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Tiro con arco adaptado reglamento: todo lo que necesitas saber

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Tiro con arco adaptado reglamento

Reglamento del tiro con arco adaptado explicado con claridad: clases, distancias, material permitido, clasificación y normas clave en España.

El tiro con arco adaptado se rige por las mismas bases que el tiro sobre diana convencional, con un marco específico para garantizar igualdad real entre deportistas con distintas discapacidades. En cancha, el esquema es claro: clases deportivas bien definidas (W1, recurvo open, compuesto open y deportistas con discapacidad visual), distancias oficiales establecidas —70 metros para recurvo open, 50 para compuesto open y W1, 30 en pruebas de ciegos— y formatos de competición homologados (rondas de clasificación y eliminatorias por sets en recurvo, puntuación acumulativa en compuesto, pruebas en sala a 18 m). Hay un control de material estricto con ayudas permitidas y límites precisos —por ejemplo, tope de potencia de 45 libras en W1 y 60 libras en compuesto open— y un sistema de clasificación funcional que determina la elegibilidad.

Para competir en España, el reglamento de tiro con arco adaptado combina las Reglas de World Archery con la adaptación nacional de la Real Federación Española de Tiro con Arco. Eso se traduce en procesos oficiales de clasificación (estados new, review o confirmed), calendarios con campeonatos específicos y controles de equipos idénticos a los del tiro convencional, con el añadido de ayudas técnicas reguladas: sillas de ruedas o banquetas, soportes para arco, “mouth tab”, disparadores, visores táctiles y la presencia del “spotter” en la clase de discapacidad visual, entre otras. En pista manda la seguridad, el tiempo por flecha y un arbitraje que hace cumplir las reglas sin margen para atajos. Es lo esencial, sin adornos.

Reglas esenciales del tiro con arco adaptado

La normativa parte de una idea sencilla: mismas exigencias deportivas, condiciones de ejecución adaptadas. Por eso las rondas, las dianas y los formatos no se reinventan, se calibran. Recurvo open reproduce el round olímpico a 70 m sobre diana de 122 cm, con eliminatorias por sets de tres flechas; compuesto open trabaja a 50 m con diana de 80 cm puntuando por suma total. La clase W1 compite a 50 m y, aunque el deportista pueda usar recurvo o compuesto, tiene un régimen de material propio. Las pruebas de deportistas con discapacidad visual discurren a 30 m al aire libre y a 18 m en sala con ayudas táctiles y un sistema de orientación auditiva y verbal autorizado.

En tiempos, el patrón es conocido: 30 segundos por flecha en duelos individuales, dos minutos para tres flechas en series de clasificación, cuatro minutos si el formato marca seis flechas por tanda. El desempate se resuelve con flecha de shoot-off y criterio de más cercano al centro; en equipos y mixtas, cada integrante lanza una flecha en el desempate. La puntuación sigue la lógica clásica: diez al centro, anillos concéntricos, lectura por jueces y verificación en diana. No hay inventos extraños: se compite como siempre, con el plus de las adaptaciones reconocidas y medidas.

La seguridad marca el compás. La línea de tiro, la distancia de espera y la zona de dianas se organizan igual que en cualquier campeonato nacional o internacional, con señales visuales y acústicas. Nadie cruza antes de tiempo, nadie recupera flechas sin luz verde. El arbitraje sanciona las salidas anticipadas, los retrasos en el disparo o cualquier alteración del material no declarada. Si el arco no supera el control de equipos, no se entra. Si una ayuda técnica no está en la ficha autorizada, no se usa. La regla es clara para evitar dudas y litigios.

Normativa y clases deportivas

El reglamento de tiro con arco adaptado distingue clases deportivas en función del impacto funcional de la discapacidad. W1 reúne a deportistas con afectación severa de tronco y al menos tres extremidades. Recurvo open y compuesto open agrupan a arqueros con distintos niveles de movilidad pero con funcionalidades suficientes para competir con material estándar de sus divisiones (con ayudas, sí, pero sin ventaja tecnológica). La clase de deportistas con discapacidad visual se divide en categorías específicas (VI1 y VI2/VI3 bajo distintos requisitos de oclusión visual), y compite con visor táctil y spotter autorizado. En la práctica, estas siglas aparecían y siguen apareciendo en órdenes de tiro, resultados oficiales y dorsales.

