ejecutaron con la diligencia debida. Traducido a preguntas operativas, los grupos querrán fijar cuatro variables: dónde estaba el president en cada franja, cuándo se traslada al Palau y en qué momento asume la dirección política del operativo, con quién se comunica para ello, y qué decisiones toma o delega, desde la activación de avisos hasta los eventuales refuerzos de recursos sobre el terreno.

Habrá interés por la coordinación con el 112 y con el Cecopi, el órgano donde confluyen la Generalitat, Delegación del Gobierno, Guardia Civil, Policía, bomberos, emergencias sanitarias y técnicos de riesgos. Las actas de ese centro —y los testimonios de quienes estuvieron en la sala— son esenciales para calibrar la capacidad de reacción. También lo será la línea temporal de la comunicación pública: notas, ruedas de prensa, mensajes institucionales aportan la perspectiva de qué sabía la sociedad y cuándo lo supo.

En este punto, la lista de llamadas del 29-O no es una curiosidad morbosa, sino una herramienta de verificación. Si el president habló con su consellera de Emergencias o con su gabinete a una hora determinada, si recibió o cursó llamadas a mandos operativos, todo eso se cruza con la evolución del temporal y con las medidas adoptadas. ¿Encaja? ¿Hay vacíos? La técnica parlamentaria —más lenta de lo que desearíamos, sí, pero metódica— hará ese cruce con la ventaja de que ya se conocen algunos tramos de la tarde que hasta hace poco no estaban claros.

El giro cronológico: del restaurante al aparcamiento

El añadido del aparcamiento cercano a El Ventorro tiene una explicación sencilla: formaba parte del final de una comida de trabajo, no había prohibiciones y en principio no hay nada reprochable en acompañar a una persona hasta su coche. El problema sobreviene por el contexto: a esa hora, la DANA estaba descargando con violencia, los avisos se habían multiplicado y la sala de máquinas institucional acumulaba decisiones urgentes. Volver a hacer a pie el trayecto hacia el Palau no es, por sí solo, un demérito, pero sí obliga a cuadrar el tiempo invertido y qué se atendió por teléfono mientras tanto.

La distorsión llega cuando las versiones públicas se corrigen a la luz de nuevos datos. Si durante meses se sostuvo un itinerario sin desvíos y ahora aparece un tramo más, el resultado es desconfianza. Por eso la jueza ha pedido la lista de llamadas: para cotejarla con la documentación remitida a Les Corts y despejar las dudas. No es un gesto político, es instrucción judicial. Si los registros demuestran que hubo comunicaciones clave en esas franjas, el relato gana solidez. Si no, el hueco temporal pesará aún más.

El rastro documental y lo que falta por ver

El listado de llamadas es solo una parte del rastro. Los accesos al Palau, las actas del Cecopi, los mensajes de los gabinetes y la agenda interna también aportan señales. De hecho, las comisiones han pedido amplia documentación para ordenar el minuto a minuto. Se trata de una metodología conocida: sumar piezas para que el resultado final no dependa de testimonios que cambian con el tiempo, sino de registros. Al final, la imagen de la tarde de la DANA se obtiene igual que se obtiene una foto nítida: juntando píxeles.

Queda por ver qué dicen los testigos que ya han sido citados, entre ellos quienes compartieron esa comida y quienes coordinaron la emergencia. Son declaraciones con valor probatorio limitado, pero esclarecedor desde el punto de vista público: ayudan a reconstruir escenas, a fijar horarios aproximados y a detectar contradicciones. Un ejemplo claro es el de los acompañamientos: quién salió antes, quién después, quién tomó tal calle, cuánto duró el trayecto. Detalles que, sumados, sostienen o corrigen la cronología.

La arista judicial: una instrucción con reloj

La instrucción abierta en un juzgado de la comarca de l’Horta Sur —competente por el alcance territorial de varios hechos— no busca culpables políticos, busca responsabilidades penales si las hubiera. Por eso su escrutinio es más quirúrgico y menos ruidoso. La jueza no se mueve por titulares, se mueve por registros y declaraciones con valor procesal. Solicita el listado de llamadas, pide documentación a Les Corts, cruza lo recibido con declaraciones de cargos y técnicos, y, si detecta contradicciones materiales, ordena ampliaciones.

