Casa
¿Merece la pena lacar puertas? Todos los pros y contras

Puertas renovadas con estilo y funcionalidad: conoce pros y contras del lacado, inversión real y estética que transforma tu hogar sin obras.
Es raro encontrar una casa en España donde no se haya planteado la pregunta, en algún momento. Quizás cuando uno se muda, tal vez en esa reforma pendiente desde hace años o simplemente porque las puertas, aunque parezcan eternas, también se cansan. Sí, lo sé, lacar puertas está de moda. Y no solo en pisos modernos.
Las revistas de decoración lo enseñan como si fuera la panacea. Pero, ¿realmente compensa? ¿Qué implica? ¿Cuánto dura ese efecto wow? ¿Sale a cuenta invertir en el lacado profesional o es mejor optar por una mano de pintura y ya? Y, por supuesto, ¿cuánto cuesta de verdad? Porque no todo lo que reluce es oro.
Y aquí, en las puertas, hay mucho de mito y bastante de realidad.
¿Qué significa lacar una puerta? No, no es solo pintar
Lacar una puerta no es simplemente pasarle un rodillo y listo. Es un proceso técnico, más complejo de lo que parece desde fuera. Se trata de aplicar capas de laca especial, normalmente en un taller o cabina de pintado, aunque algunos profesionales se atreven a hacerlo in situ. El objetivo es lograr ese acabado liso, uniforme y brillante (o mate, según gustos) que no tiene nada que ver con la pintura tradicional.
¿El secreto? La laca cubre la madera de forma uniforme, tapando poros y vetas, y creando una especie de “piel” que, bien aplicada, parece casi una puerta nueva. El tacto, el brillo, la ausencia de marcas o brochazos… Son detalles que marcan la diferencia y que se notan cada vez que se pasa la mano o se mira a contraluz.
¿Por qué se ha puesto de moda lacar puertas?
Hay razones estéticas. No cabe duda. El lacado blanco es tendencia, sobre todo en reformas integrales donde se busca luminosidad y sensación de amplitud. El blanco refleja la luz y rejuvenece cualquier estancia. Pero también hay motivos prácticos: el lacado, bien hecho, protege la puerta y facilita la limpieza diaria. Con un trapo húmedo suele bastar.
Muchos pisos de los años 80 y 90 arrastran esas puertas de sapelly, roble oscuro o maderas rojizas que, por mucho cariño que tengan, restan luz y hacen los espacios más pequeños. Lacar es la solución rápida —y relativamente económica— para transformar un ambiente sin tener que cambiar toda la carpintería. Y, ojo, es una de las reformas más agradecidas visualmente. El cambio es inmediato.
No todo es blanco: variedad de colores y acabados
La mayoría elige el blanco, sí, pero existen lacas de todos los colores y acabados. Mate, satinado, brillo, incluso metalizados o lacados con efecto seda. Eso sí, el proceso requiere precisión y cierta inversión.
No es lo mismo una laca blanca estándar que un color personalizado o un acabado de alta gama. Cada extra suma, y bastante.
Pros de lacar puertas: motivos para lanzarse
Hay ventajas evidentes. La primera, el aspecto visual renovado. Una puerta lacada parece nueva, limpia, actual. Aporta ese punto minimalista tan buscado en la decoración contemporánea. Se adapta a cualquier estilo y, con una buena elección de tiradores, puede transformar completamente un espacio.
Otra ventaja es la durabilidad. El lacado profesional resiste bien los roces, el uso diario, la humedad moderada e incluso las manchas ocasionales. La superficie es más dura y menos porosa que la madera barnizada o pintada, lo que significa que las puertas se mantienen “bonitas” durante más tiempo.
La limpieza es otro punto fuerte. Basta con pasar un paño húmedo y, salvo accidentes graves, la puerta recupera su aspecto impecable. En hogares con niños, mascotas o simplemente mucho trajín, se agradece no tener que frotar cada poco.
Mejora del valor de la vivienda
No suele decirse, pero es un factor a tener en cuenta. Un piso con puertas lacadas —y bien lacadas— transmite sensación de cuidado, reforma reciente y luminosidad. Puede influir positivamente en la tasación o en la impresión de un posible comprador o inquilino. No es la reforma que “vende” una casa por sí sola, pero suma.
Los contras del lacado: lo que no cuentan las revistas
No todo son ventajas, claro. Lacar puertas tiene inconvenientes que conviene tener muy presentes antes de lanzarse. Para empezar, el precio. El lacado profesional no es barato. Hacerlo bien requiere desmontar las puertas, llevarlas a taller, prepararlas (lijado, limpieza, imprimación) y aplicar varias capas de laca con secados intermedios. Es un trabajo artesanal, que puede costar entre 80 y 150 euros por puerta, dependiendo de la ciudad, el taller y los acabados elegidos.
El proceso puede ser engorroso. Si se hace en casa, la vivienda se llena de polvo, olores y ruidos durante días. Si se hace en taller, hay que desmontar y montar puertas, quedarse sin ellas durante un tiempo y, en algunos casos, ajustar bisagras y cerraduras. No siempre es cómodo.
Riesgos de un mal lacado
Aquí viene el verdadero problema. Un lacado mal hecho es peor que una puerta sin tratar. Se nota a la legua: marcas de rodillo, burbujas, manchas, capas irregulares…
Una vez estropeada, la reparación es compleja y, muchas veces, requiere volver a empezar desde cero. No es recomendable hacerlo como proyecto DIY si no se tiene experiencia, aunque la tentación esté ahí. Los sprays y lacas rápidas rara vez dan buen resultado en puertas grandes y expuestas.
