Economía
¿LVMH crece: por qué y cuánto, y cómo ganar tú también?

LVMH repunta: 1% orgánico en el trimestre y +12% en bolsa; cifras clave, motores por divisiones y formas sensatas de sumarse a la tendencia.
El lujo ha arrancado la jornada con un golpe sobre la mesa. LVMH volvió a crecer en el tercer trimestre de 2025 y la respuesta del mercado ha sido inmediata: subida bursátil de en torno al 12% en la sesión del 15 de octubre. El dato que lo explica es concreto y medible: crecimiento orgánico del 1% y una cifra de negocios que ronda los 18,3 mil millones de euros en el periodo, con un tono mejor que en primavera. La sensación de fondo es que el ciclo ha dejado de deteriorarse. No es euforia, es firmeza.
La clave de ese giro no es un golpe de suerte ni un lanzamiento milagro, sino un conjunto de piezas que encajan: Asia vuelve a tirar, Perfumes y Cosmética crece un 2%, Relojes y Joyería otro 2% y la distribución selectiva —con Sephora como locomotora— avanza un 7%. La división que más pesa, Moda y Marroquinería, todavía cae un 2%; sin embargo, esa caída es muy inferior al -9% del segundo trimestre. La pendiente cambia y la bolsa lo ha leído de inmediato. ¿Cómo sacarle partido? De forma operativa, tiene sentido plantear entradas escalonadas en el líder del sector, evaluar ETF UCITS temáticos de lujo para diversificar o combinar ambas vías con un enfoque “núcleo y satélite”. El cómo y el porqué, con detalle, a continuación.
Qué ha pasado hoy con LVMH
El trimestre ha servido para despejar dudas. LVMH cerró el periodo con crecimiento orgánico del 1% —la medida que aísla divisa y perímetro— y unos ingresos en torno a los 18,3 mil millones. En términos reportados, el efecto de las divisas ha sido un viento de cara que resta brillo al número “en bruto”, pero no cambia la lectura esencial: tras dos trimestres de frenazo, la curva vuelve a apuntar hacia arriba. Ese cambio de dirección, por pequeño que parezca, importa en un grupo que mueve el pulso de los índices europeos.
En bolsa, la reacción de doble dígito no es un exabrupto. LVMH es referencia del CAC 40 y del lujo mundial, y cualquier señal de estabilización se amplifica por efecto arrastre: Hermès, Richemont, Kering, Moncler… todas han acompañado el rebote. El mensaje del mercado es nítido: había miedo a un trimestre “plano o peor”, y lo que se ha recibido es crecimiento y mejora de tendencia en el negocio clave de marroquinería, aunque siga en negativo. El sector, tan sensible al sentimiento, premia los giros de pendiente; hoy lo ha hecho.
Otro punto que no conviene perder: el turismo ya no aporta como en 2024 y Europa acusa esa normalización. Aun así, la demanda local en Asia ha compensado parte del hueco y el consumo en EE. UU. no ha sido un freno. Cuando el mix geográfico se desplaza hacia los polos que empujan —China recuperando pulso, Estados Unidos estable—, el grupo respira. Y eso, para la narrativa de beneficios, es justo lo que hacía falta.
Qué explica el giro
El avance se apoya en factores operativos, de producto y de región que han madurado a la vez, no en un golpe de timón aislado. El primero es la cadencia de lanzamientos en belleza, con Dior y Guerlain marcando el ritmo. La belleza es el colchón del conglomerado cuando los bolsos y el prêt-à-porter pierden fuelle: genera tráfico, sostiene ticket y no depende tanto del turismo. El segundo es el empuje de Sephora, cada vez más dominante en distribución selectiva, con una ejecución afinada en tiendas físicas, fidelización y venta omnicanal. El tercero, China. Tras meses de incertidumbre por la crisis inmobiliaria y una confianza del consumidor deteriorada, los datos de tráfico en tiendas emblemáticas muestran mejor tono. No es un cohete, pero sí una recuperación visible.
El precio ha dejado de ser la única palanca. Después de subidas acumuladas desde 2021, el grupo ha recalibrado su estrategia hacia creatividad, experiencia y capítulos de marca que renuevan el deseo sin tensionar tanto el PVP. De ahí que el -2% de Moda y Marroquinería se sienta distinto que hace unos meses: hay señales de estabilización en colecciones icónicas, mayor tracción local y menos dependencia del turista comprador. El mix todavía no es óptimo —el grupo expande márgenes de verdad cuando Moda vuelve a crecer y eleva precio con elasticidad—, pero la dirección apunta a ese objetivo.
