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Forbes Best Content Creators 2025: ¿qué es y quién ganó?

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Forbes Best Content Creators 2025

Forbes Best Content Creators 2025 ordena la creación digital en España y resume el palmarés: Nil Ojeda lidera y brillan otros referentes hoy.

Forbes Best Content Creators es el gran ranking anual que identifica a los 100 creadores de contenido más influyentes en España y los celebra con una gala que actúa como escaparate de tendencias y como termómetro del negocio de la influencia. No es un listado de seguidores ni un juego de popularidad simple, sino una selección editorial que prioriza relevancia sostenida, calidad narrativa, impacto en comunidad y profesionalización. En 2025 la cita confirmó la madurez del sector y consolidó un mensaje que ya no admite discusión: la creación digital se comporta como una industria con sus reglas, sus métricas y su cultura propia, conectada con marcas, medios y entretenimiento.

El palmarés de 2025 dejó un titular claro: Nil Ojeda fue reconocido como Creador del Año, y el People’s Choice Award —el premio decidido por votación popular— recayó en Jorge Cyrus. La gala, celebrada en Madrid, reunió a una representación abrumadora del ecosistema y distinguió, además, a referentes por disciplinas: DjMaRiiO como figura clave del streaming, Diego Nister en TikTok, El Club de la Corchea en pódcast, Peldanyos en gastronomía, Vicky Montanari por su storytelling, Cisco García en diversidad e inclusión, Verdeliss por su impacto social, Barry B. como talento musical emergente, Marta Pombo como mujer inspiradora y Jordi Wild como pionero. Un mapa reconocible de la creación española actual, que mezcla entretenimiento, cultura y negocio con naturalidad.

Qué es exactamente el Best Content Creators y cómo funciona

El Forbes Best Content Creators es, en su esencia, un producto editorial de alcance nacional con vocación de servicio. Su razón de ser pasa por ordenar un territorio que a veces parece inabarcable —plataformas que cambian, métricas que se multiplican, formatos nuevos cada pocas semanas— y señalar a quienes están marcando el ritmo en España. El método, pese a la aparente sencillez del resultado, no es trivial: la lista nace del trabajo de un comité y de la redacción especializada, que analizan consistencia en la publicación, calidad del contenido, capacidad para generar conversación, proyectos paralelos (desde empresas a productos físicos o eventos) y, muy importante, credibilidad. La medición no se queda en la superficie del conteo de likes. Se contrasta crecimiento, engagement real (no el que se infla en una campaña aislada), permanencia del fenómeno y adaptación a contextos distintos. Si un creador ha convertido su marca personal en un proyecto sostenible —equipos, propiedad intelectual, formatos con continuidad, colaboraciones a largo plazo—, se nota.

Esta mirada local convive con el pulso global de la economía de los creadores. Hay listas mundiales que señalan a los gigantes del mercado internacional, con MrBeast como ejemplo recurrente, pero el Best Content Creators se enfoca en el terreno español: códigos, acentos, marcas, público. Es importante no confundir piezas. El ranking de Forbes España no busca competir con un top mundial, sino radiografiar con precisión el ecosistema del país, conocer sus particularidades y reconocer a quienes, desde aquí, levantan comunidad, construyen negocio y tienen voz. La gala es la culminación del proceso: un acto de reconocimiento y, a la vez, un lugar donde el sector conversa consigo mismo. Allí se cruzan marcas, agencias, managers y los propios protagonistas, y de esa mezcla sale algo valioso: una lectura compartida de hacia dónde va la industria.

Un producto editorial local con ambición clara

El carácter local no implica renunciar a estándares altos. Al contrario: el Best Content Creators se ha consolidado como sello reputacional con influencia real en la contratación de campañas y en la agenda de eventos. La marca Forbes aporta una exigencia reconocida y destila una metodología cualitativa que complementa los datos en abierto de plataformas. Se mira la estructura del contenido (guiones, realización, ritmo), la capacidad de convertir atención en iniciativa (merchandising, giras, shows, libros, colaboraciones), la comunidad (no solo el volumen: su fidelidad, su participación, su tono) y la evolución (si hay curva ascendente, si el creador ha demostrado que no depende de un solo formato o red). El resultado es un retrato coral que combina perfiles consolidada y nuevas voces con hambre. Y esa mezcla, que parece obvia, cuesta: exige criterio, contexto y memoria.

