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He tomado Citrafleet y no me hace efecto: ¿qué puedes hacer?

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CitraFleet no hace efecto: tiempos, hidratación y pautas seguras para ajustar la preparación y llegar con el colon limpio sin riesgos reales.

Si tras el primer sobre no aparece movimiento intestinal, lo razonable suele ser darle tiempo al fármaco y beber más líquidos claros. Con esta preparación evacuante, lo habitual es que las deposiciones empiecen entre dos y tres horas después de la primera toma, pero puede adelantarse o retrasarse según el tránsito de cada persona. La pauta estándar exige hidratarse bien (del orden de litro y medio a dos litros de líquidos claros tras cada sobre) y respetar el intervalo entre dosis indicado por la unidad de endoscopias. No conviene añadir sobres extra por cuenta propia ni mezclar con otros laxantes: no mejora el resultado y sí eleva el riesgo de deshidratación o alteraciones de sales.

Si ya se ha administrado el segundo sobre y las heces continúan oscuras o pastosas, o no se ha evacuado, la indicación de referencia es llamar al teléfono del hospital que ha pautado la preparación. Ese equipo conoce el horario de la colonoscopia, el estado clínico y los ajustes posibles. En muchas ocasiones el problema es de tiempos o de ingesta insuficiente de líquidos claros; en otras, se prefiere reprogramar con un esquema alternativo. Lo que no cambia: insistir con dosis extra sin supervisión no es seguro.

Qué es CitraFleet y cómo debería actuar

CitraFleet combina picosulfato sódico y citrato magnésico. El primero es un estimulante local: se activa en el colon y aumenta la motilidad. El segundo funciona como osmótico: atrae agua hacia el intestino y facilita un “lavado” continuo del contenido fecal. Esa doble vía explica la secuencia típica: primero se ablanda el bolo, luego se acelera el tránsito y, por último, aparece una evacuación líquida capaz de limpiar la mucosa para que el endoscopio tenga una visión nítida. En términos prácticos, el contenido final debería verse claro o amarillo muy pálido. Si al terminar la pauta el líquido sigue turbio, con posos o restos, la limpieza es insuficiente.

La administración está diseñada para ser fraccionada. Dos sobres separados por varias horas, una dieta de bajo residuo el día previo y, desde que arranca el preparado, solo líquidos claros hasta después de la prueba. Cada sobre se disuelve en agua y, pasados unos minutos, se inicia la fase clave: ingerir lentamente grandes volúmenes de líquidos (agua, caldos colados, infusiones suaves, bebidas isotónicas transparentes). Esos líquidos no son un “extra”: son el motor que arrastra el preparado por el intestino y previene mareos, calambres o bajadas de tensión por deshidratación.

Los tiempos, siempre orientativos, tienen márgenes amplios. Hay personas con tránsito rápido que notan el efecto en menos de una hora; otras, con estreñimiento crónico o medicación que enlentece el intestino, van más despacio. El valor real está en completar la pauta, hidratarse y observar color y consistencia de lo que sale. Esa observación manda más que el reloj.

Señales prácticas para valorar el progreso

Medir el éxito de la preparación se consigue mirando el inodoro, sin rodeos. La evolución típica pasa por heces pastosas, luego líquidas marrones, más tarde amarillo turbio y finalmente transparente o amarillo muy claro. Esa última fase indica que el colon está preparado para una exploración de calidad. Si el proceso se queda a medio camino, la visión se enturbia y aumenta el riesgo de pasar por alto lesiones pequeñas o pólipos planos.

La hora de la colonoscopia condiciona la pauta. Cuando la cita es temprana, la primera dosis se toma la tarde-noche anterior y la segunda, al amanecer; si es a última hora del día, se abren protocolos de “mismo día” que permiten espaciar menos y llegar con el colon recién lavado. El objetivo es que el intervalo entre la última toma y la exploración sea corto, dentro de los márgenes de seguridad para la sedación. Cuanto más larga sea esa ventana, mayor probabilidad de que el intestino vuelva a producir moco y residuos y se estropee el resultado.

La hidratación es el gran factor diferencial. Si no se acompaña el preparado con líquidos, el efecto parece “flojo” aunque el medicamento siga su camino. Por el contrario, cuando el aporte de agua y sales es generoso, la limpieza avanza de forma visible y el cuerpo tolera mejor el proceso. Un truco sencillo y eficaz: alternar agua con caldos filtrados o bebidas con electrolitos transparentes, a sorbitos, sin atracones.

Motivos habituales de “no hace efecto” y cómo corregirlos

El primer motivo, con diferencia, es beber poco. CitraFleet no aspira a barrer por sí solo. Necesita volumen de líquidos circulando para diluir, movilizar y arrastrar. La ingesta insuficiente de agua deja la mitad del trabajo sin hacer y multiplica las náuseas. La corrección es simple y segura: mantener el plan de líquidos pautado, sin obsesionarse con tragos grandes, y observar el cambio de color de las deposiciones a medida que se avanza.

