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Naturaleza

Cucaracha que come: todos los secretos sobre su alimentación

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una cucaracha hembra en suelo

Todo lo que necesitas saber sobre la alimentación de la cucaracha, su adaptabilidad insólita y por qué aparece justo en tu cocina.

Hay un dato que cambia el modo en que miramos a estos insectos: las cucarachas son, ante todo, comedores oportunistas. En los bosques y en las ciudades, en cuevas húmedas o detrás del frigorífico, su dieta es un espejo del entorno. Comen lo que hay, cuando hay, como hay.

Esa plasticidad explica su éxito y, también, por qué comprender qué come una cucaracha no es una curiosidad de sobremesa, sino una clave para prevenir problemas sanitarios, interpretar su comportamiento y saber por qué aparecen justo ahí, en esa esquina de la cocina en la que juraríamos que no hay nada. Cierto… salvo una gota de agua, un hilo de grasa, un grumo de pan rallado. Les basta tan poco.

¿Qué comen las cucarachas?

Del mantillo al cubo de basura: una dieta sin prejuicios

En la naturaleza, la mayoría de especies de cucarachas viven lejos de las viviendas humanas y actúan como detritívoras: consumen hojarasca, hongos, materia vegetal en descomposición, excrementos y carroña. Ese trabajo —poco glamuroso, vital— acelera el reciclaje de nutrientes en el suelo. Hay linajes especializados, incluidos grupos que mastican madera muy degradada, y otros que exploran prácticamente cualquier recurso orgánico disponible. Esa amplitud de miras alimentarias es la norma del grupo.

La alianza que las hace invencibles: reciclar nitrógeno “desde dentro”

Un motivo de su resiliencia reside en una simbiosis antigua con bacterias del género Blattabacterium, alojadas en su tejido adiposo. Estas reaprovechan el nitrógeno de residuos como el ácido úrico y fabrican aminoácidos esenciales y vitaminas, permitiendo a las cucarachas prosperar con dietas pobrísimas en proteínas.

Traducido: pueden “vivir del suelo” mucho tiempo y con poco. Ese reciclaje interno es una de las razones por las que sobreviven donde otros insectos desfallecen.

Cómo, cuándo y con quién comen

Casi todas son nocturnas. Salen de sus refugios cuando baja la luz, exploran bordes y rincones y regresan con lo encontrado. En los interiores, los excrementos (frass) y las mudas se acumulan en zonas de descanso y, atención, las heces emiten señales químicas que invitan a otros individuos a agregarse. No es solo basura: es un mapa social.

Ese sello olfativo lo producen en parte las bacterias intestinales; por eso los juveniles (ninfas) practican la coprofagia: comen heces para “sembrar” su propio microbioma, lo que acelera su desarrollo y les ayuda a decidir dónde comer. Parece asqueroso, pero es eficaz.

Qué comen en casa (y por qué siempre encuentran algo)

Cuando colonizan edificios —cocinas, baños, trasteros— prefieren carbohidratos (pan, pasta, arroz, azúcar), grasas y proteínas. Les atraen los alimentos dulces y grasientos, restos de carne y salsas, pero también adhesivos de encuadernación y papel pintado, pegamento de sobres y sellos, jabón, pasta de dientes, cuero, pelo, uñas.

Lo orgánico manda; el envoltorio no es obstáculo si huele a comida. Las sobras minúsculas son suficientes para sostener poblaciones enteras.

Diferencias por especie… que importan más de lo que parece

En viviendas, cuatro nombres explican casi todo. La cucaracha alemana (Blattella germanica), la más común, omnívora, nocturna y muy doméstica, busca calor y humedad cerca de cocinas y baños. La americana (Periplaneta americana) prefiere espacios cálidos y húmedos (alcantarillas, sótanos, cuartos de calderas) y se aventura al interior cuando encuentra resquicios. La oriental (Blatta orientalis) ronda zonas frescas y húmedas a nivel de suelo y la castaña o rayada (Supella longipalpa) tiene debilidad por alimentos ricos en almidón, hasta el punto de roer pegamentos. Si entendemos qué buscan y dónde, entendemos qué comen y por qué.

