Salud
Vimovo para que sirve, conoce su acción y todas sus ventajas

Vimovo: para qué sirve, dosis y riesgos explicados con claridad; naproxeno y esomeprazol para el dolor articular con protección gástrica hoy.
Vimovo es un medicamento pensado para aliviar el dolor y la inflamación en artrosis, artritis reumatoide y espondilitis anquilosante cuando se requiere un antiinflamatorio de forma continuada y, al mismo tiempo, hace falta proteger el estómago. En un solo comprimido combina naproxeno (un AINE) con esomeprazol (un inhibidor de la bomba de protones o IBP), de modo que controla los síntomas articulares y reduce el riesgo de úlceras y sangrado digestivo en personas con factores de riesgo. No es un analgésico “de rescate”: es una solución para perfiles concretos, con receta y seguimiento.
La posología habitual en adultos es de 500/20 mg dos veces al día, tragado entero, con agua, al menos 30 minutos antes de las comidas. Ese detalle no es menor: la formulación es de liberación modificada, el naproxeno tarda unas horas en alcanzar niveles eficaces, y por eso no es la primera elección ante un dolor agudo que exige alivio inmediato. Su papel es el mantenimiento del dolor inflamatorio crónico con una gastroprotección incorporada desde la primera pastilla.
Qué es Vimovo y cómo actúa
La combinación naproxeno/esomeprazol reúne dos fármacos muy conocidos y con sólida trayectoria clínica. El naproxeno inhibe la ciclooxigenasa (COX) y frena la síntesis de prostaglandinas implicadas en dolor, edema y fiebre. El esomeprazol bloquea la bomba de protones de las células parietales del estómago y reduce con eficacia la secreción ácida. Al unirlos en una sola tableta se persigue un objetivo práctico: controlar el dolor sin olvidar desde el minuto uno la prevención gastrointestinal en quienes tienen mayor riesgo asociado a los AINE.
El comprimido no es una suma “a partes iguales” y ya. La forma farmacéutica está calculada: el esomeprazol se libera rápido para elevar el pH gástrico y preparar la mucosa, mientras que el naproxeno se presenta como comprimido gastrorresistente, con recubrimiento entérico, para que su liberación y absorción se produzcan más adelante en el tubo digestivo. Ese diseño reduce el contacto directo del AINE con la mucosa gástrica durante el tramo más vulnerable. El resultado se traduce en mejor tolerancia sin renunciar a un antiinflamatorio potente y clásico.
El planteamiento cobra sentido cuando se encadenan varios factores de riesgo digestivo: edad avanzada, antecedentes de úlcera, uso simultáneo de antiagregantes o anticoagulantes, corticoides, ISRS, infección por Helicobacter pylori, consumo de alcohol en exceso o tratamientos con distintos AINE a la vez. En ese escenario, el IBP acompaña al AINE de forma constante, sin depender de que la persona recuerde tomar un “protector” aparte, y se mejora la adherencia a la pauta.
Liberación modificada: tiempos y expectativas
El retraso terapéutico asociado a la liberación entérica del naproxeno —varias horas desde la ingesta— es clave para ajustar expectativas. Vimovo no está indicado para el dolor súbito que exige efecto rápido (una odontalgia intensa, un cólico breve, una lumbalgia aguda incapacitante que irrumpe de golpe). Su terreno es el de la inflamación sostenida que conviene mantener a raya día tras día. La experiencia clínica lo confirma: cuando la persona sigue una pauta regular, las fluctuaciones dolorosas se suavizan y el estómago sufre menos que con AINE sin protección en individuos predispuestos. Aun así, no es una carta blanca. La vigilancia se mantiene durante todo el tratamiento y se aplica el principio de “dosis eficaz más baja durante el menor tiempo posible”.
Indicaciones clínicas y perfiles a los que conviene
La indicación autorizada en adultos abarca tres diagnósticos: artrosis, artritis reumatoide y espondilitis anquilosante. Hablamos de dolencias crónicas que a menudo reclaman AINE a pauta fija para mejorar el dolor, la rigidez matutina y la capacidad funcional. La unión con esomeprazol tiene sentido cuando el perfil individual eleva el riesgo de úlcera o de complicaciones gastrointestinales. No se sitúa como primera opción universal para cualquier molestia articular, sino como solución razonable cuando el beneficio analgésico necesita continuidad y el riesgo digestivo es una preocupación real.
Pongamos un caso típico de consulta. Mujer de 68 años con gonartrosis y antecedente de úlcera duodenal hace una década, en tratamiento con ácido acetilsalicílico a baja dosis por cardiopatía isquémica. Cada vez que recurre a AINE “sueltos” le duele el epigastrio y termina abandonando. En un perfil así, tomar naproxeno unido a un IBP aporta coherencia terapéutica y reducción de riesgos. Otro ejemplo, distinto: varón de 45 años con artritis reumatoide bien controlada con fármacos modificadores de la enfermedad, que atraviesa un repunte inflamatorio breve. Si el dolor cede con antiinflamatorios tópicos o con paracetamol a corto plazo, no tiene sentido subir a una combinación fija como Vimovo; la individualización manda.
