Cultura y sociedad
Incendio en la Mezquita de Córdoba: ¿qué pasó realmente?

Un incendio en la Mezquita-Catedral de Córdoba despertó a toda la ciudad. Descubre cómo se desató y por qué importa ahora más que nunca.
Era una de esas noches que parecen no tener prisa, con un calor que se quedaba pegado a la piel. Córdoba se preparaba para cerrar otra jornada de agosto cuando, de repente, la rutina se rompió de forma abrupta. Un incendio en la Mezquita-Catedral, el celebre corazón histórico y espiritual de la ciudad, sacudió a vecinos, autoridades y visitantes. Las imágenes comenzaron a circular en cuestión de minutos: humo denso elevándose sobre los arcos centenarios, sirenas cortando el silencio y un olor acre que se colaba por las calles adyacentes. La temperatura ya era insoportable —rozando los 39 °C— y esa mezcla de calor y fuego real convirtió la escena en algo casi irreal, como si se tratara de un episodio de otra época.
Aproximadamente a las 21:15, una barredora automática que realizaba tareas de limpieza en el Patio de los Naranjos empezó a fallar. Primero un chisporroteo, luego una pequeña humareda y, en segundos, el fuego comenzó a propagarse. Lo que debía ser una noche tranquila terminó en una carrera contra reloj para salvar uno de los monumentos más valiosos de España y del mundo. Y lo que sucedió después quedará en la memoria colectiva de la ciudad durante mucho tiempo.
La Mezquita de Córdoba en llamas
Dicen que fue una de esas cosas que nadie imagina. Una barredora automática de Sadeco, de las que ves a diario y casi ni registras, terminó siendo la chispa del desastre. Estaba trabajando en el Patio de los Naranjos, ese espacio que todo cordobés y visitante conoce bien, con siglos de historia en cada piedra y un silencio peculiar a ciertas horas. Algo pasó. Un fallo, un chasquido… y, según cuentan, la batería reventó en un cortocircuito.
Al principio fue solo un humo extraño, pero enseguida las llamas se levantaron, empujadas por el calor sofocante que llevaba acumulado todo el día y por alguna que otra cosa inflamable demasiado cerca. En cuestión de minutos, el fuego ya lamía la Puerta de San José —la misma que se levantó en el siglo X y que hace apenas ocho años lucía restaurada—. No se detuvo ahí: siguió buscando camino hacia el ala de Almanzor, una de las partes más reconocibles y queridas de todo el conjunto.
La llamada de emergencia movilizó de inmediato a cinco camiones de bomberos, varias dotaciones de Policía Local y Nacional, y hasta una grúa para acceder a zonas elevadas. Las sirenas y el destello de las luces de emergencia se reflejaban en los muros centenarios, generando una imagen tan dramática como hipnótica. «El incendio ya está controlado, aunque seguimos evaluando los daños», informaron desde la diócesis poco después, mientras cientos de curiosos se agolpaban en calles cercanas para tratar de entender qué estaba ocurriendo. La evacuación de las vías colindantes fue rápida, evitando cualquier riesgo para los ciudadanos.
Qué se sabe hasta el momento
Según las primeras hipótesis que circulan entre los equipos técnicos, todo apunta a que la batería de la barredora sufrió un fallo grave que acabó desatando el incendio. Aun así, nadie se atreve a darlo por seguro: no existe todavía un informe oficial y los peritos siguen revisando cada detalle. Lo que sí está claro es que el fuego no dio tregua. Avanzó rápido, se coló hasta una capilla lateral y estuvo muy cerca de comprometer zonas especialmente sensibles del conjunto monumental. Por suerte, la Mezquita-Catedral estaba ya cerrada al público en ese momento, lo que evitó una evacuación más compleja y cualquier herido.
Vecinos de la zona cuentan que en apenas cinco minutos ya había humo visible sobre la torre del campanario. La Policía acordonó las calles Magistral González Francés y adyacentes, impidiendo el acceso incluso a residentes. Técnicos de EMACSA y especialistas en conservación patrimonial se desplazaron al lugar para evaluar si el fuego había afectado únicamente a elementos superficiales —pinturas, carpintería, mobiliario— o si había alcanzado estructuras internas que requieran una restauración de mayor envergadura. El temor principal es que el calor extremo pueda haber debilitado puntos clave de las bóvedas y columnas, incluso si visualmente parecen intactas.