Ese marco penal obliga a todos a medir las palabras. De ahí que Feijóo haya reclamado contención esta semana. Y de ahí que la Generalitat haya empezado a blindar su relato con papeles: enviar documentación, estructurar cronologías, reforzar la justificación de decisiones. El objetivo político es comprensible; el judicial, también: cruzar llamadas y tiempos para saber si hubo omisión de deberes o mala praxis en la gestión de una emergencia de libro. Si el puzle encaja, el caso se archivará. Si saltan alarmas, el procedimiento se alargará.

Impacto institucional: baja el volumen, sube la exigencia

En el plano institucional, el funeral de Estado previsto para este miércoles en Valencia rebaja el tono público unos días. No lo elimina —la maquinaria política no se detiene—, pero sí desaconseja los altavoces. En paralelo, las comisiones fijarán agendas de comparecencias, y a partir de ahí las novedades ya no vendrán tanto de filtraciones como de sesiones oficializadas: dosificación de comparecientes, documentos incorporados al expediente, cronogramas que se hacen públicos. Es una fase más adulta del escrutinio, menos de titulares cruzados y más de hechos verificables.

Esa maduración del debate tiene un efecto visible: los silencios pesan. Si algo no se explica, se nota. Y si algo se explica con papeles, también. En política autonómica, pocas crisis exigen tanta precisión como una inundación con víctimas. Ni por el coste humano ni por el impacto en servicios esenciales —carreteras, sanidad, protección civil—. De ahí que cualquier desajuste en la cronología de la tarde del 29-O despierte tanta atención. No se trata de “culpar” por acompañar a alguien a su coche; se trata de comprobar si, en ese tiempo, la Presidencia estuvo operativa y a pleno rendimiento.

La responsabilidad en episodios extremos

Hay un aprendizaje duro en cada catástrofe: los tiempos institucionales no son los mismos que los de la vida diaria. Un president no “acompaña un momento” igual que lo haría una persona cualquiera, porque su disponibilidad altera decisiones que afectan a miles. De ahí la insistencia parlamentaria en amarrar la línea temporal. Si la tarde de la DANA se fue en parte en desplazamientos y conversaciones no relacionadas con la emergencia, la valoración política será severa. Si, por el contrario, se coordinó por teléfono y se tomaron decisiones durante esos minutos, se calibrará de otra manera.

Es aquí donde las listas de llamadas y las actas cumplen su función higiénica. El escrutinio no es un castigo, es una obligación democrática. La transparencia evita sospechas y robustece la administración, incluso cuando la conclusión sea incómoda. También ahorra teorías y exageraciones, inevitables cada vez que una versión se rectifica. Si la Generalitat entrega sin reservas todo lo solicitado y los documentos cuadran con los testimonios, el debate bajará de temperatura y quedará en manos de los procedimientos.

Un año después: duelo, memoria y papeles

A punto de cumplirse doce meses del 29-O, la Comunitat Valenciana vive una semana atravesada por la memoria de quienes no volvieron a casa. Es la línea roja que Feijóo ha querido trazar al pedir respeto en estas fechas. Ese respeto no impide —al contrario— que la rendir cuentas siga su curso. De hecho, aporta contexto: la exigencia de que las instituciones actúen rápido y bien no es capricho; es la forma de evitar males mayores cuando la naturaleza pone a prueba infraestructuras, protocolos y a quienes han de activarlos.

La política, en este escenario, añade su guion inevitable: equilibrios internos, mensajes cruzados, presiones de partido. Pero el núcleo es otro: qué se hizo aquella tarde, cuándo y por qué. Si al final la cronología se solidifica con documentos, quizá descubramos que hubo errores entendibles en una tarde caótica; o quizá —y sería grave— hubo negligencia. Esa diferencia no la marcarán los adverbios, la marcarán los minutos.

Qué falta por documentar de forma incontestable

Queda un tramo de comprobación que determinará el sentido del debate. Primero, la cronología exacta del itinerario desde El Ventorro: hora de salida, recorrido real hasta el aparcamiento, despedida y tiempo invertido hasta el Palau. Segundo, el tráfico de llamadas del president entre las 18.30 y las 20.00: a quién llamó, quién le llamó, qué conversaciones se cruzaron con decisiones operativas. Tercero, la sincronía entre esas comunicaciones y los hitos del operativo: reuniones del Cecopi, avisos a la población, refuerzo de recursos. Cuarto, la versión integrada de todos los actores clave: gabinete del president, Emergencias, 112, mandos policiales y técnicos.