Moda, belleza y joyería
La Moda y Marroquinería sigue siendo la brújula del caso LVMH. Louis Vuitton y Dior lo son casi todo en términos de percepción, margen y caja. La división cayó un 2% orgánico, sí, pero venía de -9%; ese salto de siete puntos en la pendiente es exactamente el tipo de mejora que el mercado buscaba. No se apoya solo en bolsos: la pequeña marroquinería amortigua, el prêt-à-porter limpia inventario con menos descuento y la experiencia en tienda —arquitectura, arte, instalaciones— sostiene el tráfico.
En Perfumes y Cosmética, el +2% está cargado de significado. Es una familia de negocio que resiste cuando el lujo “duro” se normaliza y escala con nuevas líneas sin canibalizar las históricas. Dior ha acertado con el ritmo de novedades en perfumería y maquillaje, y Guerlain consolida colecciones rentables que fidelizan sin pelear por precio. La relojería y la joyería suman otro +2%. Ahí, Tiffany & Co. es la locomotora, mientras marcas de nicho de alta relojería mantienen foco en piezas de valor y colabora de forma selectiva, sin diluir la marca.
La distribución selectiva es, quizá, la historia más subestimada del grupo: +7% orgánico con Sephora al frente, una maquinaria que convierte tráfico en ticket y fideliza a ritmo alto. La ejecución en tienda, el impulso de marcas propias y la lectura del dato digital convierten cada campaña en palanca. Cuando el ciclo aprieta, tener un retail de belleza que suma es una ventaja asimétrica.
Qué implica en la acción y en el sector
La subida alrededor del 12% es, en parte, un rebote de alivio: el consenso temía que el trimestre fuera más flojo, especialmente en Moda. Pero también hay lectura de fundamentales. Volver a crecer orgánicamente y mostrar divisiones en positivo configura un año que parecía perdido y ahora se encarrila. En términos de valoración, LVMH sigue cotizando con prima frente al Europa “promedio”; se la ha ganado durante una década siendo líder absoluto en márgenes, caja y ejecución. Esa prima se defiende cuando los motores vuelven a encenderse. Hoy han encendido al menos dos.
El sector lujo es especialmente sensible a las narrativas: China, turismo, dólar, reposicionamientos creativos, colaboraciones puntuales. Lo de hoy reordena carteras de forma mecánica: los gestores que iban infraponderados vuelven a neutral o sobreponderan por pura necesidad de beta sectorial. A partir de mañana, el foco regresa a lo concreto: ventas del cuarto trimestre, márgenes por división, mix de producto en las colecciones más rentables y divisa. Aun en un buen día, el euro fuerte o un yuan flojo pueden poner arena en la mecánica.
Una matización útil: el mercado no descuenta un regreso inmediato a los crecimientos de dos dígitos de la pandemia. Lo que sí está poniendo en precio es una normalización del ciclo del lujo a ritmos más sanos, menos dependientes del turista y con una disciplina de precios distinta a la de 2021–2023. Si esa tesis se confirma, el rebote de hoy no será un fogonazo; será el comienzo de una etapa más horizontal, con avances y pausas, pero con tendencia.
Cómo aprovecharlo con cabeza
Las formas de exponerse a la tesis del lujo son conocidas, pero conviene ordenarlas ahora que el ruido sube. La primera, la más directa, es la propia acción de LVMH. No es un “chicharro” que se pone de moda; es el líder del sector, con decenas de casas, un ciclo creativo robusto y capacidad de convertir caja incluso en entornos complejos. La táctica prudente cuando una acción salta en doble dígito en un día no es perseguirla, sino planificar entradas parciales. Dividir el presupuesto en tres o cuatro tramos, aceptar que puede haber retrocesos y ejecutar sin ansiedad.
La segunda vía son los ETF UCITS de lujo domiciliados en Europa. Productos como Amundi Global Luxury (tickers distintos según mercado) permiten una cesta diversificada de líderes en moda, cosmética, joyería o incluso autos premium. Sirven para capturar el movimiento sectorial sin depender por completo de un solo nombre y suavizan la volatilidad idiosincrática de un lanzamiento fallido o un relevo creativo. Es clave revisar comisiones, monedas de cotización, liquidez y tracking difference antes de decidir.
La tercera, un enfoque de “núcleo y satélite”: un núcleo diversificado —por ejemplo, un ETF amplio europeo de bajo coste— y un satélite en lujo, sea con LVMH o con un ETF temático. Este esquema da flexibilidad: permite rebalancear trimestralmente, reducir exposición si el rally se calienta o incrementarla si el momentum se consolida sin sobrecargar el riesgo en una sola posición. En términos prácticos, facilita mantener la estrategia cuando llegan los vaivenes y hay titulares contradictorios.