Hay pruebas individuales, equipos y mixtas. La estructura es similar al tiro convencional: en equipos se agrupan deportistas de la misma clase y división, con turnos de tiro alternos y reglas de circulación en la línea de tiro que evitan interferencias. El personal auxiliar está regulado: en W1 o en VI, el asistente puede ayudar a colocar el arco, orientar o describir dianas, pero no puede entrenar durante la serie ni tocar el equipo cuando la tanda está en curso. La filosofía es equilibrar el acceso a la ejecución técnica y mantener la integridad competitiva.

En categorías de edad, la normativa integra divisiones sénior, máster y, según campeonato, eventos específicos para menores con discapacidad que tiran bajo reglamentos adaptados. En España, la integración se organiza por campeonatos y circuitos, con pruebas exclusivas de arco adaptado y otras integradas en jornadas de tiro sobre diana, tanto al aire libre como en sala. El objetivo operativo es que los tiempos de campo, las rutinas de arbitraje y el software de resultados trabajen unificados, sin reglamentos paralelos que compliquen la logística.

Distancias, dianas y formatos oficiales

Las distancias están estandarizadas para que el resultado sea comparable entre competiciones. Recurvo open: 70 m, diana de 122 cm, round de 72 flechas para ranking y eliminatorias por sets a tres flechas. Compuesto open: 50 m, diana de 80 cm (anillos exteriores anulados en duelos, según formato) y eliminatorias por puntuación acumulada en 15 flechas. W1: 50 m con diana de 80 cm de 10 anillos completos, ajuste pensado para el equilibrio de la clase. Deportistas con discapacidad visual: pruebas al aire libre a 30 m con rondas específicas (combinaciones de 60, 80 y 122 cm, según reglamento) y competición en sala a 18 m con diana de 60 cm.

La sala mantiene el guion: 60 flechas a 18 m en clasificación, dianas y zonas de diez según división, fases finales en formato de duelos. En exteriores, el “70 m Round” y el “50 m Round” ordenan el calendario. Eliminatorias con llave directa, enfrentamientos de 1/32 a finales, shoot-off cuando el marcador queda igualado. En equipos y mixtas, los turnos están cronometrados y el orden de tiro se fija antes de cada set o serie. La jerga es la misma que conocen clubes y jueces: warm-up, control de tiempo, línea de espera, juez de línea, juez de diana.

Donde hay matices es en la clase de discapacidad visual. El reglamento exige referencias táctiles: una barra o puntero anclado a un trípode, ajustado a la mano o al dorso, que permite reproducir el punto de anclaje espacial. No hay ventaja óptica —se prohíben lentes de aumento o ayudas electrónicas—; lo central es que el arquero pueda orientarse para ejecutar con consistencia. El spotter puede dar información posicional y, según ronda, comunicar el valor de la flecha después de que el juez lo confirme, siempre a un volumen y con una conducta que no moleste a otros. Se controla que todas las oclusiones o antifaces cumplan el estándar de opacidad, especialmente en VI1.

El sistema de puntuación y revisión en diana replica el del tiro convencional. Si hay duda sobre el valor de una flecha que toca línea, el juez de diana decide con plantilla o lupa reglamentaria. La flecha mal nockeada que cae sin cruzar la línea de tiro puede recolocarse dentro del tiempo; la que se dispara fuera de tiempo se anota como m, con las consecuencias en el marcador que todos temen. El objetivo es que el resultado refleje precisión y ejecución, no interpretaciones.

Material y ayudas técnicas permitidas

El reglamento de material separa claramente lo que es ayuda razonable de lo que sería ventaja tecnológica. En W1, por ejemplo, aunque el deportista pueda tirar con recurvo o compuesto, el arco está limitado a 45 libras de potencia; no se permiten lentes de aumento en visores, peep en la cuerda ni burbujas de nivel. Se autorizan estabilizadores, contrapesos y descansos de flecha, siempre dentro de dimensiones y configuraciones estándar. La idea es coherente: se compensa la limitación funcional, no se amplifica la precisión por la vía del equipamiento.

