Tecnología
¿Cuándo sale Silksong y qué cambia frente a Hollow Knight?

Silksong llega este 4 de septiembre con Hornet como protagonista, cambios en jugabilidad, precio justo y un mundo vertical que atrapa.
El reloj de arena, por fin, se ha dado la vuelta. Hollow Knight: Silksong ya tiene día, hora y un puñado de certezas que despejan años de rumores y memes. Si vienes de Hallownest con el eco de la aguja de Hornet aún resonando, este texto es para ti. Y si aterrizas sin haber jugado al original, también: el foco está en lo práctico —cuándo se juega, dónde, cuánto cuesta— y en lo que de verdad te afectará con el mando en la mano: qué cambia respecto a Hollow Knight. Avanzo algo: no es “más de lo mismo” con otro traje. Es otra respiración, otro tempo, otra manera de entender el metroidvania… con la misma artesanía.
Fecha, hora y precio: lo tangible primero
Lo concreto, sin rodeos: Silksong se lanza el jueves 4 de septiembre de 2025 a las 16:00 (hora peninsular española, CEST). Es un desbloqueo simultáneo por regiones, de esos que convierten un jueves cualquiera en “casi viernes”. Y llega con una decisión que en 2025 todavía sorprende: precio de salida de 19,99 €. En un mercado habituado a los 70–80 €, el gesto importa. Accesible, sin letra pequeña.
Las plataformas acompañan el espíritu inclusivo: PlayStation 4 y 5, Xbox One y Series X|S, Nintendo Switch, PC (Steam y Microsoft Store), macOS y Linux. Disponible en Xbox Game Pass desde el primer día. Lo traduzco: si ya pagas la suscripción, podrás jugar a la hora de salida; si prefieres comprar, hay sitio para ti. La foto de conjunto dice mucho del enfoque del estudio: estar donde está la gente.
Lo de la hora importa más de lo que parece
Conviene subrayarlo porque afecta a la logística de cualquiera: 16:00 en España significa tarde encendida, descarga previa lista, ese rato perfecto para ajustar mandos, brillos y volúmenes y, con suerte, llegar al primer jefe antes de cenar. Nada de trasnochar entre semana si no quieres. Silksong no te empuja al horario imposible; se siente casi… civilizado.
Lo que cambia de verdad: Hornet no es el Caballero
Hornet no se controla, ni lucha, ni avanza como el Caballero. Parece una obviedad, pero es clave para quitar inercias. Más alta, más ágil y, sobre todo, más acrobática, Hornet convierte cada sala en una invitación al movimiento. No es que el juego te permita encadenar dashes, volteretas y estocadas aéreas: es que te premia por hacerlo. La verticalidad deja de ser un efecto escénico y pasa a ser estructura. Donde Hallownest te empujaba a descender entre ruinas y melancolía, Pharloom invita a ascender, a mirar arriba, a trazar rutas como quien trepa.
Ese cambio de eje se nota desde el segundo uno. Saltas distinto, caes distinto, piensas distinto. Incluso te curas distinto.
Seda en vez de alma: sanar en carrera, no a la vela
La curación es una declaración de intenciones. En Hollow Knight, parar, plantarse y canalizar alma creaba un pulso contemplativo que marcaba la identidad del combate. Silksong le da la vuelta: Hornet “ata” vida con seda y recupera varias máscaras de golpe con una animación rápida que no te exige quedarte clavado. Sanar pasa a ser un sprint, no un sit-in. Tiene coste, claro: la reserva de seda es finita y hay que administrarla entre curación y habilidades. Pero la sensación que deja es otra: arriesga, remata, cura y vuelve a entrar. La mente se reeduca en minutos.
Un combate que pide iniciativa y precisión
La aguja no es un clon de la aguja del Caballero (o del clavo, si nos ponemos estrictos). Hornet ensarta, se impulsa, se ancla en enemigos para cadenear rebotes y parries que abren ventanas de daño. La lectura de patrones sigue siendo vital, igual que la posición, pero el juego empuja a tomar la iniciativa. Si te gusta la idea de “no tocar el suelo” durante unos segundos, vas por buen camino. Silksong te deja hacerlo… y te recompensa por hacerlo bien.
