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Salud

Essure que es: en qué consiste, riesgos y retirada en España

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Essure explicado sin rodeos: qué es, por qué dejó de implantarse en España, riesgos reales y opciones si ya lo llevas. Datos oficiales y útiles

Essure es un implante anticonceptivo permanente que consiste en dos microresortes metálicos colocados por vía histeroscópica, uno en cada trompa de Falopio, para provocar una oclusión tubárica definitiva mediante la respuesta cicatricial del propio organismo. No requiere incisiones abdominales ni hospitalización y durante años se presentó como una alternativa mínimamente invasiva a la ligadura de trompas. Desde 2017 dejó de comercializarse en la Unión Europea y, a partir de 2018, el fabricante cesó las ventas en Estados Unidos. Hoy no se implanta en el sistema sanitario español. Sigue presente, sin embargo, en muchas mujeres que lo llevan desde hace tiempo, y ahí es donde se concentra el interés actual: comprender qué es Essure, cómo funcionaba, por qué se retiró del mercado y cuáles son las recomendaciones de seguimiento o retirada si aparecen síntomas.

La fotografía práctica es nítida. Quien porta Essure y está asintomática no requiere extracción sistemática, pero quien presenta dolor pélvico persistente, sangrado uterino anormal, sospecha de hipersensibilidad al níquel, migración del dispositivo o deseo de embarazo tras un cambio de vida, debe ser valorada de forma individual por ginecología con pruebas de imagen y, si corresponde, con un plan quirúrgico en manos expertas. El mensaje de fondo se resume en tres verbos: informar, vigilar, decidir. Sin dramatismos, sin prisas injustificadas, con criterios técnicos y un consentimiento informado que no sea un papel firmado, sino una conversación clara sobre expectativas y límites.

Cómo funciona Essure y de qué está hecho

La lógica del sistema tiene una base sencilla: provocar un sellado mecánico-biológico en el segmento proximal de la trompa. El microinserto está elaborado con níquel-titanio (Nitinol) en su armazón externo y fibras internas de polietileno tereftalato. Se introduce a través del cuello del útero con un histeroscopio, sin incisiones, y se posiciona en la entrada de cada trompa. Al desplegarse, el muelle se fija a la pared y estimula una reacción de tejido de granulación que, con el paso de las semanas, ocluye la luz tubárica. No es inmediato. De hecho, el protocolo exigía usar otro método anticonceptivo durante el periodo de tres meses (aproximadamente) hasta confirmar la oclusión con una prueba de imagen, habitualmente una histerosalpingografía. Solo tras ese “visto bueno” se consideraba que el método ofrecía su eficacia anticonceptiva.

Ese conjunto de materiales y su localización explican por qué el dispositivo podía dar problemas en un pequeño porcentaje de casos. El níquel es un metal con potencial alergénico en la población general; el anclaje depende de la anatomía y de la precisión en la inserción; el tejido cicatricial no crece igual en todas las personas ni en los mismos tiempos. Aun así, en su momento se implantó de forma masiva por su promesa: esterilización sin bisturí, con una recuperación muy rápida y sin los riesgos de la anestesia general.

Del auge a la retirada: cronología y contexto

La historia de Essure es un péndulo entre entusiasmo e inquietud. A comienzos de los 2000 se difundió como “la ligadura sin cirugía”, y hospitales públicos y privados incorporaron el procedimiento. Con los años, sin embargo, aumentaron las notificaciones de eventos adversos y surgieron dudas regulatorias. En 2017 se dejó de comercializar en la UE y en 2018 el fabricante anunció el cese de ventas en Estados Unidos. Conviene subrayarlo: no hubo una orden de retirada universal para extraerlo de todas las pacientes; la medida fue detener su comercialización y revisar la vigilancia posventa. Los ministerios de Sanidad y las agencias reguladoras emitieron notas informativas, guías clínicas y circuitos de atención para portadoras con síntomas, con pautas de seguimiento por imagen, criterios de indicación quirúrgica y recomendaciones sobre la técnica de extracción más segura en cada caso.

