Cultura y sociedad
¿Dónde se vive mejor en España y por qué? Los datos reales

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Navarra, La Rioja y Euskadi lideran la calidad de vida en 2024; el IMCV mejora y Baleares y Canarias aceleran. Claves y mapa por comunidades.
La fotografía es nítida y, esta vez, amable con el conjunto del país: Navarra lidera la calidad de vida en 2024 con 105,19 puntos, seguida por La Rioja (103,91) y el País Vasco (103,74). El Indicador Multidimensional de Calidad de Vida (IMCV) —la medida oficial que combina salud, trabajo, educación, entorno, seguridad, ocio y otros factores— marca también un pequeño avance nacional hasta 101,47 puntos, por encima de los 101,20 del ejercicio anterior. El movimiento no es espectacular, pero sí consistente: mejora el pulso en salud, empleo, educación, seguridad y medioambiente, y se resiente el terreno más social y subjetivo del bienestar, con descensos en ocio y relaciones y en la experiencia general de la vida.
La otra parte del mapa completa la historia. Entre las comunidades autónomas, los niveles más bajos se registran en Canarias (99,38), Andalucía (99,54) y Galicia (99,67). Si se añaden las ciudades autónomas al conjunto, el farolillo rojo está en Ceuta (97,91) y Melilla (98,95). Entre medias se sitúa un bloque amplio de territorios que superan el escalón de los 100 puntos, algunos con holgura, otros por la mínima. Y hay dos aceleraciones destacadas: Baleares, que es la que más mejora respecto a 2023 (+0,77), y Canarias, con el segundo mayor avance (+0,65) pese a seguir por debajo del promedio nacional.
Un retrato completo y actualizado de 2024
La última lectura del IMCV ofrece una recuperación lenta pero apreciable. El indicador nacional sube hasta 101,47, un registro que confirma una línea de mejora tras la estabilización del año anterior. No es una vuelta de campana del modelo, sí el ajuste fino de variables que afectan a la vida cotidiana: más empleo, mejor posición educativa, entornos algo más cuidados y sensación de seguridad más alta. A la vez, se enfrían aspectos esenciales para el bienestar cotidiano —el tiempo para el ocio, la densidad de relaciones y la satisfacción vital—, que restan vigor al impulso general y explican por qué algunas regiones no remontan más.
Por encima de la media española —esto es, por encima de 101,47— se colocan, además de Navarra, La Rioja y País Vasco, Cantabria (103,42), Aragón (103,39), Illes Balears (103,13), Principado de Asturias (102,90), Castilla y León (102,51), Comunidad de Madrid (102,28) y Comunitat Valenciana (102,27). Se trata de un grupo heterogéneo, tanto por estructura productiva como por tamaño, donde la coincidencia básica es un desempeño sólido en las áreas que este año empujan hacia arriba el indicador: trabajo, salud, educación, seguridad y entorno.
Por debajo de la media, aunque sin caídas abruptas, figuran Extremadura (101,43), Cataluña (101,31), Castilla-La Mancha (101,11) y la Región de Murcia (100,36). Ya por debajo del umbral de los 100, la Galicia de 99,67 convive con el 99,54 de Andalucía y el 99,38 de Canarias. En el balance agregado, las dos ciudades autónomas quedan claramente rezagadas: Melilla con 98,95 y Ceuta con 97,91. No son comunidades, de ahí que las listas autonómicas marquen como “últimas” a Canarias, Andalucía y Galicia; pero en la comparación amplia conviene no perder de vista el dato de Ceuta y Melilla.
Por qué arrasa el norte: la ventaja que suman Navarra, La Rioja y Euskadi
Navarra consolida el primer puesto gracias a un equilibrio de fortalezas que no es casual ni pasajero. La comunidad destaca en salud, con buen acceso y resultados; puntúa alto en ocio y relaciones sociales, donde pesa la densidad asociativa y la vida de barrio; muestra un entorno y medioambiente favorables —ciudades y pueblos con escalas contenidas, movilidad razonable, espacios verdes— y lidera también la experiencia general de la vida. Cuando la capa objetiva (servicios, empleo) y la subjetiva (satisfacción, vínculos) tiran al mismo tiempo, el diferencial respecto al resto se agranda.