En compuesto open, el tope de potencia es 60 libras. Visores con lente sí, pero bajo el capítulo técnico correspondiente, con restricciones sobre dioptrías, fibra y diámetro del anillo. Disparadores de muñeca o de mano, legales. Recurvo open mantiene sus señas de identidad: visor sin aumentos, clicker, estabilización permitida, ventana y flecha conformes a especificación. No hay excepciones ocultas: el control de equipos revisa que cada pieza esté dentro de norma antes de la primera flecha oficial y puede volver a hacerlo en mitad del torneo si detecta cambios.

Las ayudas técnicas son parte del corazón del tiro con arco adaptado. Sillas de ruedas con medidas controladas y sin elementos que toquen la línea de tiro antes del pitido. Banquetas o taburetes para quienes tiran sentados fuera de W1, siempre que no otorguen anclajes al suelo ni apoyos a la espalda que cambien la biomecánica. Soportes de arco o postes que permiten descansar el equipo entre tandas. Mouth tab —la pestaña que se acciona con la boca—, disparadores adaptados a extremidades superiores protésicas o residuales y anclajes personalizados, todos ellos declarados en el control técnico. En la clase de discapacidad visual, el visor táctil se instala en un trípode estable fuera de la línea de tiro; solo puede ofrecer un punto de referencia mecánico, nada de niveles, punteros luminosos o sensores.

Los dispositivos electrónicos no están permitidos para asistir al tiro. Relojes o cronómetros solo para control personal, sin señal acústica. Teléfonos móviles, en silencio y fuera de la línea de tiro. Audífonos médicos, autorizados si quedan registrados en la clasificación o con certificación específica. Cualquier prótesis o órtesis debe mantenerse igual durante toda la competición; si se rompe o se deteriora, el juez puede conceder tiempo para reparación sin alterar el ritmo del resto de arqueros.

El control de equipos es minucioso. Se pesa el arco compuesto, se chequea la potencia con báscula homologada, se revisan flechas (longitud, spine, diámetro) y se verifican marcas en cuerda y ventana. Para quienes tiran con ayudas de apoyo —banqueta, silla—, el juez confirma dimensiones y estabilidad. Cualquier ajuste se anota en la tarjeta de control. Si a mitad de día un entrenador intenta añadir una lente o cambiar el disparador sin pasar por el juez, es infracción. No hay letra pequeña.

Clasificación y elegibilidad

Sin clasificación funcional, no hay dorsal válido en arco adaptado. El proceso, alineado con el código de clasificación del movimiento paralímpico, evalúa cómo afecta la discapacidad a las capacidades específicas del tiro: control de tronco, musculatura implicada, rango articular, visión funcional. No mide la lesión por sí misma, sino su impacto sobre la ejecución. Tras la evaluación clínica y, si procede, pruebas de campo, se asigna una clase deportiva y un estatus: N (new) para primeras competiciones, R (review) cuando se prevé evolución o son necesarios nuevos exámenes y C (confirmed) cuando el perfil está estable. Ese estado aparece en listas de salida y determina si un deportista debe pasar observación en competición.

La documentación médica es obligatoria, pero se gestiona con confidencialidad. Se solicitan informes que acrediten diagnóstico, historial y tratamientos, sin detalles superfluos. Si un deportista compite con medicación incluida en la lista de sustancias prohibidas, debe tramitar una autorización de uso terapéutico. El antidopaje aplica como en cualquier deporte federado: controles por sorteo o por rendimiento, cadena de custodia, sanciones en caso positivo. Ninguna ayuda técnica suple el deber de competir limpio.

Hay mecanismos de protesta. Si un club considera que la clase asignada no refleja el impacto funcional, puede presentar reclamación con fundamentos y dentro de los plazos. El panel de clasificación revisa el caso; si persiste el desacuerdo, existe apelación a una instancia superior, generalmente ligada al regulador internacional. No es un trámite interminable: el sistema busca seguridad jurídica para que el deportista no quede en un limbo competitivo.