¿Por qué se apagó su luz verde? Por un conjunto de motivos: comunicaciones de dolor pélvico crónico, sangrado anormal, perforación o migración, casos de reacciones compatibles con hipersensibilidad al níquel y necesidad de reintervenciones para retirar el dispositivo. No todos los informes tienen la misma calidad, algunos proceden de contextos medico-legales y otros de series clínicas solventes, pero el patrón de motivos de consulta se repite. La experiencia de los hospitales acabó inclinando la balanza hacia una prudencia regulatoria: detener nuevas implantaciones, mantener el seguimiento y ofrecer extracción a las pacientes con clínica compatible y una relación plausible entre el síntoma y el dispositivo.

Riesgos comunicados y qué dice la evidencia clínica

La fotografía clínica honesta exige matices. Muchas portadoras de Essure permanecieron asintomáticas durante años y siguen sin requerir intervención. Otras han sufrido síntomas que afectan a su calidad de vida: dolor pélvico que no cede, metrorragias o reglas muy abundantes, fatiga difícil de explicar por otras causas, cefaleas, molestias sexuales, sensación de cuerpo extraño, y en casos poco frecuentes, embarazo no deseado (sobre todo si no se completó la confirmación de oclusión o si el dispositivo quedó mal posicionado). La migración a la cavidad pélvica o la perforación de la trompa son complicaciones descritas y, cuando ocurren, obligan a una cirugía planificada.

El núcleo de níquel es una pieza clave del debate. La hipersensibilidad al níquel existe en la población general y puede manifestarse en la piel o con síntomas sistémicos. En ginecología, sin embargo, diagnosticar una alergia relacionada con un implante intrauterino es complejo: hace falta correlación temporal, exclusión de otras causas y, si es posible, tests específicos. La extracción del dispositivo en mujeres con clínica compatible y pruebas a favor de hipersensibilidad ha mostrado mejorías clínicamente relevantes en numerosas series; en otras, el beneficio fue parcial. No hay un blanco o negro universal. Sigue siendo medicina de casos, no de titulares.

Conviene detenerse en la mecánica del dolor. Un microinserto demasiado expuesto hacia la cavidad uterina puede rozar, inflamar, generar sensación extraña. Uno demasiado intratubárico podría traccionar tejido o inducir microespasmos. La trompa no es un tubo uniforme: su grosor, su curvatura y su respuesta cicatricial varían. Y cuenta, mucho, la curva de aprendizaje de los profesionales: la fase de mayor difusión coincidió con periodos en los que no todos los equipos tenían el mismo volumen o experiencia. De ahí que el estándar actual para decidir una retirada combine síntomas persistentes, hallazgos en imagen y una conversación franca sobre la probabilidad de mejoría frente a los riesgos de la cirugía.

Un punto que suele generar dudas es la fertilidad tras llevar Essure. El dispositivo está diseñado para ocluir las trompas; incluso si se extrae con salpingectomía, la permeabilidad tubárica no se recupera. Quien desea embarazo tras una retirada tendrá, en la gran mayoría de los casos, que recurrir a fecundación in vitro. Es un dato sensible que debe comunicarse antes de cualquier intervención, con tiempo para digerirlo y tomar decisiones informadas.

Itinerario asistencial: cuándo vigilar y cuándo retirar

La hoja de ruta actual evita dogmas. Si no hay síntomas, la exploración es normal y las imágenes confirman buena posición del implante, lo razonable es no hacer nada más allá del control habitual. Si hay síntomas persistentes y razonablemente atribuibles al dispositivo, se activa un algoritmo diagnóstico que prioriza tres cosas: localizar con precisión el microinserto, descartar otras causas del dolor o del sangrado y ponderar el beneficio de la extracción.

Una valoración sólida arranca con anamnesis detallada (inicio, tipo y patrón de los síntomas, tratamientos previos, relación con menstruación o relaciones sexuales) y una exploración pélvica completa. La ecografía transvaginal es la primera prueba de imagen, útil para ver exposición del microinserto hacia la cavidad uterina, medir endometrio, valorar miomas o pólipos y revisar el anexo. En función de la sospecha, puede sumarse radiografía simple de pelvis para confirmar la integridad y la posición de ambos microinsertos, o tomografía si hay duda de migración o perforación. Algunas unidades emplean histerosalpingografía o histeroscopia diagnóstica en escenarios seleccionados. No es una batería inamovible, sino un abanico de herramientas que se ajusta a lo que cada caso pide.