El País Vasco arma su podio desde las condiciones materiales de vida y la educación. La calidad del empleo, la estabilidad de sus plantillas y una red educativa robusta y bien evaluada empujan dimensiones que, año tras año, sostienen su ventaja relativa. Y La Rioja asegura la segunda plaza con un patrón menos estridente, pero muy eficaz: nota alta en casi todo, sin grandes agujeros. Se beneficia de tamaños urbanos contenidos, conexiones razonables y un equilibrio que evita penalizaciones fuertes en las dimensiones más sensibles del IMCV.
El factor común del triángulo norte no es tanto un único gran motor como la suma de piezas bien ajustadas. En salud, importa que el acceso sea ágil y previsible; en trabajo, que el empleo no solo exista, sino que sea estable; en educación, que la formación media de la población empuje hacia arriba. Y en el terreno más íntimo —ocio, relaciones, experiencia de vida— pesa el diseño de ciudades vivibles, la proximidad de servicios, el tiempo no productivo de calidad. Un punto más en cada apartado termina convertiéndose en tres puntos sobre la media cuando se agregan las nueve dimensiones del índice.
El reverso: qué frena a Canarias, Andalucía y Galicia
El mapa de la parte baja pide una lectura con matiz y contexto. Canarias figura en 2024 como una de las comunidades que más mejoran respecto al año anterior (+0,65), pero sigue por debajo del promedio. La explicación no está en un derrumbe del empleo o de la salud —de hecho, esas áreas mejoran a escala nacional—, sino en el tropezón de las dimensiones sociales y subjetivas: ocio y relaciones y experiencia general. La fragmentación insular, los desplazamientos más costosos en tiempo y dinero, o la presión sobre servicios urbanos en áreas turísticas pueden complicar el acceso real a actividades culturales, deporte o vida comunitaria, y esa realidad, cuando se repite, termina apareciendo en el IMCV.
En Andalucía y Galicia el patrón se parece: cifras correctas en los bloques clásicos —trabajo, educación, salud— no bastan para remontar cuando fallan los engranajes del tiempo disponible, el tejido de relaciones o la satisfacción con la vida. No es una cuestión menor ni “cosmética”. La estadística que mide cómo se vive en la práctica —si hay espacios cercanos para el ocio, si la gente siente que su vida va a mejor— empuja el IMCV con fuerza. Cuando cae, arrastra. Y ese es el reto inmediato en ambas comunidades: apuntalar el bienestar denominado blando —que de blando no tiene nada— sin desatender los logros objetivos que ya están en marcha.
El caso de las ciudades autónomas merece nota aparte. Melilla (98,95) y Ceuta (97,91) cierran la tabla conjunta y su posición baja no sorprende si se piensa en tamaño poblacional, condición fronteriza y mercados laborales más estrechos. Aquí, la variación anual puede verse disimulada por el ruido de series cortas, pero el nivel absoluto permanece por debajo de 100 y apunta a una agenda estable: consolidar servicios de base, seguridad cotidiana, entorno urbano y oportunidades de ocio y cultura que alivien la brecha.
Los acelerones del año: Baleares despega, Canarias acelera
Más allá de la foto fija del ranking, 2024 deja dos movimientos dignos de subrayado. Illes Balears firma el mayor avance anual del IMCV con +0,77 puntos, impulsado por la dimensión de trabajo, que es donde más destaca. El turismo y los servicios ligados al sector han jugado, previsiblemente, su papel en un año con fuerte dinamismo laboral. El reto es convertir ese empuje en mejoras duraderas del resto de dimensiones: que el buen empleo sostenga salud y educación y se traduzca en ocio practicable, entornos equilibrados y satisfacción vital en alza. El IMCV premia el equilibrio más que la hipertrofia de un solo apartado.
Canarias, como se ha mencionado, entrega el segundo mayor avance (+0,65). Es una señal interesante porque parte de un nivel bajo. Una comunidad puede mejorar rápido y aun así quedarse por debajo de la media si el punto de partida es modesto. Lo relevante de este año es la dirección del movimiento, que permite reducir brecha mientras se consolidan los frentes que tiran del índice. Si el empleo y la salud continúan aportando y se recupera el tono de ocio, relaciones y experiencia vital, Canarias podría salir del vagón de cola en el próximo corte.