Segundo motivo: acortar tiempos por miedo a no dormir o a que “se haga tarde”. La pauta fraccionada se apoya en un intervalo de horas entre dosis. Si se juntan los sobres, se pierde rendimiento; si se alejan demasiado, el intestino se “ensucia” de nuevo. La corrección pasa por respetar el reloj que proporciona el hospital, que ya contempla la hora de la cita y la sedación.

Tercero: dieta previa inadecuada. Un día de bajo residuo facilita el éxito. Sin semillas, sin pieles, sin fibra insoluble, sin lácteos durante la preparación. Quien llega a la noche con ensaladas crujientes, pan integral y legumbres complica el trabajo: el preparado se enfrenta a un colon cargado y la sensación subjetiva de “no me hace efecto” aparece con más frecuencia. La forma de arreglarlo es obvia, aunque impopular: planificar la mesa de la víspera, rebajar la fibra y pasar a líquidos claros al arrancar el primer sobre.

Cuarto: medicación que enlentece el tránsito o condiciones clínicas específicas. Opiáceos para el dolor, algunos antidepresivos, anticolinérgicos, suplementos de hierro y otros fármacos estreñidores retardan la respuesta. Hay también diagnósticos —diabetes con gastroparesia, enfermedad de Parkinson, hipotiroidismo, antecedentes de cirugía abdominal— que exigen planes personalizados. En pacientes con función renal comprometida, por ejemplo, los servicios suelen preferir preparaciones basadas en polietilenglicol, que no aportan carga de magnesio. El arreglo, de nuevo, no pasa por inventar: comunicar la medicación y las enfermedades antes de empezar para que el equipo elija la pauta más segura.

Quinto: errores de preparación. Disolver mal el sobre, mezclarlo con poca agua o combinarlo con bebidas opacas (zumo con pulpa, lácteos, batidos) altera la concentración y reduce el efecto. Hay un detalle poco comentado que marca diferencias: al agitar, la mezcla se calienta unos segundos; conviene dejarla templar antes de beber y, después, abrir la fase de líquidos claros. Ni hace falta tragarla helada ni ardiendo. Y no es buena idea “rebajar” el vaso del sobre inmediatamente con más agua en el mismo recipiente: se diluye lo que debe entrar tal cual.

Sexto: expectativas irreales. No es un laxante suave para “aliviar” el estreñimiento cotidiano. Es un purgante potente diseñado para vaciar el colon. En algunas personas, el primer sobre solo prepara el terreno; el vaciado real arranca con el segundo. Ese matiz explica por qué muchos casos etiquetados como “no me hace efecto” acaban corrigiéndose sin añadir nada: bastan hidratación, paciencia y completar el plan.

Cuándo parar y pedir ayuda

Hay señales de alarma que obligan a interrumpir la preparación y a contactar con el equipo sanitario: dolor abdominal intenso y persistente, distensión marcada con imposibilidad de expulsar gases, vómitos repetidos que impiden retener líquidos, mareo con sensación de desmayo, latidos irregulares, calambres musculares generalizados, orina escasa durante horas o aparición de sangre roja con las deposiciones. No son frecuentes, pero están descritas y se relacionan con deshidratación, alteraciones electrolíticas o complicaciones de base. Insistir con más líquido o más dosis cuando el cuerpo da estas señales no tiene sentido.

También hay contraindicaciones absolutas que se descartan antes de pautar CitraFleet: obstrucción intestinal, perforación, megacolon tóxico, colitis activa grave, retención gástrica, insuficiencia cardiaca descompensada, deshidratación relevante, insuficiencia renal grave o hipermagnesemia, entre otras. Quien entra en estos grupos suele recibir estrategias alternativas más seguras. Y un aviso que nunca sobra: no se utiliza como laxante de rutina para tratar estreñimiento crónico fuera del contexto de una colonoscopia o una prueba diagnóstica similar.

Cuando el problema es intolerancia (náuseas, vómitos, arcadas persistentes), lo más prudente es detenerse y consultar. De nada sirve beber si todo se devuelve. A veces se resuelve con antieméticos pautados y un reajuste de tiempos; otras, la solución es reprogramar. Forzar el cuerpo no mejora la limpieza y sí aumenta el riesgo de acabar en urgencias con una deshidratación severa.

Aviso clínico responsable: esta información es general y no sustituye la decisión de un profesional que conoce la historia clínica y los fármacos en curso. Si aparecen síntomas alarmantes como los descritos, o si existen patologías renales, cardiacas o tratamientos delicados, el criterio médico es el que manda.

