Naturaleza
Kesium perros para que sirve? Todo lo que necesitas saber

Kesium es un antibiótico para perros muy recetado en clínica: cuándo se usa, cómo se administra y qué debes saber para que funcione bien.
Kesium es un antibiótico veterinario para perros que combina amoxicilina con ácido clavulánico. Se prescribe para tratar infecciones bacterianas sensibles a este dúo —piel y tejidos blandos, boca y dientes, aparato respiratorio, vías urinarias— y se presenta en comprimidos palatables que facilitan la toma. No es un antiinflamatorio ni un analgésico: su función es eliminar bacterias cuando el veterinario confirma que hay una infección y que este fármaco es la opción adecuada.
En la práctica, sirve para resolver heridas infectadas, abscesos, pioderma, infecciones periodontales tras limpiezas dentales, bronquitis o traqueítis de origen bacteriano, y cistitis en las que el cultivo o la experiencia clínica respaldan su uso. Lo importante es que solo se utiliza con receta, durante los días pautados y con la dosis fijada por el profesional. Interrumpir antes de tiempo o improvisar “porque le va mejor” no ayuda: fomenta recaídas y resistencias.
Cómo actúa y por qué suele funcionar tan bien
La amoxicilina perfora la pared de muchas bacterias habituales en clínica de pequeños animales. El ácido clavulánico bloquea enzimas (β-lactamasas) que algunos microbios producen para defenderse del antibiótico. La pareja, junta, amplía el espectro y da un extra de eficacia en infecciones donde una amoxicilina sola podría quedarse corta. En perros, el objetivo es bajar carga bacteriana hasta que el sistema inmune vuelva a tomar el timón.
La formulación de Kesium está pensada para administración oral y para que el comprimido resulte apetecible. Esto, que suena menor, es clave: menos lucha al darle la medicación significa más adherencia y menos olvidos. Si el estómago es sensible, puedes ofrecerlo con un poco de comida para evitar náuseas, salvo indicación contraria de tu veterinario.
En qué casos lo suelen indicar
Piel y tejidos blandos
Las piodermas (superficiales o profundas), las foliculitis y los abscesos por mordedura responden con frecuencia a amoxicilina/clavulánico, acompañados de limpieza local y, cuando toca, drenaje. El tiempo de tratamiento suele ser más largo en piel que en otras localizaciones: se mantiene días después de que la lesión aparente haber curado para evitar recaídas.
Boca y dientes
Tras una profilaxis dental o cuando hay enfermedad periodontal con inflamación y sobrecrecimiento bacteriano, este antibiótico ayuda a controlar la infección mientras se actúa sobre la placa, el sarro y, si es necesario, se extraen piezas. Importante: aquí el fármaco no sustituye la higiene oral ni el tratamiento odontológico; es un apoyo.
Aparato respiratorio
En traqueítis o bronquitis con sospecha bacteriana —tos persistente con expectoración, fiebre, decaimiento— el veterinario puede optar por Kesium, sobre todo cuando descarta causas víricas o parasitarias y encuentra signos compatibles. A veces se combina con nebulizaciones, ambiente húmedo y reposo.
Vías urinarias
En cistitis bacterianas no complicadas, la asociación amoxicilina/clavulánico es una primera línea frecuente, especialmente si el urocultivo sugiere sensibilidad. Cuando existen recidivas o anomalías anatómicas, el enfoque se personaliza y el antibiótico se ajusta a la antibiograma.
Pauta, duración y administración responsable
En España, los antibióticos veterinarios se dispensan con receta y el régimen de dosificación lo define el veterinario según peso, localización de la infección y gravedad. La pauta típica se reparte en dos tomas al día durante varios días, y en piel puede prolongarse más. Evita partir comprimidos sin indicación; muchos tienen ranuras que permiten un fraccionamiento preciso, pero conviene que te expliquen cómo.
Cumplir horarios regulares mantiene niveles estables del fármaco en sangre. Retrasar varias horas, saltarse dosis o detener al notar mejoría son los atajos clásicos hacia el fracaso terapéutico. Si olvidas una toma, no dupliques la siguiente sin consultar; retoma el plan y avisa al veterinario si el olvido fue importante.
Efectos secundarios: lo esperado y lo raro
La mayoría de perros tolera Kesium sin problemas. Los efectos más habituales, si aparecen, son vómitos leves, diarrea blanda o falta de apetito al inicio. Suele bastar con darlo con comida o ajustar horarios para que el estómago no proteste. Si la diarrea es persistente o hay sangre, toca consulta.
Como todos los β-lactámicos, puede desencadenar reacciones de hipersensibilidad en animales alérgicos a penicilinas o cefalosporinas: urticaria, hinchazón facial, dificultad respiratoria. Es infrecuente, pero urgente: suspende y acude a tu veterinario. En tratamientos prolongados o en perros con enfermedad hepática o renal, tu profesional valorará controles y ajustes.
No mezcles con bacteriostáticos (como tetraciclinas o macrólidos) salvo indicación expresa: cuando uno frena el crecimiento bacteriano y el otro mata bacterias en división, la combinación puede estorbarse.
Señales de que va por buen camino
Una infección que responde empieza a dolor menos, baja la fiebre, el perro come mejor y reanuda paseos sin esa pereza rara. En piel, la supuración cede y el enrojecimiento remite. En orina, desaparecen el tenesmo y el mal olor. Si en 48–72 horas no hay señales de mejoría, no improvises: revisión. Puede que la bacteria sea resistente, que la dosis necesite ajuste o que, sencillamente, la infección no sea bacteriana.