Hay, además, liderazgos parciales que completan el cuadro y ayudan a interpretar el porqué de algunas posiciones. Asturias firma la mejor seguridad física y personal. Baleares brilla en trabajo. Y la Comunitat Valenciana se sitúa arriba en gobernanza y derechos básicos. Es fácil perder estos matices en el ruido del ranking global, pero tienen utilidad práctica: señalan experiencias trasladables y buenas prácticas que, adaptadas, podrían acelerar la mejora de otras regiones con necesidades parecidas.
Metodología en pocas líneas: qué mide realmente el IMCV
El Indicador Multidimensional de Calidad de Vida es un índice compuesto que agrega nueve dimensiones del bienestar para construir un marcador único por territorio. No es una encuesta de ánimo del día ni una lista de salarios. Incluye condiciones materiales de vida, trabajo, salud, educación, ocio y relaciones sociales, seguridad física y personal, gobernanza y derechos básicos, entorno y medioambiente y experiencia general de la vida. Cada dimensión aporta una parte equivalente del total y se alimenta de indicadores objetivos (tasas, accesos, rendimientos) y subjetivos (satisfacción, percepción de bienestar).
La interpretación correcta del IMCV pasa por dos ideas. Primero, no hay atajos: una comunidad con un desempeño desigual —muy alta en empleo, floja en entorno, discreta en ocio— tenderá a quedarse en posiciones intermedias, porque el índice penaliza desequilibrios. Segundo, el indicador no “castiga” el crecimiento por sí mismo, pero sí contempla los costes que a veces trae ese crecimiento si no se gestiona bien: tiempos de desplazamiento más largos, dificultad para acceder a vivienda, espacios saturados, vida cultural inaccesible por precio o distancia. Cuando esos efectos colaterales se acumulan, el IMCV los recoge.
Esta lógica también ayuda a entender por qué Navarra, La Rioja y País Vasco sostienen la parte alta año tras año: no es solo que tengan indicadores económicos razonables, sino que esos resultados se traducen en entornos vivibles, tiempo de calidad y servicios accesibles. Y explica, a la vez, por qué Baleares o Canarias pueden mejorar mucho en un año y no liderar aún: necesitan que el progreso de una dimensión se derrame de forma sistemática sobre las demás.
Radiografía autonómica: fortalezas, debilidades y la zona templada
Más allá de los extremos, el grueso de comunidades transita un corredor templado entre 101 y 103 puntos. Cantabria (103,42) y Aragón (103,39) confirman un año sólido que las mantiene en el bloque alto. Asturias (102,90), con su fortaleza en seguridad, y Castilla y León (102,51), con un comportamiento equilibrado, sostienen también un nivel cómodo. Madrid (102,28) y Comunitat Valenciana (102,27) dibujan perfiles distintos con registros similares: gran capacidad tractora en economía y empleo en el primer caso; buen desempeño institucional y tracción en gobernanza en el segundo. Baleares (103,13) es el caso ascendente del año, con interrogantes razonables sobre la consolidación del avance.
En el lado cálido de la media, Extremadura (101,43), Cataluña (101,31) y Castilla-La Mancha (101,11) se mueven cerca del promedio. No hay señales de alarma, pero tampoco palancas que las disparen hacia la parte alta. El reto aquí es ganar músculo en las áreas que 2024 recompensa con claridad: trabajo de calidad, entornos más amables y servicios que reduzcan los tiempos muertos de la vida diaria. Murcia (100,36) roza la media y puede salir del tramo inferior con una buena campaña en empleo y salud acompañada de políticas urbanas y culturales que alimenten ocio y experiencia vital.
El triángulo Andalucía–Galicia–Canarias comparte nivel bajo pero con dinámicas distintas. Canarias mejora con rapidez; Andalucía parece anclada en una zona de 99–100 que no despega si no recupera ocio, relaciones y satisfacción vital; Galicia figura también por debajo de 100, un aviso de que sus avances en salud y educación necesitan traslado real a la experiencia cotidiana, desde la movilidad hasta el acceso cultural y deportivo.