Quién ganó en 2025 y por qué su victoria importa

El Creador del Año fue Nil Ojeda, y la decisión encajó con la sensación de la calle: una trayectoria que ha logrado convertir retos y series en narrativa y esa narrativa en comunidad activa, con cita fiel y un lenguaje audiovisual propio. Su fórmula no es un truco de una temporada. Construye franquicias de contenido reconocibles, innova sin dejar de ser él y se atreve a jugar en varios frentes (vídeo largo, formatos cortos, directos, colaboraciones). Esa diversificación, unida a la pericia en la producción —ritmos, escaletas, cliffhangers, realización que ya no es amateur—, lo coloca en la órbita de los creadores que operan como pequeñas productoras. Y esa profesionalización explica su peso en el ranking: respira 2025 por los cuatro costados.

El People’s Choice Award lo ganó Jorge Cyrus, símbolo de otra faceta necesaria: la movilización de una audiencia masiva en clave de entretenimiento directo. El voto popular no mide únicamente seguimiento; mide capacidad de activar. Implica pedir a miles de personas que paren lo que están haciendo y entren a votar. Lograrlo exige hábito de comunidad, ritmo de publicación, carisma y cercanía. Es la prueba del algodón del fenómeno digital cuando lo miramos desde la demanda: la gente entra, participa, empuja. El resultado no solo legitima una carrera; condiciona la conversación en torno a cómo un creador sostiene su momentum según pasan los años.

Creador del Año: Nil Ojeda, del formato al fenómeno

La lectura de su victoria va más allá del nombre propio. Nil Ojeda ejemplifica un modelo de creador-empresario que entiende el contenido como IP con recorrido. Lanzar un reto de 21 días o una serie con estructura episodica no es simplemente “hacer vídeos”; es diseñar una temporada, con picos de atención, ganchos, progresión y cierre. Cuando esa lógica se domina, el siguiente paso es trasladar la historia al producto: colecciones limitadas, eventos en directo, colaboraciones que tienen sentido con su universo creativo. En 2025, su proyecto se percibe maduro, con un equipo que permite escala y consistencia. Añádase una fotografía nítida de su comunidad —jóvenes que lo sienten cercano, pero también adultos que ya asumen su lenguaje— y se entiende que su palmarés no es un capricho: es la consecuencia de cocinar bien, durante tiempo, con una idea clara de marca.

El voto del público: Jorge Cyrus y la ciencia de activar una comunidad

Ganar el People’s Choice dice mucho sobre el estado del ecosistema. Mide un vector crucial: el ímpetu participativo. En un entorno saturado de estímulos, no basta con que te vean; hay que lograr que actúen. Y ahí Jorge Cyrus ha hecho los deberes. Su humor, su ritmo y esa naturalidad desacomplejada que funciona a golpe de vídeo corto se combinan con disciplina y constancia. Hay una ingeniería suave en su manera de hablarle a la comunidad: relatos que se continúan, llamadas a la acción bien integradas, complicidad. Cuando llega un voto abierto y decenas de miles responden, la consecuencia es un premio; el fondo, más interesante, es la demostración de poder de convocatoria.

Un vistazo a las categorías clave y a los nombres propios que dibujan el mapa

El tablero no se entiende sin el streaming, y DjMaRiiO volvió a confirmarlo. Sostener una programación en directo durante años, con hitos que llenan estadios y con una conversación permanente en torno al fútbol, exige tablas, plan y piel gruesa. Su “lenguaje de grada digital” se ha convertido en un estándar: periodismo de fan, entretenimiento deportivo y comunidad en torno a un presentador que capta códigos del vestuario y de la tribuna a la vez. En 2025 su figura pesa también como productor de eventos, un salto natural en la evolución del streamer que entiende que la pantalla, por sí sola, a veces se queda corta.