Un reino nuevo y ascendente: Pharloom tiene otras reglas
Pharloom no es Hallownest con otra paleta. Es reino de seda y canto, ciudades luminosas, muelles, picos de minerales, lagos encendidos y bosques extraños que se abren —atención— hacia arriba. La geografía no es solo decorado: organiza atajos, ascensores naturales, tensores de hilo y rutas que piden pensar en términos de altura. Hay varias localidades que funcionan como hubs; el clásico “pueblo base” se diluye en una red que anima a moverse, a volver por otro lado, a subir un peldaño más para ver qué se abre.
El “censo” de enemigos es otra pista del tono. Se habla de más de dos centenares de criaturas nuevas entre bestias, asesinos, reyes y caballeros. No son números por lucir: se sienten en el ritmo de encuentros, en la variedad de patrones, en los choques donde hay que improvisar. Si disfrutabas detectando microseñales para esquivar o contraatacar, aquí hay material para rato.
Progresión con artesanía: fabricar lo que te hace falta
A la gramática de siempre —explorar, desbloquear, aprender el mapa a base de sudor— se suma una capa de artesanía que encaja de forma natural. Hornet puede fabricar herramientas, trampas y variantes de armas a partir de materiales. Eso no pervierte la pureza del original ni lo convierte en un RPG de crafteo; añade agencia. Te atascas en una zona, cambias de enfoque con un artilugio, pruebas una ruta alternativa, ajustas el equipo para tu forma de jugar. El resultado es un progreso que se siente tuyo, más que una secuencia fija de llaves y puertas.
Misiones con sentido y diario que no estorba
La estructura reconoce algo que muchos jugadores pedían: misiones con encargo claro y un diario que ayuda a no perder el hilo sin convertir el juego en una lista de tareas. La narrativa ambiental sigue llevando la voz cantante; la diferencia es que no castiga a quien necesita un mínimo de guía para redondear el viaje. Se nota una mano madura: más información, menos fricción.
Un apunte de tono (porque se siente al jugar)
Hollow Knight era gris en el mejor sentido, un poema subterráneo. Silksong es tenso, luminoso y elástico, como si la seda del título fuese también la del tempo. Hay melancolía, claro, pero el empuje hacia arriba te cambia el estado de ánimo. Esto, que parece sutil, es lo que separa “una secuela más” de una obra con identidad.
Música y atmósfera: vuelve la firma que duele bien
El paisaje sonoro es determinante. Vuelve el mismo compositor que convirtió el primer juego en una experiencia que se te quedaba detrás de los párpados. Cuerdas que respiran, melodías que dejan huella, temas para jefes que suben la tensión justo cuando el pulso te pide calma. La ilusión de continuidad —“estoy en el mismo universo”— nace tanto del arte como del sonido. Y aquí, sí, se siente casa conocida.
¿Más difícil? ¿Más largo? La pregunta tiene trampa
La respuesta honesta es “distinto”. Silksong tiene picos de exigencia más marcados, en parte por la propia movilidad de Hornet y por esa curación explosiva que te invita a arriesgar. A la vez, se abre con claridad: si has jugado al original, en media hora ya estás sintiendo el nuevo ritmo; si no, el juego explica sin hablar y enseña sin humillar. La duración apunta a amplia: más biomas, más enemigos, más sistemas. Pero el estudio sostiene algo que le define: contención artesanal. No hay rellenos porque sí; hay obsesión por la coherencia.
¿Y el “postgame”?
No esperes un plan de servicio con calendario, pero sí indicios de rutas opcionales, jefes extra y contenido que aprieta tornillos cuando ya dominas la gramática de Hornet. Esa es la gracia: que el juego conversa con los jugadores que quieren seguir cuando los créditos ya han saludado.
PC y portátiles: requisitos amigables, rendimiento sensato
En PC, Silksong mantiene una huella técnica modesta. Windows 10 como base, CPU de generaciones pasadas que siguen rindiendo (piensa en i3/i5 veteranos), 4 GB de RAM como mínimo razonable —mejor 8 GB si puedes— y gráfica de 2 GB para ir sobrado en 1080p. El tamaño de instalación ronda los 8 GB. Si está en tu mano, úsalo en SSD: los tiempos de carga y las microtransiciones agradecen esa velocidad extra. Steam Deck y dispositivos portátiles similares lo mueven sin dramas; la estética 2D ilustrada y la optimización típica de Team Cherry son amigas del hardware contenido.