El agua: su talón de Aquiles cotidiano

Sin agua, caen antes. Un adulto puede aguantar semanas sin comer, pero apenas unos días sin beber; por eso son tan fieles a fugas minúsculas, condensaciones, bandejas de nevera, bebedros de mascotas o una gota en el fregadero. Cortar esas microfuentes vale más que esconder el azúcar. La alemana, en particular, se deshidrata con facilidad: si falta agua, la población se desploma.

¿Caníbales? Cuando aprieta el hambre, también

No es su primera opción, pero el canibalismo y la necrofagia aparecen en escasez severa o hacinamiento. Esa conducta, por cierto, se ha aprovechado en el control con cebos: ninfas intoxicadas sirven de alimento y vehículo de tóxico para otros miembros del grupo, con niveles variables según el producto.

¿Muerden a personas? Es rarísimo, documentado en contextos extremos; lo habitual es que picoteen uñas cortadas, piel muerta o pelos sueltos, no a alguien dormido. No buscan sangre.

Sabores que enloquecen (y un giro evolutivo imprevisto)

A las urbanas les seducen los olores de fermentación. La cerveza rancia, por ejemplo, funciona como cebo porque libera etanol y volátiles alimentarios; la crema de cacahuete es otro imán clásico. Ahora bien, la historia tiene una vuelta: en algunas poblaciones de B. germanica ha surgido una “aversión a la glucosa” —literalmente, el azúcar básico “sabe” amargo— que les hace evitar cebos dulces. Esa resistencia conductual ha obligado a reformular atrayentes y a combinar tácticas. Lo que hoy es manjar, mañana puede no serlo.

¿Se les puede “matar de hambre”? No. Y no conviene intentarlo

Cerrar comida ayuda, claro, pero no basta: aprovechan microresiduos y fuentes alternativas. La única estrategia con base científica es restringir agua, sellar refugios y —si hace falta— baits bien elegidos. La dieta explica por qué la limpieza reduce poblaciones y por qué una fuga invisible puede arruinar un control perfecto.

¿Comen plástico? La ciencia afina la respuesta

Desde hace décadas hay observaciones de cucarachas mordisqueando plásticos. La novedad es que investigaciones recientes con especies de cría (por ejemplo, Blaptica dubia) muestran capacidad de degradar poliestireno —hasta casi la mitad de lo ingerido en 24 horas, en laboratorio— con ayuda de su microbiota.

En paralelo, varios equipos exploran si las cucarachas podrían contribuir al tratamiento de residuos, no tanto como “maquinas comeplástico”, sino como biorreactores de materia orgánica. ¿Significa esto que las cucarachas domésticas devoran tu cubo de envases? No. En casa, lo que muerden es la comida y sus restos; el plástico es un accidente, un soporte con olor. Aun así, la frontera entre desperdicio orgánico y material no siempre está clara… para ellas.

Granjas de cucarachas: cuando el menú es la basura

Hay experiencias industriales que alimentan millones —o miles de millones— de cucarachas con residuos de cocina para reducir desperdicios a gran escala.

Proyectos en China han mostrado plantas que procesan decenas de toneladas diarias con Periplaneta americana. Es un aprovechamiento extremo de su voracidad: lo que para nosotros es “resto” para ellas es “buffet libre”. El debate ético y sanitario sigue abierto, pero la idea resume bien la versatilidad alimentaria del grupo.

Salud pública: comer no es inocuo cuando lo hacen en tu encimera

Las cucarachas no inoculan patógenos con la boca como un mosquito, pero contaminan por contacto alimentos y superficies y transportan bacterias desde sumideros, basura o baños.

Lo más problemático, sin embargo, son sus alérgenos: proteínas presentes en heces y cutícula (Bla g 1, Bla g 2, entre otras) que empeoran el asma y rinitis en personas sensibles, muy especialmente en viviendas densas y con mantenimiento deficiente. Reducir las fuentes de alimento y agua —lo que comen y beben— reduce también la carga alergénica.

Mitos de moda: “leche” de cucaracha y otras extravagancias

Cada cierto tiempo reaparece el titular de la “leche de cucaracha” como superalimento. Conviene precisarlo: no es leche al estilo mamífero y solo la produce Diploptera punctata, una especie vivípara que forma cristales proteicos para nutrir a sus embriones.

