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¿Subirá el décimo de Navidad a 25 € y el Gordo a 500.000?

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Loteros piden subir el décimo a 25 € y el Gordo a 500.000: qué cambia, qué sigue igual en 2025 y qué se decidirá en próximas campañas: claves
La petición ya está sobre la mesa: los loteros han solicitado elevar el precio del décimo del Sorteo de Navidad de 20 a 25 euros y aumentar “el Gordo” de 400.000 a 500.000 euros por décimo, además de equiparar la comisión del sorteo al 6 % que rige en el resto del calendario de Lotería Nacional. A fecha de hoy, no hay decisión oficial que cambie la campaña en curso y todo sigue igual para el 22 de diciembre: 20 euros el décimo y 400.000 euros al primer premio por décimo. Si el cambio avanza, lo haría como pronto en la siguiente temporada. Esa es la fotografía real y útil.
La Agrupación Nacional de Asociaciones Provinciales de Administradores de Loterías (ANAPAL) —el colectivo mayoritario de la red, más de 4.100 administraciones— defiende que la subida responde a dos urgencias: la pérdida de poder adquisitivo acumulada desde que el precio pasó a euros y la rentabilidad del punto de venta físico, donde se concentran colas, logística y el grueso del trabajo del sorteo estrella. Reclaman también recuperar márgenes: Navidad paga hoy una comisión del 4,5 %, inferior a la del resto del año (6 %). El debate ya no es solo sentimental; es de modelo de negocio, cifras y plazos.
Qué se ha pedido exactamente y qué rige hoy
La propuesta de los loteros tiene tres patas, muy concretas y fáciles de medir. Primero, subir el precio del décimo a 25 euros tras más de dos décadas congelado. Segundo, aumentar el Gordo a 500.000 euros por décimo y escalar de manera proporcional el resto de premios para mantener la estructura característica del sorteo, esa “lluvia fina” que reparte alegría por toda la geografía. Y tercero, equiparar la comisión del Sorteo de Navidad al 6 %, el mismo porcentaje que cobra la red de ventas en los otros sorteos de Lotería Nacional.
La situación vigente —la que se aplica en la campaña de este año— es conocida por cualquiera que haya jugado alguna vez: 20 euros por décimo, 400.000 euros por décimo para el primer premio, y 4,5 % de comisión para las administraciones en Navidad. Traducido en bolsillo del despacho: 0,90 euros brutos por cada décimo vendido en estas fechas. Si se aprobase la equiparación al 6 % con el precio actual, la comisión por unidad subiría a 1,20 euros; con un precio de 25 euros, 1,50 euros. El salto no es menor cuando se habla de cientos de miles de operaciones en pocas semanas.
ANAPAL suma a ese paquete otro razonamiento que circula por los pasillos del sector: si no se toca el precio, la única forma de recaudar más sería aumentar series o modificar el reparto, lo que complica la impresión y encarece la distribución de papel. Subir el precio y los premios de forma alineada —defienden— es más transparente para el público y más eficiente para la red. Otra vez, el foco no está en vender por vender, sino en sostener un producto que, para muchas administraciones, marca la diferencia entre un año bueno y uno malo.
Cuánto cambiaría para jugadores y premios
El gancho comercial del sorteo no se entiende sin una cifra que todos tienen en la cabeza: el primer premio. Hoy, “el Gordo” son 400.000 euros por décimo, una cantidad que suena a mito y tradición. Pasar a 500.000 euros supondría un aumento del 25 % del premio principal y arrastraría al resto de categorías, que se ajustarían de forma proporcional para que la estructura mantenga su esencia: muchos premios, muy repartidos. Sin trucos. Un décimo que cuesta más debería, en paralelo, repartir más.
Interesa también el reparto total de la emisión. El Sorteo Extraordinario de Navidad destina cada año un porcentaje fijo de lo recaudado a premios. Si el billete subiese a 25 euros, aumentaría el volumen total repartido y la probabilidad de “rascar algo” seguiría donde está, pero con cuantías superiores. Ese es el argumento comercial: la subida de precio se vería compensada por más dinero en juego, con un primer premio que vuelve a sonar potente en términos contemporáneos.