En consola, la historia es parecida: doble generación en PlayStation y Xbox, rendimientos estables en perfiles estándar, y Nintendo Switch como plaza natural para un metroidvania que brilla en modo portátil. La disponibilidad en Game Pass hace de Xbox una puerta de entrada muy sencilla para quien no quiera pensar en almacenamiento o compras el día 1.
¿Hace falta jugar Hollow Knight antes?
No es obligatorio, aunque sí recomendable por dos razones. Una, contexto: Hornet no aparece de la nada; sus lazos y decisiones en el original resuenan aquí. No es imprescindible conocerlos, pero eleva el viaje. Dos, alfabetización jugable: si te curtiste contra Mantis Lords o aprendiste a leer patrones con el Caballero, tu cabeza ya piensa en 2D con intención y Silksong te lo agradece desde el primer salto. Dicho esto, si empiezas desde cero, no te preocupes: el juego se explica con claridad y no gatekeepa.
¿Secuela, precuela o “historia lateral”?
Secuela con voz propia. Pharloom es nuevo, Hornet es protagonista y la dirección ascendente cambia todo. Hay ecos del pasado que reconocerás con una sonrisa —guiños, sombras, nombres—, pero no son muletas. Silksong se sostiene solo.
Qué te espera el día 1: sensaciones, ritmo y primeras horas
Si solo te quedas con una idea, que sea esta: Silksong cambia el tempo del metroidvania de Team Cherry. El Caballero te pedía pensar en reposo; Hornet te obliga a pensar en movimiento. La curación con seda rompe la tentación de apartarte para respirar y te empuja a gestionar recursos a toda velocidad; la verticalidad exige mapa mental más que guía en papel; la acrobacia convierte techos y paredes en oportunidades. Es otro sabor, con el mismo valor nutritivo.
Y, sin embargo, lo esencial no se toca. Descubrir pesa más que acumular. Perderse sigue siendo parte del aprendizaje, no un error. Los jefes son frases que se conjugan con los dedos: al tercer intento ya estás leyendo; al quinto, contestando; al séptimo, bailando. Esa es la magia que vuelve.
El precio como puerta de entrada, no como barrera
Lo repito porque es importante: 19,99 €. La cifra rebaja el peaje de entrada, amplía la base y, a nivel cultural, refuerza algo que a veces olvidamos cuando hablamos de videojuegos: que la calidad puede viajar sin sobrecoste. En 2025, ese mensaje no es menor. Casa con lo que fue el original: un clásico moderno que se ganó su lugar con diseño, música y oficio, no con fuegos artificiales.
Preparativos sensatos para un gran jueves
Quien juega en PC puede ir dejando la preinstalación en orden y asegurarse de tener espacio libre. Quien juega en consola por Game Pass tiene la alfombra desplegada para descargar con antelación y entrar a las 16:00 sin esperas. Mando ajustado, brillo un punto por debajo de lo que te pide el ojo —Silksong gana en penumbra—, casco si se puede. Y cabeza abierta: vienes de otro idioma, vas a hablar otro. Hornet no te pide paciencia, te pide pulso.
Listos para Pharloom
A esta altura, lo que tenemos es un cuadro bastante claro. Cuándo: jueves 4 de septiembre, 16:00 CEST. Cuánto: 19,99 €. Dónde: consola y PC para todos, con Game Pass día uno. Qué cambia: seda en vez de alma, curación en carrera, movilidad acrobática, verticalidad como diseño, artesanía para personalizar la ruta, misiones que guían sin encorsetar, música que vuelve a tirar del hilo emocional. Para quién: para quien quiera un metroidvania con oficio, que arriesga en su tempo y respeta su herencia.
Lo demás ya nos toca a nosotros. Jugar, equivocarnos, aprender y volver a intentarlo. Dejar que Pharloom nos cambie el paso y, al cerrar la sesión, notar la resaca leve que dejan los juegos grandes: esa mezcla de cansancio en los dedos y ganas de contarle a alguien lo que acabas de vivir. Nos vemos a las cuatro.
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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: La Vanguardia, Diario AS, 3DJuegos, Vandal.

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