Sí, es densísima en energía y aminoácidos, y sí, la ciencia la ha descrito en detalle, pero no es un alimento comercial ni recomendado; faltan ensayos en humanos, hay barreras éticas y prácticas, y a día de hoy es un hallazgo bioquímico, no una opción de consumo. Titulares, los justos.

Qué “elige” cada una… si puede elegir

La alemana prioriza carbohidratos y bordea fuentes de grasa y proteína. La rayada caza almidones incluso en pegamentos y papeles. La americana y la oriental —más “de alcantarilla”— aprovechan restos variados, desde comida de mascotas a materia orgánica húmeda de sumideros. En hogares con restricción alimentaria, pueden canibalizar mudas o cadáveres, roer cuero y pelos, hasta llegar —en casos extremos— a morder piel engrosada.

Suena desagradable, pero describe prioridades: primero carbohidrato y grasa; luego proteína; después, lo que quede. El agua, siempre.

Ritmo y oportunidades

Con picos de actividad de noche, visitan siempre los mismos “itinerarios” buscando migajas, gotas, manchas de aceite. Dejan rastros químicos que facilitan que otros encuentren el mismo recurso. Si un día “desaparecen” del cebo, puede que hayan agotado el atrayente dulce (poblaciones con glucosa-aversión) o que tengan una fuga nueva más interesante. Piensan con la panza —y con la nariz—

¿Cuánto resisten sin comer o sin beber?

Aquí surge uno de sus superpoderes cotidianos: un adulto puede pasar semanas sin alimento gracias a un metabolismo lento y reservas; en cambio, sin agua, muchos caen en menos de una semana. Esa asimetría explica por qué un grifo que gotea alimenta una colonia y por qué se las ve más en veranos secos pegadas a desagües. Si la pregunta es “¿puedo vencerlas cerrando la despensa?”, la respuesta es “no, si sigues regalándoles agua”.

¿Por qué entran justo en mi casa?

Porque hueles bien para una cucaracha: harinas, dulces, grasas de cocinado, pienso de gato, cerveza, fruta madura. Y porque tienes agua: tubos que sudan, juntas con condensación, plantas con plato, un vaso sin fregar. El combo alimento–agua–refugio decide su presencia. Si eliminas uno, sobreviven. Si eliminas dos, se tambalean. Si eliminas los tres, se van. Tu menú es su menú.

Cebos con bases proteicas, grasas o carbohidratos funcionan si compiten con lo que ya comen y si no hay agua fácil. Las poblaciones con aversión a la glucosa requieren atrayentes alternativos (mezclas sin glucosa, otros azúcares o matrices con volátiles de fermentación). La cerveza vieja y el cacahuete siguen rindiendo como atrayentes no tóxicos para monitorizar y detectar puntos calientes. Sin hambre ni sed, ningún cebo brilla.

La importancia de una cocina limpia

No es un ningún misterio saber que comen las cucarachas, es una ecuación simple con tres variables: qué hay, dónde está y cuánta agua lo acompaña. En un bosque, esa ecuación las convierte en recicladoras que devuelven nutrientes al suelo —una función ecológica indiscutible—. En una vivienda, la misma fisiología las empuja a buscar calor, carbohidrato, grasa y humedad en una geografía de azulejos, bajos de armario y latas de comida de perro. No distinguen “resto” de “descuido”: una línea de migas, una gota de grasa o un rastro de humedad es todo lo que necesitan para sentirse en casa. Su dieta adaptable y su resistencia la convierten en una de las plagas más difíciles de erradicar, pero también en un recordatorio de cómo pequeñas acciones cotidianas pueden hacer una gran diferencia.

Mantener un hogar libre de cucarachas es, en gran medida, una cuestión de prevención, más que de cura. Cerrar las fuentes de alimento y agua es crucial, pero también lo es ser conscientes de los pequeños detalles: tapar grietas, eliminar residuos y reparar fugas. Así, con el control adecuado, podemos hacer que estas implacables supervivientes busquen otros rincones donde su festín no sea tan fácil.

Cucaracha que come no es un misterio. Es solo un reflejo de cómo, con la comida correcta y un entorno adecuado, estos insectos logran prosperar.


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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Comunidad de Madrid – Plagas urbanas, Ayuntamiento de Madrid – Plagas de cucarachas, CaixaBank Research – Resiliencia de artrópodos.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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