Otra variable clave es la fiscalidad. Los premios de lotería tienen 40.000 euros exentos por décimo; a partir de esa cifra, se aplica una retención del 20 %. Con el esquema actual, un Gordo de 400.000 euros tributa sobre 360.000, lo que deja una retención de 72.000 euros y un neto de 328.000. En el escenario que propone ANAPAL —500.000 euros por décimo—, la base gravable sería 460.000, la retención 92.000 y el neto final 408.000 euros. El salto neto entre ambos escenarios se mueve, por tanto, en 80.000 euros por décimo. Para quien comparte décimos —algo casi cultural—, la exención también se reparte: cada participante disfruta de su parte de 40.000 euros exentos en proporción a lo que figure en el acuerdo.
El día después del sorteo, una cuestión práctica: dónde se cobra y cómo. Los premios de hasta 2.000 euros se pagan directamente en la red de Loterías; a partir de esa cifra, en entidades financieras colaboradoras, con identificación formal del ganador o ganadores. Conviene tener ordenada la documentación si el décimo es compartido: una foto con nombres y porcentajes enviada por mensaje es suficiente para evitar confusiones y calificativos fiscales indeseados, como una donación entre particulares. Los plazos suelen ser de tres meses desde la fecha del sorteo, ligera variación aparte por calendario y días hábiles.
Por cierto, si el precio subiese a 25 euros, la aritmética emocional también cambiaría: la “cuota” de la peña del trabajo, las participaciones del bar, el sobre familiar. Ese euro arriba o abajo en cada bolsillo no es baladí cuando se multiplica por millones de jugadas. De ahí que los loteros insistan en que la revisión venga de la mano de más premio y no como una subida seca que el público perciba como mero encarecimiento.
Comisiones y rentabilidad del punto de venta
El 4,5 % de comisión para el sorteo de Navidad es la espina clavada del gremio. El resto del año, la Lotería Nacional paga el 6 % y nadie discute que el pico de trabajo de diciembre es incomparable: colas durante horas, gestión de reservas, distribución a asociaciones y empresas, venta de participaciones, custodia de series. La diferencia de 1,5 puntos parece un detalle menor en frío, pero no lo es en la caja. Con un millón de euros vendidos en décimos, 4,5 % son 45.000 euros; 6 % serían 60.000. En campaña, ese diferencial paga nóminas, refuerzos temporales y, muchas veces, el alquiler de un local en calles donde cada diciembre la persiana no puede fallar.
La encuesta interna difundida por ANAPAL aporta más contexto. Uno de cada dos administradores asegura que sus beneficios han menguado en el último año; solo una minoría dice lo contrario. Y nueve de cada diez señalan a las comisiones insuficientes como la principal limitación para mantener la rentabilidad, junto a la carga administrativa y a la competencia creciente del canal digital. También asoma un dato que explica la ansiedad del sector: para el 67 % de las administraciones, el sorteo de Navidad supone entre el 40 % y el 80 % de sus ventas anuales. Si el mes más duro deja el margen más bajo, el equilibrio económico se complica.
Hay otra discusión menos visible, pero relevante: el reparto interno de márgenes entre administraciones “integrales” y puntos mixtos (aquellos comercios que venden productos de SELAE junto a su actividad principal). Algunos de estos últimos piden armonizar derechos y condiciones antes de tocar el precio al público. La unidad del sector no es monolítica y la negociación con el operador público no solo versa sobre cuánto se cobra, sino quién gana qué en la cadena.
Una red física bajo presión: colas, costes y online
Cada diciembre, la imagen de Doña Manolita con filas que dan la vuelta a la manzana se convierte en foto de portada. Es un ritual social que da prestigio al canal físico. Pero debajo de esa postal hay costes, logística y horas extra que el margen actual no siempre cubre. Papel, seguridad, personal de refuerzo, climatización, seguros. La electricidad no vale lo mismo que hace diez años, ni los alquileres de las zonas céntricas, ni la vida laboral de quienes cargan con un mes en el que se trabaja de pie, sin tregua, del primer al último minuto.
A la vez, el canal digital del operador público crece. Su peso sigue siendo minorista respecto al total, pero avanza año a año. No hay dilema: el futuro es omnicanal y el cliente quiere comprar donde le convenga. El problema surge cuando la experiencia que sostiene la marca —la red capilar, el trato cercano, la confianza— pierde margen mientras el online gana velocidad. Para ANAPAL, reajustar precio y premios ayudaría a que el mostrador siga encendido. Para SELAE, el equilibrio implica no romper la accesibilidad del sorteo y mantener su atractivo popular sin dar sensación de encarecimiento injustificado.