En TikTok, Diego Nister encarna la chispa de lo inesperado. El formato corto todavía premia la originalidad inmediata: un gesto, un corte perfecto, un timing milimétrico. Pero sostener una cuenta durante meses —y crecer— pide algo más: tono reconocible y “serie invisible”, esa continuidad que hace que el público espere el siguiente giro aunque no esté anunciado. Nister lo ha entendido. Y ha conseguido que su nombre suene entre los imprescindibles de un espacio donde lo efímero manda.

En pódcast, el reconocimiento a El Club de la Corchea ratifica una idea que 2025 ha reforzado: el audio largo tiene hambre de nichos con músculo, y la música urbana —sus códigos, su backstage, sus polémicas y su artesanía— es un ecosistema perfecto para explorarlo. La intimidad del formato, con conversaciones que bajan la defensa y dejan espacio para la anécdota, ha permitido que el programa construya comunidad fiel y se cuele en la agenda del propio sector musical, que cuenta con él para presentar proyectos o explicarse.

La gastronomía sigue siendo una autopista de atención, y Peldanyos lo ha demostrado con una propuesta que mezcla criterio culinario, cercanía y humor. La cocina, además, atraviesa generaciones y clases sociales: todo el mundo come, todo el mundo opina, y todo el mundo tiene una receta que defiende. Convertir esa conversación cotidiana en contenido adictivo no es mágico, es método: didáctica ligera, edición limpia, personalidad y un olfato especial para detectar temas que despiertan debate amable.

El caso de Vicky Montanari subraya la fuerza del storytelling en moda. No se trata solo de enseñar prendas; se trata de contar cultura visual: guiños históricos, referencias, textura, color, siluetas. La victoria en esta categoría demuestra que el público premia la autenticidad cuando se combina con conocimiento y criterio estético. Y certifica que la moda, en el ecosistema digital, sí puede ir más allá del “haul” o de la tendencia pasajera.

En diversidad e inclusión, Cisco García aporta un relato que trasciende el deporte y se instala en la normalización. Su discurso no pide permiso: enseña, emociona y empodera sin caer en moralinas y aterriza su mensaje en acciones concretas. Este tipo de influencia —la que mejora conversación social— se valora cada vez más en un sector que ya ha aprendido que alcance sin responsabilidad no basta.

El impacto social de Verdeliss merece una mención aparte. Con años de trabajo y una comunidad que la acompaña desde la cocina de casa hasta el tartán de un estadio, ha sabido convertir su vida familiar en relato sin perder intimidad ni respeto. El reconocimiento pone foco en una trayectoria que ha evolucionado hacia el emprendimiento y hacia retos deportivos que reconfiguran su figura pública. No es casualidad: el público premia la coherencia cuando el relato personal se convierte en historia de superación con base real.

La música trae su propia energía. El premio Next Gen Music a Barry B. retrata una escena que trenza trap, rock y hip hop con colaboraciones de primera línea. El creador musical que entiende el entorno digital ya no busca “solo” streams en plataformas; busca escenas, comunidades, estética. Y lanza piezas pensadas para vivir en vídeo corto y directo, a la vez. Ese cruce de formatos es muy 2025 y, con razón, ha encontrado su sitio en el palmarés.

En el plano del liderazgo femenino, Marta Pombo aparece como Inspiring Woman Creator. No es un premio de cuota; es un reconocimiento a una gestión impecable de la marca personal en varias verticales (moda, lifestyle, emprendimiento), con equipos profesionales y proyectos sostenibles. Señala un camino: la influencia como plataforma para negocios paralelos y para una presencia pública que va más allá de las redes.

Finalmente, Jordi Wild recoge el reconocimiento como pionero, y la palabra no es gratuita. Su trayectoria remite a una época menos pulida de YouTube, con atrevimiento y formatos que hoy ya forman parte del canon. Con los años, ha refinado el dispositivo —entrevista larga, personalidad sin filtros, producción sólida— y su lugar en el ecosistema se parece al de un showrunner de radio de autor, pero en digital. El premio cierra un círculo y abre otro: el de la institucionalización del creador veterano que no pierde filo.