Diagnóstico y cultura: por qué a veces piden más pruebas
A simple vista, muchas infecciones se parecen. Por eso, en determinados casos el veterinario recomienda cultivo y antibiograma: se identifica la bacteria y se comprueba con qué antibióticos es sensible. Es un paso esencial en recidivas, en cistitis que vuelven como un boomerang o en piodermas profundas donde ya ha habido fracasos previos. Un tratamiento afinado desde el principio es tiempo ganado y resistencias evitadas.
Resistencias: lo que se evita cuando se hacen bien las cosas
Usar Kesium “por si acaso” desde casa o acortar la pauta en cuanto el perro parece mejor son las autopistas a la resistencia bacteriana. No es un discurso abstracto: significa que la próxima vez el fármaco podría no funcionar. En clínica, lo responsable es tratar lo que hay (infección bacteriana confirmada o muy probable), con la dosis correcta y el tiempo necesario. Y luego parar.
Diferencias con otros antibióticos que quizá te suenen
En infecciones de piel, hay casos en los que el veterinario prefiere cefalexina; en enteritis bacterianas concretas o cuando hay sospecha de ciertos patógenos, puede optar por otras familias; y en problemas complejos de vía urinaria, ajustará al antibiograma aunque implique un fármaco distinto. Kesium destaca por su amplio uso y buen perfil de seguridad en perro, pero no es el único ni el mejor siempre: lo es cuando toca.
Cachorros, gestación y lactancia: prudencia con criterio
En cachorros, el veterinario ajusta cuidadosamente peso y pauta, y vigila el intestino (son más sensibles a cambios). En perras gestantes o lactantes, la decisión se toma caso a caso: la familia de la amoxicilina es, en general, de las mejor toleradas, pero el profesional sopesa beneficio/riesgo con la infección concreta sobre la mesa. Si una madre en lactancia necesita antibiótico, se valora también el cachorro y se monitoriza.
Convivir con la medicación: trucos que funcionan
Si el perro escupe el comprimido, no te desesperes. Prueba a esconderlo en un trocito de comida húmeda, en una golosina pastosa o a ofrecer dos bocados seguidos, con el medicamento en el segundo para que no lo sospeche. Evita triturarlo salvo que te lo indiquen (altera sabor y liberación). Un calendario visible o alarmas en el móvil te quitan la mitad del estrés: a la hora que toca, toca.
Si convives con más animales, asegúrate de que cada uno recibe su dosis. No repartas “lo que sobra” ni traslades medicaciones entre perros: lo que a uno le cura, a otro puede no servirle o perjudicarle.
Interacciones, alcoholes “para desinfectar” y otros mitos
No des antiácidos o suplementos de hierro a la misma hora sin consultar: pueden interferir con la absorción. Tampoco añadas por tu cuenta probióticos o fermentos “para arreglar la tripa”: a veces ayudan, a veces no; que lo valore quien lleva el caso. Y no apliques “desinfectantes caseros” en heridas mientras el perro toma antibiótico oral: el tratamiento de piel se decide aparte y con productos adecuados para animales.
Legalidad en España: por qué te piden receta
Los antibióticos como Kesium están sujetos a prescripción veterinaria. No es un capricho ni un negocio: es la manera de garantizar usos correctos, evitar resistencias y proteger la salud pública. Si un sitio te ofrece enviarte antibióticos sin receta, desconfía: además de ilegal, pone en riesgo a tu animal y, de rebote, a todos.
Precio, formatos y conservación
Kesium se comercializa en varias concentraciones y tamaños para adaptarse a diferentes pesos. El precio final lo marcan presentación y clínica, y conviene valorar no solo el coste por caja, sino el plan completo: revisiones, curas, limpiezas dentales o pruebas asociadas. Guárdalo en su blister, seco, a temperatura ambiente y lejos de niños y otros animales. Si te sobran comprimidos tras finalizar la pauta, no los guardes para “otra ocasión”: pide en tu clínica cómo eliminarlos de forma segura.
Cuándo volver al veterinario sin esperar al final
Si aparecen urticaria, dificultad respiratoria, vómitos repetidos, apatía marcada, ictericia (mucosas amarillas) o heces negras, acude de inmediato: son señales que no se negocian. También merece revisión si, pasado el tercer día, no hay ninguna mejora o si la infección empeora a pesar del tratamiento. Mejor ajustar a tiempo que remar contracorriente.
Lo que de verdad importa
Acabar la pauta es tan importante como empezarla. Cuando cierras el tratamiento en tiempo y forma, reduces la posibilidad de recaída, evitas resistencias y dejas a tu perro con la infección resuelta y sin cabos sueltos. Un par de semanas después, si la infección fue tozuda, puede que el veterinario quiera revisar para confirmar que todo sigue en calma.
Kesium es, en manos veterinarias, un aliado fiable contra numerosas infecciones bacterianas del perro. Sirve para curar cuando hay bacteria de por medio y no para “prevenir por si acaso”. Funciona porque suma una penicilina potente y un inhibidor de defensas bacterianas, y se da en pautas claras que conviene respetar como un semáforo en rojo. Si te quedas con una idea, que sea esta: antibiótico útil, criterio veterinario y constancia del cuidador. Con esa trilogía, la mayoría de infecciones pasan a ser un episodio más del cuaderno del perro, no un capítulo eterno.
🔎 Contenido Verificado ✔️
Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: AEMPS, Colegio de Veterinarios de la Comunidad Valenciana, Animaleros, Centro Veterinario La Vaguada.

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