Por qué se quemó: las posibles causas y responsables
A pesar de que la barredora es tecnología moderna, la posibilidad de una avería eléctrica no se descarta. Algunos trabajadores han comentado de forma extraoficial que las baterías de litio que utilizan estas máquinas pueden ser muy sensibles al calor extremo, y Córdoba lleva semanas bajo temperaturas que rozan los 40 °C. La pregunta que sobrevuela es si se trató de un fallo de mantenimiento, un defecto de fabricación o simplemente un accidente fortuito.
De confirmarse la hipótesis de la batería, la empresa responsable del mantenimiento y el proveedor del equipo estarían obligados a dar explicaciones y posiblemente a revisar todas las máquinas en uso. «No se puede permitir que un fallo así ponga en riesgo un patrimonio universal», declaró un concejal del Ayuntamiento visiblemente enfadado, mientras supervisaba el perímetro. Por ahora, las autoridades insisten en que no hay indicios de intencionalidad, pero el proceso de peritaje podría tardar semanas. Hasta entonces, la sombra de la duda seguirá presente.
Evolución del siniestro
En un primer momento, el fuego parecía estar contenido en un área reducida, pero la realidad es que se movió con una velocidad inquietante. Las llamaradas saltaron de un punto a otro del Patio de los Naranjos y se colaron por una puerta lateral hacia el interior, donde se encontró con elementos de madera y textiles que aceleraron la combustión. Los bomberos actuaron de forma fulminante, desplegando mangueras de alta presión y trabajando en distintos frentes para impedir que las llamas alcanzaran zonas de gran valor histórico.
«La actuación fue inmediata; en minutos todo estaba acordonado y los efectivos ya trabajaban», relató uno de los bomberos a la prensa local, todavía con el uniforme empapado de sudor y hollín. En apenas treinta minutos, el fuego estaba bajo control, aunque la humareda persistió durante más de una hora. La rapidez de la respuesta fue clave para que el incendio no se convirtiera en una catástrofe patrimonial. Aun así, el daño visual y el impacto emocional ya estaban hechos: ver un monumento de esa magnitud envuelto en humo es algo que deja huella.
Es el tercer incendio en la Mezquita de Córdoba
La historia de la Mezquita-Catedral no está libre de episodios similares. En 1910, una tormenta eléctrica provocó un incendio en el cimborrio del crucero, consumiendo varias vigas de madera antes de ser controlado. En 2001, un fuego en el archivo histórico destruyó 25 legajos valiosos, aunque el resto de la colección y la estructura principal se salvaron. Estos incidentes sirvieron para mejorar los protocolos de seguridad y respuesta, pero no han logrado eliminar del todo el riesgo.
Este nuevo incendio, sin embargo, es el más grave en lo que va de siglo en términos de afectación directa a zonas de gran valor artístico. Las imágenes de la torre campanario envuelta en humo han dado la vuelta al país y, de nuevo, surge la pregunta de siempre: ¿estamos realmente preparados para proteger el patrimonio en un contexto de cambio climático y temperaturas extremas? Porque las altas temperaturas y la sequedad ambiental no solo aumentan el riesgo de incendio forestal, sino que también amenazan a los centros urbanos y sus monumentos.
Un mal día para la historia
Córdoba ha vivido una noche que quedará grabada en su memoria reciente. El incendio, originado en una barredora, ha dejado al descubierto la vulnerabilidad de un patrimonio que creíamos intocable. La buena noticia es que no hubo víctimas humanas, pero el golpe emocional y simbólico es incuestionable. Ahora se abre un periodo de investigación y de restauración que podría durar meses, e incluso reabrir debates sobre la titularidad y gestión del monumento.
Cuando se disipen el humo y la tensión, volveremos a cruzar el Patio de los Naranjos y a mirar hacia arriba, a esos arcos infinitos que mezclan culturas y siglos. Pero lo haremos sabiendo que, bajo su belleza imperturbable, late una fragilidad que exige cuidados extremos.
El fuego, como siempre, nos lo ha recordado a su manera: abrupta, dolorosa y sin pedir permiso.
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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: El País, Cadena SER, HuffPost España, AS, Cosas de Córdoba.

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