También conviene dejar claro lo que no es. Vimovo no equivale a un “ibuprofeno con protector”, ni es un antiinflamatorio “suave” por llevar un IBP. El naproxeno conserva las contraindicaciones y advertencias de su clase: riesgos cardiovasculares y renales que aumentan con dosis y duración, reacciones cutáneas infrecuentes pero relevantes, y exacerbación del asma en personas sensibles a salicilatos u otros AINE. El esomeprazol, por su parte, puede alterar la absorción de determinados fármacos y, usado largo tiempo, obligará a revisar magnesio, vitamina B12 o densidad mineral ósea cuando existan otros factores. No es alarmismo, es prudencia clínica.
Cómo tomarlo bien: dosis, horarios y duración
La dosis recomendada en adultos es de un comprimido de 500 mg/20 mg dos veces al día, entero y sin masticar, con un vaso de agua, al menos 30 minutos antes de comer. La comida puede retrasar o disminuir la acción prevista del esomeprazol y distorsionar la liberación del naproxeno, por lo que la pauta en ayunas —o con esa antelación— ayuda a que el fármaco rinda como debe. No se debe partir el comprimido: romper una forma de liberación modificada puede anular la protección gástrica, alterar la farmacocinética y aumentar efectos no deseados.
La duración del tratamiento la marca el control del dolor y el balance beneficio-riesgo. Cuando el cuadro mejora, se replantea reducir la dosis total semanal, espaciar tomas o suspender. En consultas periódicas se valora si el dolor puede manejarse con medidas no farmacológicas (fisioterapia, ejercicio de fuerza y movilidad, pérdida de peso cuando procede, ortesis y pautas de higiene postural) o con analgésicos menos agresivos. El objetivo, tan simple como exigente, es tratar lo justo para vivir mejor con la mínima carga farmacológica.
El alcohol en cantidades elevadas, el tabaco y la automedicación con otros AINE por fuera de la pauta no ayudan. Tampoco conviene juntar naproxeno de otras marcas con Vimovo “porque hoy me duele más”; esa suma dispara el riesgo gastrointestinal y renal sin una ganancia proporcional de eficacia. Para picos puntuales, el abordaje adecuado se consensúa con el médico, incluso valorando analgesia de rescate que no interfiera.
Olvidos, ajustes y combinación por separado
Si un día olvidas una toma, lo correcto es retomar el horario habitual sin duplicar la siguiente. Quizá el dolor se note menos controlado esa jornada —recuerda el retraso propio del recubrimiento entérico—, pero añadir dosis por tu cuenta sólo sube el riesgo. En ajustes, la premisa es emplear la dosis eficaz más baja posible. Algunas personas necesitan durante semanas la pauta completa; otras, cuando la articulación se estabiliza, pueden pasar a una toma diaria o acordar refuerzos en determinadas franjas horarias. La evaluación es dinámica.
¿Y si se prefiere la combinación por separado —naproxeno más un IBP aparte—? Hay argumentos válidos para ambas estrategias. Vimovo simplifica, mejora la adherencia y garantiza que la gastroprotección acompaña cada dosis de AINE en perfiles de riesgo. Separar permite modular el IBP si el riesgo digestivo varía o si el paciente necesita ajustar el AINE a la baja. Si la pauta ideal coincide con 500/20 mg dos veces al día y se tiende al olvido del “protector”, la combinación fija tiene ventaja. Si hay que jugar con dosis y periodos, separar puede dar más juego.
Seguridad: digestivo, corazón, riñón e interacciones
Tres frentes articulan la seguridad de esta combinación. El primero, el sistema digestivo. El naproxeno, como cualquier AINE, puede provocar hemorragia, ulceración o perforación gástrica o duodenal en cualquier momento del tratamiento, con o sin síntomas previos. El esomeprazol reduce ese riesgo, pero no lo elimina. Hay signos de alarma que exigen suspender y consultar: heces negras, vómitos con sangre, dolor abdominal distinto al habitual o una debilidad injustificada. Quien tiene antecedentes de úlceras complicadas o riesgo alto por medicación concomitante debe seguir un plan de vigilancia definido.
Segundo frente, el cardiovascular. Los AINE se asocian a eventos trombóticos arteriales —infarto, ictus— cuyo riesgo puede aparecer temprano y crece con dosis y duración. En cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular, insuficiencia cardiaca o hipertensión mal controlada, el uso requiere una valoración individual estricta y la dosis mínima efectiva. Tras un bypass coronario reciente, naproxeno en combinación está contraindicado. La concurrencia con ácido acetilsalicílico a baja dosis, frecuente en prevención cardiovascular, no anula el riesgo propio de AINE y sí aumenta el riesgo gastrointestinal, por lo que se extreman las precauciones.