Desgaste y mantenimiento
Aunque el lacado es resistente, no es eterno. Las puertas sufren golpes, roces, arañazos de llaves o mascotas. Con el tiempo, pueden aparecer pequeñas marcas, sobre todo en zonas de paso frecuente (cocina, baño, habitaciones infantiles).
Reparar un desperfecto localizado no siempre es sencillo: a veces, hay que volver a lacar toda la superficie para evitar “parches” visibles.
Cambio de tendencia y arrepentimientos
Hoy el blanco es rey, pero las modas cambian. Hay quien se cansa del lacado y después de unos años quiere volver a la madera vista. El problema: retirar la laca para dejar la puerta en estado original es un trabajo complicado, caro y, a menudo, imposible si la madera era de baja calidad o estaba muy porosa. Antes de decidirse, conviene pensarlo bien.
¿Es mejor lacar o cambiar las puertas?
Aquí entramos en terreno pantanoso. Si las puertas están muy deterioradas, hechas de aglomerado o han sufrido mucha humedad, lacar puede ser solo un “parche” temporal.
En esos casos, cambiar la puerta entera —o al menos el frente— puede ser más rentable a medio plazo. El coste sube, claro, pero el resultado puede ser mucho más satisfactorio. Una puerta nueva, de calidad, bien instalada, dura décadas.
Lacar puertas antiguas: ¿merece la pena el esfuerzo?
Hay puertas antiguas, de madera maciza, que sí justifican el trabajo de lacado. Se puede respetar la estructura y darles una segunda vida con un acabado espectacular.
El valor sentimental o arquitectónico pesa aquí. Pero si hablamos de puertas baratas, huecas o muy dañadas, el resultado rara vez compensa el gasto.
¿Cuánto cuesta lacar puertas en 2025?
Los precios varían, y mucho. No es lo mismo un taller en Madrid que uno en un pueblo de Zamora. A grandes rasgos, en este verano de 2025, el lacado profesional de una puerta estándar ronda entre 90 y 170 euros, dependiendo del acabado y el estado previo. Si se eligen colores especiales, el coste se dispara. Si se hace en casa (DIY), el gasto en materiales puede parecer bajo, pero el resultado suele dejar que desear, salvo que se tenga buena mano y herramientas específicas.
Hay que sumar posibles extras: cambio de manillas, reparación de marcos, ajuste de bisagras. Y ojo, el presupuesto debe ser cerrado y detallado. Demasiadas veces, surgen sorpresas de última hora que disparan el precio final.
¿Y si lo hago yo? Riesgos del DIY
No es imposible lacar puertas en casa, pero es un proceso lento, sucio y exige mucha paciencia. Hay que desmontar la puerta, limpiar bien, lijar, imprimar y aplicar varias capas finas de laca con rodillo de espuma o pistola.
El mayor error suele ser la impaciencia: aplicar demasiada laca de una vez, no dejar secar bien, no lijar entre capas. El resultado puede acabar en desastre o, como mucho, en un acabado “aceptable” pero sin el brillo ni la uniformidad del lacado profesional.
Alternativas al lacado: pintar, vinilar, cambiar
El lacado no es la única opción para renovar puertas. Hay pinturas especiales para madera que dan buen resultado, aunque el acabado es menos uniforme y algo más delicado al roce.
Otra alternativa que ha ganado terreno en los últimos años es el vinilado: se colocan láminas adhesivas de alta resistencia que simulan distintos acabados, desde madera a colores sólidos o incluso metalizados. Es rápido, limpio y más barato, aunque no apto para todas las puertas ni tan duradero como el lacado.
Cambiar la puerta sigue siendo la opción más radical y, en muchos casos, la que ofrece mejores resultados a largo plazo, sobre todo si la carpintería original ya estaba en las últimas.
El futuro del lacado: sostenibilidad, nuevos acabados y demanda
Una tendencia al alza en 2025 es el lacado ecológico. Cada vez más talleres y fabricantes utilizan lacas al agua, menos contaminantes y más seguras para el hogar. El cliente demanda productos sostenibles, sin renunciar a la estética y la durabilidad. También aparecen acabados innovadores: lacados antibacterianos, resistentes a la humedad extrema o con texturas personalizadas.
En las grandes ciudades, la demanda de lacado sigue en auge, sobre todo en viviendas de alquiler o segundas residencias. Es la reforma exprés que transforma una casa en pocos días, sin obras y con resultado casi de revista.
Decidir con inteligencia (y con los pies en la tierra)
Lacar puertas puede ser una gran inversión estética, sobre todo si se hace bien y la calidad de las puertas lo permite. El acabado es espectacular, la limpieza fácil y la sensación de estrenar casa es real. Pero no hay milagros: requiere presupuesto, paciencia y cierto mantenimiento. Hay riesgos si se escoge un mal profesional, si las puertas no son aptas o si uno mismo intenta ahorrar en pasos clave.
No es una reforma imprescindible, pero puede marcar la diferencia en una vivienda antigua o desfasada. Si buscas luminosidad, orden y ese toque moderno que nunca falla, el lacado sigue siendo una apuesta segura. Si valoras la madera original, la textura y el paso del tiempo, quizás debas pensártelo dos veces. Y si eres de los que cambian de opinión cada poco, cuidado: el blanco lo inunda todo, y no siempre hay vuelta atrás.
En cualquier caso, la decisión de lacar puertas —como casi todo en la reforma— no es blanca o negra. Es una suma de factores, gustos, presupuestos y necesidades. No hay truco infalible, pero sí muchas formas de acertar… o de equivocarse. Esa es, quizá, la única certeza en el mundo de las reformas.
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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: Mapfre Hogar, Cronoshare, Reformas Hoy Madrid, AMG Armarios.

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