Políticas que mueven el índice: del dato a la práctica
Los resultados de 2024 ofrecen pistas claras sobre qué funciona. Cuando suben empleo, salud y educación, la base del bienestar se ensancha; si, a la vez, el entorno urbano se hace más respirable —menos tiempo perdido, mejor transporte, más verde útil— y la población se siente segura, el IMCV responde. Las penalizaciones llegan por la vía del tiempo de calidad: si la agenda semanal no deja huecos para el ocio, si las relaciones son frágiles o si la satisfacción personal no despega, el índice resta. Traducido a medidas: conciliación efectiva, espacios de proximidad para actividad física y cultura, apertura horaria sensata de servicios, vida barrial menos dependiente del coche y equipamientos que no queden a media hora de transporte.
La experiencia de Navarra sugiere que cuidar las dos capas —objetiva y subjetiva— suma más que cualquier gran apuesta aislada. El ejemplo de Asturias recuerda que la seguridad tangible tiene premio directo en el IMCV y fortalece otros apartados, porque desplazarse sin miedo o sentirse protegido facilita uso del espacio público y práctica de ocio. El impulso de Baleares enseña que una mejora intensa en empleo puede mover el indicador rápido, siempre que ese motor se vincule con el resto de dimensiones, del entorno a la experiencia vital. Y la aceleración de Canarias demuestra que partir de atrás no condena a permanecer atrás si se estabilizan las palancas adecuadas.
Lo que está en juego en 2025: continuidad, equilibrio y foco fino
El punto de partida para 2025 queda claro: España mejora, aunque a paso corto. Si se consolidan las ganancias en empleo, salud y educación y se trabaja con quirófano —no con mazo— sobre ocio y relaciones y la experiencia vital, el IMCV puede ganar recorrido. El norte parte con ventaja por su equilibrio y por una inercia que ya funciona; el arco mediterráneo exhibe músculo laboral y capacidad de mejora si traduce ese músculo en vida vivible; el sur y el noroeste necesitan recomponer el engranaje social del bienestar sin soltar el pie del acelerador en lo económico y lo educativo. El detalle de quién mejora en qué —trabajo en Baleares, seguridad en Asturias, gobernanza en Valencia— brinda hojas de ruta concretas y realistas.
El ranking seguirá acaparando titulares, porque resume en una cifra un asunto complejo. Lo sustantivo, sin embargo, se juega en la letra pequeña del índice: cómo se reparte el tiempo en las ciudades, cuán accesibles son los servicios, qué distancia separa cada barrio de una pista deportiva, una biblioteca o un centro cultural, cuánto tarda una cita de atención primaria, qué tan sólido es el empleo y qué papel ocupa la educación permanente en la biografía de cada persona. Cuando esas variables se alinean, la cifra sube; cuando chirrían, el IMCV las delata, por muy buena que sea la macro.
Un último mapa mental para orientarse
Navarra (105,19), La Rioja (103,91) y País Vasco (103,74) marcan el techo de 2024 con perfiles distintos que convergen en lo esencial: servicios fuertes, entornos vivibles y bienestar percibido. El promedio nacional se mueve a 101,47, con salud, trabajo, educación, seguridad y medioambiente empujando y ocio, relaciones y experiencia vital restando.
En la parte baja, Canarias (99,38), Andalucía (99,54) y Galicia (99,67) comparten reto, con Canarias acelerando; y en la tabla conjunta Melilla (98,95) y Ceuta (97,91) siguen lejos de los 100. Baleares (+0,77) y Canarias (+0,65) son la velocidad del año; Asturias brilla en seguridad; la Comunitat Valenciana sobresale en gobernanza y derechos.
Si 2025 mantiene la tendencia y repara el flanco de ocio y satisfacción, la próxima fotografía puede salir mejor alineada que esta. Mientras, el dato ya dice lo suficiente: España vive algo mejor, y hay lugares concretos donde eso se nota más.
🔎 Contenido Verificado ✔️
Este artículo se apoya en fuentes oficiales y contrastadas para ofrecer datos actualizados sobre la calidad de vida en España. Fuentes consultadas: Instituto Nacional de Estadística (INE), Instituto Nacional de Estadística (INE), OECD, Eurostat.

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