Tercer frente, el renal. Los AINE pueden reducir el flujo sanguíneo renal y precipitar una insuficiencia en personas con función comprometida, deshidratación, diuréticos o IECA/ARA-II. En insuficiencia renal grave el uso queda descartado; en moderada, si se considera imprescindible, se pauta con monitorización y valoración estrecha de creatinina y filtrado glomerular. El hígado también entra en la ecuación: hepatopatías severas contraindican y las moderadas piden controles.
En la piel, aunque raro, hay que reconocer a tiempo reacciones cutáneas graves como el síndrome de Stevens-Johnson o la necrólisis epidérmica tóxica. Cualquier exantema acompañado de fiebre o molestias generales pide suspender y valorar. Y no olvidar la conocida hipersensibilidad respiratoria: personas con asma sensible a salicilatos o a otros AINE no deberían usar esta combinación.
El capítulo de interacciones merece pausa. Hay contraindicaciones con determinados antirretrovirales (por ejemplo, atazanavir o nelfinavir), y no tiene sentido sumar AINE o usar coxibs a la vez “para reforzar” porque se multiplican riesgos con beneficio escaso. La warfarina y otros anticoagulantes pueden ver potenciado su efecto; los antiagregantes como clopidogrel, los ISRS, los corticoides o el litio requieren revisión de niveles, signos de toxicidad y, sobre todo, un plan compartido para minimizar complicaciones. Por su parte, los IBP modifican la absorción de algunos antifúngicos y pueden interferir con fármacos dependientes del pH gástrico. En la práctica, la regla de oro funciona: enseñar siempre la lista completa de medicamentos, incluidos fitoterapia y complementos, y documentar las decisiones.
Embarazo, lactancia y edades avanzadas
Durante el tercer trimestre de embarazo, Vimovo no debe usarse por el riesgo de cierre prematuro del ductus arterioso fetal, complicaciones renales y hemorrágicas. En el primer y segundo trimestre, si fuese imprescindible, se opta por la menor dosis durante el menor tiempo posible, tras una valoración individual. En lactancia, la conversación es específica y prudente, con atención al beneficio clínico y a las alternativas. En mayores de 65 años se extreman las precauciones: suben las probabilidades de efectos adversos digestivos y renales, de modo que se revisa con mayor frecuencia la continuidad del tratamiento y la posibilidad de rebajar dosis o cambiar de estrategia. En población pediátrica, no está indicado.
Existe, además, un aspecto funcional nada menor: la capacidad para conducir o manejar maquinaria. Si aparecen mareos, somnolencia o visión borrosa, mejor evitar esas actividades. Y, aunque parezca detalle menor, la revisión periódica cuando el uso se alarga en el tiempo —historia clínica, analítica cuando toca, ajuste de pauta— forma parte del tratamiento tanto como el comprimido en sí.
Pistas claras para decidir con criterio
El lugar de Vimovo en el manejo del dolor inflamatorio es concreto y muy útil cuando se cumplen las condiciones adecuadas. Tiene sentido en artrosis, artritis reumatoide y espondilitis anquilosante que requieran AINE a pauta continua y en personas con riesgo elevado de daño gástrico. La combinación fija favorece la adherencia, asegura que la gastroprotección acompaña cada dosis y evita la ruleta de “hoy tomé el protector, mañana no”. Su mayor virtud es la coherencia: trata el dolor y, en paralelo, protege el estómago en quien más lo necesita.
No resuelve todo. El éxito a medio plazo exige encajar otras piezas: ejercicio pautado que mejore la fuerza y la movilidad, pérdida de peso en caso de exceso, fisioterapia orientada, termoterapia y ortesis cuando aportan. A muchos pacientes la combinación les compra el margen de maniobra necesario para entrenar con menos dolor y dormir mejor. Ese margen a veces vale más que cualquier cifra de la escala del dolor. Cuando el cuadro se estabiliza, replantear la dosis o retirar el AINE entra dentro de lo deseable.
De cara al futuro, las preguntas operativas están claras. ¿Encaja el perfil clínico con la indicación? ¿Existen factores de riesgo digestivo que pidan IBP constante? ¿Se puede manejar el dolor con tópicos, paracetamol o medidas no farmacológicas? ¿Hay interacciones o contraindicaciones que obliguen a cambiar de plan? Con esas respuestas sobre la mesa, Vimovo deja de ser un nombre comercial para convertirse en una estrategia razonable o, al contrario, en una opción prescindible. El periodismo de salud no tiene que adornarlo: funciona cuando toca, exige prudencia siempre y no sustituye el criterio clínico. En lo esencial, ahí está su valor.
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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: AEMPS-CIMA, Sociedad Española de Reumatología, SEMERGEN, Ministerio de Sanidad.

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