En el fondo late una pregunta de sostenibilidad: ¿cómo se financia el “ecosistema Navidad”? La red física cobra menos justo en el sorteo en el que trabaja más. Y el público percibe un producto que, desde 2002, no ha subido de precio mientras todo lo demás sí. El punto medio —si lo hay— pasará por alinear expectativas: más premio y comisión equiparada para mantener la capilaridad, con un precio asumible en un diciembre donde ya pesan regalos, cenas y viajes.
Qué puede pasar ahora y en qué plazos
Los tiempos importan. Cualquier cambio de precio, premios o comisión exige decisiones de SELAE y, en la práctica, del Ministerio de Hacienda. No se trata de un simple ajuste comercial, sino de parametrizar un sorteo de interés general que afecta a millones de transacciones, a ingresos públicos vía gravamen especial y a la red de 4.100 administraciones. Por eso, la lectura más razonable es que la campaña en marcha no se toca y que, si hay novedades, apuntarán a la temporada siguiente.
El proceso suele incluir anuncio formal, adaptación de materiales, campaña de comunicación y tiempos de impresión y logística. Nada de eso se improvisa en pocas semanas. En paralelo, equiparar la comisión al 6 % podría ser un paso intermedio de menor fricción política, menos visible para el gran público y con efecto directo sobre la tesorería de la red. De ocurrir, sería una señal clara de por dónde circula el consenso.
Mientras tanto, la práctica para este año no cambia: 20 euros el décimo, 400.000 euros el Gordo, venta presencial como columna vertebral del negocio y cobros con las reglas ya conocidas (red oficial hasta 2.000 euros; a partir de ahí, bancos colaboradores, identificación y retención en el momento del pago). La fiscalidad mantiene la exención de 40.000 euros y la retención del 20 % sobre el exceso. Si en 2026 se estrenase un nuevo esquema, el público lo percibiría en el precio en ventanilla y en las cantidades pintadas en los carteles. La esencia, sin embargo, seguiría siendo la misma: un sorteo masivo, de codos en la fila y anécdotas que se cuentan años después.
En este punto, una última derivada técnica: la comunicación comercial. Cualquier subida de precio requiere un relato claro para evitar confusiones. Decir “sube a 25, pero el Gordo sube a 500.000 y el resto de premios también” es una fórmula comprensible. Decir solo “sube a 25” prende peor en la calle. De ahí que el sector insista en un paquete completo y no en incrementos parciales que se entienden como un peaje más del calendario.
Navidad, tradición y números: el equilibrio que se decide
El Sorteo de Navidad es un rito civil que cada diciembre atrapa conversaciones, bromas, promesas y supersticiones. Ese patrimonio emocional convive con una realidad económica que ha cambiado: los costes suben, el canal digital gana terreno, y la red física pide oxígeno para seguir siendo el escaparate que, desde hace décadas, sostiene la marca de la suerte más famosa del país. De ahí la petición: 25 euros el décimo, 500.000 euros el Gordo, 6 % de comisión. Tres movimientos coordinados que, bien explicados y ejecutados con tiempo, podrían cuadrar las cuentas sin romper la magia.
¿Ocurrirá? Hoy, no. El 22 de diciembre sigue escribiéndose con 20 euros en la ventanilla y 400.000 en el primer premio por décimo. Mañana, ya se verá. Lo que sí está decidido es el marco del debate: cómo actualizar un producto que no ha cambiado de precio en más de veinte años sin desenganchar a quienes lo compran por tradición, ilusión o simple costumbre. La respuesta no vendrá de un titular ingenioso ni de un golpe de efecto: se jugará en los números, en el tiempo de anuncio, en la capacidad del Estado para escuchar a su red y en la sensación de justicia que perciba la gente cuando vuelva a hacer cola, con bufanda y café en mano, ante el cristal de su administración de siempre.
Hasta entonces, la noticia es esta y conviene repetirla con claridad: propuesta formal de los loteros, debate abierto y sin cambios para esta campaña. La cuadratura del círculo —más premio, comisión digna y un precio que el público acepte— está ya trazada en el papel. Falta que alguien, con la pluma del BOE y el pulso del calendario, decida si 2026 es el año en el que la tradición se actualiza medio paso o si, una vez más, Navidad se gana como siempre: con veinte euros, paciencia en la fila y un pellizco de superstición.
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Este artículo se apoya en material oficial y reportes contrastados para ofrecer datos precisos sobre precio, premios, comisiones y fiscalidad de la Lotería de Navidad. Fuentes consultadas: Agencia EFE, Agencia Tributaria, SELAE, INE, RTVE, HuffPost.

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