Situaciones clínicas que cambian la estrategia

En personas mayores y frágiles, el equilibrio entre eficacia y seguridad manda. La pérdida de agua y sales se tolera peor, y el riesgo de hipotensión o arritmias por alteraciones del potasio aumenta. Suele preferirse hidratar con soluciones ricas en electrolitos y monitorizar más de cerca. Si la función renal no es óptima, se abren opciones sin carga de magnesio, como los preparados basados en polietilenglicol.

En diabetes, sobre todo si existe gastroparesia, el estómago vacía lento y la náusea aparece con facilidad. Un truco clínico que funciona: espaciar mejor los líquidos, tomar la mezcla más despacio y dar más tiempo entre sobre y sobre. En tratamientos hipoglucemiantes, el equipo médico indicará cuáles mantener y cuáles posponer durante las horas de preparación, con el objetivo de evitar hipoglucemias en ayunas.

El estreñimiento crónico de tránsito lento es otro frente. No significa que CitraFleet “no funcione”, sino que tardará más. A veces se pauta una dieta de bajo residuo algo más estricta los días previos o se incorporan ajustes de horario para favorecer que la segunda dosis caiga lo bastante cerca de la exploración. Aun así, no todo se arregla con CitraFleet. Hay situaciones en las que el servicio prefiere PEG a alto volumen, que limpia por efecto arrastre sin estímulo químico añadido.

En cirugías abdominales previas o en enfermedades como Parkinson e hipotiroidismo, el intestino responde de forma distinta. No conviene improvisar con planes ajenos. La consulta previa permite predecir retrasos, ajustar horas y escoger el preparado más apropiado, evitando que el “no me hace efecto” acabe en una colonoscopia interrumpida y, peor, repetida.

El capítulo de medicación merece su propio recuadro mental. Los opiáceos estreñidores enlentecen el colon; antidepresivos con efecto anticolinérgico hacen lo propio; el hierro oral oscurece las heces y confunde la valoración de limpieza; los diuréticos, el litio, los antiinflamatorios y los corticoides no frenan la evacuación, pero alteran el balance hídrico y requieren atención especial para no descompensar al paciente. La clave es simple: informar de todo lo que se toma y recibir instrucciones precisas sobre qué continuar, qué parar y en qué momento exacto.

El plan realista cuando parece que no funciona

Una pauta eficaz, aplicada tal cual, suele desbloquear la mayoría de los “no me hace efecto”. Completar los dos sobres, mantener un volumen generoso de líquidos claros y vigilar el intervalo con respecto a la colonoscopia resuelve más casos de los que parece. Si la evacuación no arranca tras el primer sobre, la jugada es paciencia e hidratación; si tras el segundo el líquido sigue turbio o no aparece la diarrea líquida, la jugada es teléfono y asesoramiento. Nada de añadir productos por cuenta propia, ni fosfatos, ni enemas caseros, ni dosis extra, porque el remedio puede ser peor que la enfermedad.

El beneficio de hacer las cosas con método es tangible. Un colon limpio significa más detección de pólipos, menos tiempo de exploración, posibilidad de tratar lesiones en el acto y evitar repeticiones. La experiencia de las unidades de endoscopia apunta siempre al mismo triángulo: hidratación constante, horarios bien marcados y dieta baja en residuo. Cuando esas piezas encajan, la sensación subjetiva de “no me hace efecto CitraFleet” desaparece del vocabulario y la prueba sale adelante con una visión impecable.

Hay margen para las preferencias. Algunas personas toleran mejor el preparado si está frío; otras, a temperatura ambiente. Hay quien prefiere caldos suaves y quien se inclina por bebidas isotónicas transparentes. Lo que no varía es el volumen total. Y un recordatorio útil: cuidar la piel del área perianal con crema barrera y usar papel suave evita molestias al día siguiente, algo que rara vez se menciona y que mejora mucho la experiencia.

Cuando de verdad no cuaja, lo honesto es reprogramar. Es preferible un nuevo intento con la pauta adecuada —o con un preparado alternativo mejor ajustado a la situación clínica— que estirar una colonoscopia con visibilidad pobre. Nadie gana con una exploración a medias: ni el paciente ni el endoscopista. La medicina segura y eficiente es la que apuesta por el mejor resultado, no por el más rápido.

El hilo conductor queda claro. CitraFleet está diseñado para funcionar si se usa como está previsto: dos dosis separadas, litros de líquidos claros, ausencia de sólidos desde el primer sobre y un margen corto antes de la exploración. El resto son detalles que se ordenan con información, sin improvisaciones. Cuando algo se tuerce, el criterio del equipo que lleva la colonoscopia es la referencia. Y sí, a veces hay que cambiar de estrategia. Sucede. Lo importante es llegar con el colon como un cristal, porque de esa nitidez depende que la prueba detecte, trate y tranquilice.


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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: AEMPS, ESGE, Barnaclínic, Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, Servicio Andaluz de Salud, AEP (Pediamecum), Gut.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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