Ese cuadro completo permitirá interpretar con justicia la tarde de la DANA. Si el hueco temporal se explica —con llamadas, actas y testimonios coherentes—, la polémica se recolocará. Si no, ganará cuerpo la idea de que se infravaloró la gravedad o se gestionó por debajo de lo exigible en un episodio extremo. Nadie en la arena pública ignora lo que se juega: credibilidad institucional, confianza ciudadana y, en última instancia, la solidez de un equipo de gobierno que afronta su hora más difícil.

Qué significa realmente la frase “todas las preguntas”

Quien haya seguido la política española sabe que las palabras medidas importan. Cuando Feijóo remite todo a las comisiones y a la instrucción, está diciendo varias cosas a la vez: que no amparará versiones que no resistan el contraste documental; que prioriza el respeto en la semana del duelo; y que, si las respuestas no llegan o llegan tarde y mal, el coste político será asumido en su sitio, no en ruedas de prensa. En otras palabras, traslada el centro de gravedad del conflicto a su terreno natural: la institución.

Para el president de la Generalitat, el mensaje es una oportunidad y un riesgo. Oportunidad, porque le permite ordenar su defensa con papeles y sin ruido. Riesgo, porque fija el listón en la exactitud: “todas y cada una” de las preguntas, y con detalle. No bastará con generalidades. Tocará explicar por qué a las 18.45 estaba donde estaba, cómo se coordinó desde ese momento, cuándo se puso al frente del dispositivo operativo y qué decisiones directas dejó firmadas o autorizó por los cauces adecuados.

El día después del homenaje, lo que viene

El calendario inmediato está claro. Tras el funeral de Estado y los actos de memoria —que obligan a guardar silencio y respeto—, llegarán las comparecencias. Ahí se sabrá si la cronología resiste o si salta por los aires; si la lista de llamadas despeja la “hora oscura” o si abre nuevas dudas; y si la instrucción consolida la idea de un fallo de coordinación o descarta responsabilidades penales. Mazón comparecerá con una mochila conocida: versiones corregidas, un trayecto que ya no es lineal y una oposición —política y social— que no afloja.

Queda dicho y conviene repetirlo con calma: no es una disputa sobre una sobremesa, es una rendición de cuentas sobre la tarde más exigente del año. Un presidente autonómico —cualquiera— vive atado al reloj en episodios así. Por eso cada minuto más que una persona tarda en estar a pleno rendimiento se audita con lupa. Y por eso la instrucción y las comisiones se han puesto a sumar minutos. Es la forma más honesta de honrar a las víctimas y de mejorar los protocolos cuando vuelva a llover como llovió.

Lo que el reloj dirá de Mazón

El desenlace, salvo sorpresa, no llegará de golpe. Se irá decantando a medida que se publiquen documentos, que se escuchen testimonios clave y que la cronología quede cuadrada sin holguras. El reloj, esa pieza prosaica, dirá si Mazón estuvo a la altura en la tarde de la DANA. Lo dirá con horas y minutos, con llamadas registradas y actas firmadas. Y, cuando ocurra, será posible valorar con justicia una gestión que hoy —a falta de ese último encaje— sigue pendiente de explicar en su punto más delicado: entre las 18.45 y el arranque pleno del mando.

En ese tramo estrecho se decidirá la lectura final de todo lo demás: la frase de Feijóo, el sentido de las comparecencias, la utilidad de la instrucción, la confianza política. No hay atajos ya. “Todas las preguntas” —las mismas que se repiten desde hace meses— tienen fecha y lugar. El guion está escrito: responder, documentar y cuadrar. Lo contrario sería dejar en sombra la tarde que nadie olvida. Y el reloj, impasible, seguirá marcando.


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Este artículo se ha redactado con información contrastada de medios y organismos fiables. Fuentes consultadas: EFE, El País, Valencia Plaza, La Vanguardia, Europa Press, Cadena SER, El Confidencial, Onda Cero, AEMET, CEAM.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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