La gestión del riesgo es no negociable. Operativamente, distribuir las entradas en ventanas temporales distintas reduce el peso del timing. Establecer un nivel de invalidación —mental o con orden condicionada— protege de quedarse atrapado si la tesis se rompe. Y revisar la posición tras cada trimestre, con los números sobre la mesa, ayuda a evitar una complacencia que el mercado castiga. Hay, además, estrategias más avanzadas, como ventas de calls cubiertas tras días de volatilidad explosiva, para ingresar primas si el valor transita lateral. Son tácticas que exigen disciplina y conocimiento de vencimientos y fiscalidad; sin ese bagaje, mejor no tocarlas.
Un apunte emocional, corto y práctico. El lujo se vende con campañas espectaculares, desfiles y arquitectura que quita el hipo. Todo eso suma a la marca, pero la rentabilidad sostenida llega por carriles menos vistosos: márgenes por división, rotación de inventario, capex selectivo, apertura y reforma de tiendas con retorno claro y una política de precios que preserve deseabilidad sin agotar al cliente. La grandeza de LVMH, cuando funciona, es que sabe mover ambas palancas.
Señales a vigilar en los próximos meses
La hoja de ruta inmediata pasa por varios hitos. El primero, campaña navideña. Ahí se comprobará si Moda y Marroquinería es capaz de pisar terreno positivo o de quedarse muy cerca, y cómo empujan las colecciones icónicas en Louis Vuitton y Dior. El segundo, el oído a los márgenes: belleza y retail selectivo tiran, pero el mix óptimo para expandir beneficio requiere a Moda progresando sin depender solo de precios. El tercero, la geografía: Asia debe aportar continuidad; Estados Unidos conviene que se mantenga estable; Europa necesita que el turismo no se desinfle más allá de lo normal para estas fechas.
La divisa será otro protagonista silencioso. Un euro con tendencia a apreciarse recorta ventas reportadas y puede estresar márgenes si no se ajusta bien el hedging. En paralelo, la sensibilidad del grupo a la geopolítica y a políticas comerciales —aranceles, controles en fronteras, permisos— es un factor a monitorear, especialmente si el viaje internacional se complica. En periodos como 2024–2025 ya se vio que el tráfico internacional es una variable que puede cambiar el paso de un trimestre a otro.
La parte creativa también cuenta, aunque parezca intangible. Relevos en direcciones creativas, colaboraciones y cápsulas con poder de conversación tienen impacto real en el ticket medio y en el stock a final de temporada. El equilibrio entre iconos —que garantizan margen— y novedades —que traen tráfico y justifican precio— es el arte de dirigir una casa de lujo. En los próximos meses, LVMH estará examinado en ese aspecto tanto como en su contabilidad.
Un punto adicional, con visión de capital. El grupo ha sido históricamente disciplinado en capex, adquisiciones selectivas y remodelación de tiendas clave, más que en macrooperaciones. Si el flujo de caja mejora con el ciclo y Moda se estabiliza, habrá margen para reformas de alto impacto y formatos que eleven la experiencia sin disparar el opex. Son decisiones que no salen en titulares pero sí acumulan valor.
Por último, el mapa competitivo. En jornadas de rebote, es tentador mirar solo al líder. El desempeño de Hermès —una historia muy distinta en su mezcla y pricing power—, la reactivación de Richemont en joyería y relojería de alta gama, el ajuste de Kering con sus casas principales y las velocidades de Moncler o Prada dibujan el contexto en el que LVMH compite. Cuando el sector se mueve a la vez, se abren y cierran ventanas tácticas: pares que se recalientan, múltiplos que se vuelven exigentes, rotaciones que crean descuentos temporales. Seguir ese terreno ayuda a elegir exposición y tiempos.
Un lujo que vuelve a coger ritmo
La lectura del día es clara: el líder vuelve a crecer, el mercado responde con fuerza y el sector acompaña. LVMH encara el cierre de 2025 con mejor tono del que traía a mitad de año, apoyado en Asia, en la resistencia de la belleza, en una distribución selectiva que ya es motor propio y en una Moda que, aunque no despega, recorta la caída con rapidez. El caso no es un sprint; es un cambio de pendiente que se consolida trimestre a trimestre.
Para aprovechar el movimiento sin quemarse, lo sensato es una estrategia paciente y mecánica: entradas escalonadas si se apuesta por el líder, cestas temáticas si se prefiere diversificar, o una combinación de ambas bajo un marco de núcleo y satélite. La ejecución manda mucho más que la elocuencia. Si Asia sigue sosteniendo, si Moda cruza a positivo con algo de elasticidad de precio y si la divisa no se convierte en un muro, el hilo conductor para 2026 está ahí: un lujo menos exuberante, más disciplinado y con espacio para crecer sobre bases sólidas.
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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: Europa Press, El Confidencial, Bolsamanía, Forbes España.

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