Para qué sirve de verdad a marcas, agencias y creadores

Un ranking como el Best Content Creators reduce asimetrías de información. En un mercado donde conviven presupuestos millonarios, microcampañas y apuestas tácticas, la validación editorial ayuda a tomar decisiones. Funciona como un atajo reputacional: si un nombre aparece destacado, significa que hay trabajo detrás, estructura, impacto más allá de un pico aislado. Para las marcas, esto simplifica el casting; acota riesgos y sugiere alianzas con sentido, aquellas que no se agotan en una mención pagada y que pueden derivar en proyectos a largo plazo: cápsulas de producto, giras, contenidos coproducidos, causas compartidas.

Para los creadores el efecto es doble. De un lado, visibilidad: el sello Forbes abre puertas, facilita conversaciones, mejora condiciones en la negociación con agencias y anunciantes. Del otro, exigencia: entrar en la lista obliga a profesionalizar procesos —planificación editorial, gestión de derechos, análisis de datos, fiscalidad— y a pensar el contenido como un negocio sostenible. Quien no lo haga, quedará por el camino. El Best Content Creators tiene ese poder “disciplinador” suave: no impone reglas, pero marcar el estándar empuja a competir con más oficio.

Las agencias leen el ranking con otros ojos. Detectan tendencias, anticipan movimientos, observan cómo se cruzan mundos: moda con gaming, gastronomía con humor, música con divulgación. En la gala, además, se produce algo que no se puede medir del todo en un excel: conversaciones informales que derivan en ideas, códigos compartidos, aprendizajes operativos. El sector se mira al espejo una vez al año y ajusta su propia brújula.

Lo que nos dice 2025 sobre tendencias y profesionalización

La edición de 2025 confirma varias tendencias sólidas. La primera: multiplataforma de verdad. Ya no vale con ser fuerte en un sitio. Los ganadores sostienen presencia en vídeo largo, directo y formato corto, con guion adaptado a cada espacio y calendarios vivos. La segunda: formato como IP. El creador que prospera no improvisa cada semana; serializa, convierte ideas en temporadas y personajes en universos que se pueden licenciar, llevar a un escenario o estampar en una colaboración de producto. La tercera: medición con cabeza. El engagement bruto cuenta, pero cada vez pesa más la calidad de la relación con la comunidad, la capacidad de conversión y el sentido de las marcas que se asocian. El “hazlo todo por dinero rápido” se apaga; lo que permanece es lo que cuadra con el relato.

Otro vector relevante: la hibridación con la música y el auge del pódcast como formato donde cabe profundidad y tiempo. A su manera, 2025 ha demostrado que lo largo —cuando hay sustancia— funciona, incluso en un ecosistema obsesionado con lo breve. Hay espacio para entrevistas que se cuecen a fuego lento, para narrativa documental y para series que exigen atención de principio a fin. No compiten, se complementan: un clip de 40 segundos puede llevar a una charla de hora y media si hay una historia que lo merezca.

La diversidad y el impacto social ya no aparecen como apéndices. Son parte central de la conversación. Premiar a Cisco García y Verdeliss en categorías con foco social señala una madurez: el público y las marcas piden referentes que aporten más allá del entretenimiento, normalicen y sirvan de palanca de cambio. Hay una dimensión de responsabilidad que se ha asentado sin restar frescura. No se pide sermón; se pide coherencia, información y sensibilidad. Y cuando se da, se premia.

En gastronomía, Peldanyos demuestra que el contenido culinario ha dejado atrás la receta suelta y ha entrado en la lógica del programa. Hay personajes, hay tramas y hay criterio: se aprende, se discute, se disfruta. La cocina es un lenguaje que cruza regiones y clases sociales, y tiene algo que muchos formatos persiguen sin lograr: implicación. La gente ve un vídeo, lo replica, opina, discrepa. Y esa acción es oro.

El streaming consolida su papel central, pero con una evolución clara: los grandes nombres trascienden la plataforma. Hacen eventos, articulan ligas internacionales, cierran acuerdos con estadios y marcas que hace cinco años ni miraban este territorio. En 2025, el streamer relevante es mitad presentador, mitad productor, y su negocio se parece cada vez más al de una pequeña cadena.