Técnicas de retirada: seguridad, experiencia y expectativas

La decisión de retirar Essure debe ir acompañada de información clínica precisa y de una técnica adaptada. La elección depende del tiempo de implantación, la posición del microinserto, la clínica y el objetivo reproductivo de la paciente. La regla de oro: equipos con experiencia específica. Esto no es una laparoscopia “de rutina”. Es cirugía que exige sutileza y familiaridad con el dispositivo para evitar fragmentaciones y restos.

Salpingectomía laparoscópica en bloque

Es la vía más utilizada. Consiste en extirpar la trompa que contiene el microinserto, procurando extraer en bloque el conjunto dispositivo–segmento tubárico. Permite revisar la pelvis en busca de adherencias o lesiones, y reduce el riesgo de fibras residuales. Suele acompañarse de analgesia moderna, movilización precoz y alta en el mismo día o a la mañana siguiente. En manos entrenadas, ofrece tasas altas de alivio del dolor cuando el síntoma estaba vinculado al implante y baja tasa de complicaciones.

Resección cornual y extracción dirigida

En casos donde el microinserto está muy proximizado hacia el cuerno uterino, algunos equipos optan por resección cornual laparoscópica, retirando el segmento uterino donde se ancla el dispositivo. Requiere un control meticuloso para no fragmentar el muelle y una reconstrucción cuidadosa de la pared uterina. No es la primera opción para todos los casos, pero tiene su indicación en anatomías complejas.

Histeroscopia de retirada

Más infrecuente. Puede contemplarse cuando hay exposición significativa del microinserto hacia la cavidad uterina y el tiempo desde la implantación es corto. El riesgo de fractura o de dejar fibras obliga a una selección estricta y a contar con plan B laparoscópico. Suele reservarse a centros con doble dominio (histeroscopia y laparoscopia) en el mismo acto quirúrgico.

Histerectomía en escenarios muy seleccionados

Excepcional, pero existe. Cuando hay patología uterina asociada (adenomiosis intensa, miomatosis sintomática) o una preferencia informada por eliminar de raíz el problema uterino, puede plantearse una histerectomía tras discutir riesgos, impacto y alternativas. Nunca como solución rápida.

Tras la cirugía, el posoperatorio sigue las pautas de la mínima invasión: control del dolor, deambulación temprana, vigilancia de signos de infección y revisión en consulta. Muchos casos reportan mejoría nítida del dolor o del sangrado. Otros, no tanto. Una explicación honesta evita frustraciones: no todo dolor pélvico en una portadora de Essure se debe a Essure; retirar el dispositivo no garantiza la desaparición de cualquier síntoma que haya coexistido durante años.

Métodos anticonceptivos que sí se usan hoy

El fin de la comercialización de Essure no dejó un vacío, sino un regreso al estándar y un impulso a la anticoncepción reversible de larga duración. Para anticoncepción definitiva, la ligadura de trompas por laparoscopia —con clips o mediante salpingectomía bilateral— mantiene una eficacia muy alta y décadas de seguimiento. Supone anestesia y quirófano, sí, pero los perfiles de seguridad son conocidos y los protocolos están muy afinados. La vasectomía, por su parte, ofrece en varones una intervención sencilla, recuperación corta y resultados muy predecibles.

Si no se busca algo permanente, hay opciones robustas. Los dispositivos intrauterinos (DIU) —de cobre o con levonorgestrel— proporcionan protección prolongada (de tres a ocho años, según modelo) y se insertan y retiran en consulta con un gesto que dura minutos. Los implantes subdérmicos de etonogestrel cubren hasta tres años con gran comodidad. A esto se suman los anticonceptivos hormonales en formatos que muchos servicios ya personalizan: combinados (píldora, parche, anillo) o de progestágeno solo, útiles en perfiles donde los estrógenos no encajan. Lo relevante es que el abanico actual permite ajustar el método al ciclo de vida, a las comorbilidades y a las preferencias, con cambios posibles si algo no funciona como se esperaba.