Por último, un apunte que sobrevuela los premios: la salud mental y los límites. Muchos creadores han verbalizado pausas, han explicado procesos y han limpiado la relación con el público mediante transparencia publicitaria y agendas más sostenibles. No es un tema menor. La profesionalización no va de convertirse en máquina; va de durar sin perder voz.

Señales que Forbes valora para entrar y permanecer

Aunque no existe una “fórmula secreta”, se intuyen señales que pesan en la selección. Consistencia: publicar con regularidad, con calendario y con calidad constante. Narrativa propia: que un vídeo se reconozca como tuyo por tono, ritmo, mirada. Comunidad: no solo volumen, participación real; que se escuche cuando hay que votar, que se movilice cuando hay una causa, que se quede en un directo largo. Diversificación: que la marca personal tenga ramas (producto, eventos, colaboraciones) y equipo: producción, edición, diseño, legal, partners. Ética de la influencia: transparencia en lo comercial, cuidado del lenguaje, sensibilidad en temas delicados. Y, en paralelo, datos: crecimiento sano, engagement razonable, conversión cuando toca. Todo eso suma. Todo eso se ve.

En la edición de 2025, esa brújula explica el mosaico de ganadores. Nil Ojeda no solo hace números; hace escuela. Jorge Cyrus no solo entretiene; convoca. DjMaRiiO no solo streaméa; produce. Diego Nister no solo encadena virales; consigue tono. El Club de la Corchea no solo habla de música; documenta una escena. Peldanyos no solo cocina; enseña y discute. Vicky Montanari no solo viste; cuenta moda. Cisco García no solo compite; normaliza. Verdeliss no solo comparte su vida; inspira con hechos. Barry B. no solo lanza tracks; fabrica estética. Marta Pombo no solo influye; gestiona. Jordi Wild no solo resiste; crea canon. Son matices. Y en los matices se decide una lista.

Balance y rumbo tras la edición 2025

La fotografía que deja el Forbes Best Content Creators 2025 es nítida. Qué es: la lista de referencia en España sobre quién manda y por qué en la creación digital, un ranking que pone orden y aporta criterio en un ecosistema acelerado. Quién ganó: Nil Ojeda como Creador del Año y Jorge Cyrus como favorito del público, acompañados por un grupo de ganadores que explica las tendencias dominantes del curso: streaming con músculo, TikTok con tono, pódcast que están a la altura de cualquier talk show, gastronomía en modo programa, storytelling de moda con mirada, diversidad e inclusión que no decora sino transforma, impacto social tangible, música con códigos híbridos, liderazgo femenino con estructura y pioneros que se han convertido en instituciones.

Más allá del palmarés, la edición confirma un patrón de éxito: serializar, profesionalizar, movilizar. Es la ecuación que convierte atención en carrera. Quien ordena su calendario, piensa en IP, cuida la comunidad y mide con cabeza se hace fuerte. Quien, además, abre ramas —producto, eventos, colaboraciones— y mantiene ética y transparencia, perdura. La gala lo celebra; el mercado lo premia. Y la audiencia, al final, lo decide con sus hábitos.

El año deja una última lección práctica. No hay atajos mágicos: hay oficio. Hay guiones pensados, cámaras que se colocan bien, ediciones que respiran, equipos que crecen. Hay también una intuición que no se aprende en manuales: saber qué historia merece ser contada y cómo, qué formato la potencia, qué partner la acompaña. 2025 ha distinguido a quienes lo han entendido y lo han hecho suyo. El siguiente reto ya asoma en el calendario: mantener el listón, arriesgar sin perder la identidad y demostrar que el creador español puede competir de tú a tú con cualquier escena, sin complejos y con la ambición tranquila de quien sabe que el contenido —cuando está bien hecho— se impone.


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Este artículo se ha elaborado con información contrastada y reciente procedente de medios y organizaciones españolas de referencia. Fuentes consultadas: Forbes España, LOS40, La Razón, MarketingDirecto, Cervezas Alhambra.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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