En todo caso, el diálogo con el profesional —historia clínica, contraindicaciones, adherencia, contexto personal— marca la diferencia. Un método excelente en ensayos puede no ser el mejor para una persona concreta por su ritmo de vida, sus patrones de sangrado o sus efectos secundarios previos. La buena noticia: hay plan B y plan C en casi todos los escenarios.

Derechos, información fiable y marco español actual

En España, el marco legal y sanitario protege tres pilares: información veraz, consentimiento informado y segunda opinión. Aplicado a Essure, eso se traduce en acceso a guías oficiales, a circuitos de derivación y a equipos con experiencia en retirada cuando hay indicación clínica. Los servicios de salud han construido en los últimos años rutas asistenciales para portadoras sintomáticas con una secuencia reconocible: valoración inicial en atención primaria, derivación a ginecología, imagen adecuada para confirmar posición e integridad del dispositivo, y comité o equipo quirúrgico con práctica específica para decidir la mejor técnica en cada caso.

También hay una dimensión social que merece mención. Grupos de mujeres afectadas impulsaron reuniones, peticiones y debates parlamentarios autonómicos que aceleraron la creación de unidades de referencia y la publicación de documentos técnicos. Esa presión ciudadana, legítima, ayudó a limar inercias y a homogeneizar prácticas. Más allá de la política, quedó una enseñanza útil: cuando un dispositivo médico depende de una colocación milimétrica y de una respuesta biológica variable, la vigilancia poscomercialización no es un trámite, sino una red de seguridad que debe sonar cuando toca.

En el terreno de la información fiable, conviene filtrar el ruido. Las redes y los foros han sido cruciales para que muchas personas se reconocieran en síntomas parecidos y no se sintieran solas, pero el paso de lo anecdótico a lo aplicable a tu historia clínica lo dan las fuentes oficiales y los equipos asistenciales. Un artículo periodístico serio —como este— puede ordenar conceptos, traducir jerga, contextualizar cifras. No sustituye a una consulta.

Por último, la parte legal. La responsabilidad informativa ha aparecido en sentencias que analizan si las pacientes recibieron datos completos sobre beneficios y riesgos, sobre la necesidad de confirmación de la oclusión y sobre alternativas disponibles. También se han reconocido daños en casos con complicaciones o reintervenciones complejas. No todas las reclamaciones prosperan ni tienen el mismo fundamento, pero forman parte del paisaje y explican la insistencia actual en protocolos claros y registro exhaustivo en la historia clínica.

Elegir con criterio en 2025

Si hubiera que condensar lo importante, bastaría con un puñado de ideas firmes. Essure fue un método anticonceptivo permanente que apostó por la vía histeroscópica y se extendió con rapidez; dejó de comercializarse en España y en otros países por la acumulación de alertas y la incertidumbre sobre su balance beneficio-riesgo en la práctica real. No existe obligación de retirarlo si no hay síntomas y la posición es correcta; sí existe el derecho —y la conveniencia— de ser evaluada y operada en centros con experiencia cuando hay dolor, sangrado anormal, sospecha de hipersensibilidad o migración. La salpingectomía laparoscópica en bloque se ha consolidado como la técnica de elección para muchas retiradas, con mejorías clínicas frecuentes cuando el cuadro tenía relación con el dispositivo.

Queda un aprendizaje general que vale para hoy y para mañana. Los dispositivos que dependen de una microprecisión anatómica y de la biología de la cicatrización exigen vigilancia, datos y humildad. Lo sensato es personalizar: ni alarmismo ni negación de problemas. Quien no tiene síntomas, tranquilidad y controles razonables. Quien los tiene, acceso a diagnóstico y técnicas seguras. Y para quien busca anticoncepción ahora, existen alternativas modernas —permanentes y reversibles— con recorrido, evidencia y opciones para cambiar si no encajan.

Nombrarlo bien también ayuda a entenderlo mejor. Si el tema es essure que es, la respuesta, hoy, es esta: un implante anticonceptivo que ya no se utiliza en España, cuya gestión pasa por información clara, seguimiento sensato y decisiones compartidas cuando hay síntomas. Con eso, y con equipos experimentados, se deshace buena parte del miedo y queda lo que importa: salud, seguridad y elección.


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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables en España, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: AEMPS, SEGO, Servizo Galego de Saúde, Comunidad de Madrid.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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