La elegibilidad contempla también a quienes han tenido lesiones recientes. En esos casos, se puede otorgar un estatus temporal con revisión fija en calendario. Para los deportistas menores, los clasificadores son especialmente cautos: los perfiles cambian con el crecimiento y la reeducación, así que las clases se revisan con más frecuencia. La norma intenta evitar que un cambio de fuerza o de tono muscular altere el equilibrio competitivo sin control.

Así se desarrolla una competición oficial

Un torneo de tiro con arco adaptado empieza antes del primer silbato. Acreditaciones, entrega de documentación de clasificación, control de material y, si procede, observación para quienes están en estatus “review”. En el prácticas oficiales, los jueces ya miran todo: posición de sillas o banquetas, uso del visor táctil, interacción con el spotter o el asistente. Si algo chirría, se corrige antes de entrar en flecha válida.

Durante la ronda de clasificación, el director del torneo establece tandas y tiempos. Con viento o calor, los arqueros adaptados afrontan las mismas condiciones que el resto. Si alguien necesita ajustar el trípode del visor táctil, lo hace sin invadir el pasillo del compañero. En la línea no hay coaching; el asistente autorizado ayuda a orientar o a colocar si el reglamento lo permite, pero sin hablar cuando suena el reloj. El juez de línea vigila salidas anticipadas y tiempos. Si un arquero se pasa, tarjeta y anotación de flecha como nula o m según la falta.

Llegan las eliminatorias. El ritmo sube. En recurvo open, el set system aporta tensión: dos puntos por set ganado, uno por empate. En compuesto, manda la suma total; cada ocho dorados levantan a un equipo entero en la grada. En W1, el material restringido muestra su carácter: el arco responde distinto, el equilibrio del tronco manda, el control de la silla o la banqueta es capital. Quien domina la rutina, suma.

En discapacidad visual, el duelo es de precisión invisible. El spotter canta posición —mediante claves acordadas— y, si el torneo lo prevé, informa valor tras validación. El antifaz asegura que no hay visión residual aprovechable en categorías donde se exige. Los jueces son estrictos con el trípode: no puede moverse entre flechas salvo para reajustar por seguridad, y siempre dentro del tiempo. La lectura de diana requiere paciencia: los jueces tocan con plantilla, dictan valores y el anotador confirma sin prisa. Importa la certeza, no el apuro.

El campo se organiza con lógica. Pasillos accesibles, rampas cuando hay desniveles, servicios adaptados, dianas a altura reglamentaria y espacio suficiente para sillas de ruedas detrás de la línea. Los organizadores calculan tiempos pensando en la accesibilidad sin alargar el programa innecesariamente. Cuando llegan las medallas, lo hacen con el mismo protocolo que en cualquier campeonato, con podios accesibles y un maestro de ceremonias que entiende el deporte. Nada de paternalismo: resultado deportivo, a secas.

En materia de sanciones, el catálogo es similar al del tiro convencional. Retraso injustificado, comportamiento antideportivo, alteración no autorizada del material o asistencia indebida en línea de tiro se traducen en advertencias o descalificación. Cuando el caso lo exige, la organización levanta acta y lo remite a la federación para expediente. Es raro, pero el sistema está preparado para que el reglamento no sea un brindis al sol.

Panorama español y referencias prácticas

España aplica el reglamento de World Archery con una adaptación nacional clara y pública, y organiza el calendario de tiro con arco adaptado con dos focos: la temporada de sala y la temporada al aire libre. En ese marco se sitúan el Campeonato de España específico de arco adaptado y pruebas integradas en jornadas de clubes y federaciones autonómicas. El proceso de clasificación se convoca en fines de semana señalados, habitualmente junto a los campeonatos de referencia, para que más deportistas puedan evaluarse en una misma sede.

Los clubes cumplen un papel decisivo. Preparan circuitos accesibles, compran trípodes robustos y visores táctiles reglados, forman a entrenadores y jueces en las particularidades del arco adaptado y gestionan seguros y licencias para que los arqueros compitan con todo en regla. Hay ayudas públicas y patrocinios que se integran en proyectos de inclusión, y que permiten renovar material o viajar a Copas y Grandes Premios. Cuando un club acoge un campeonato, trabaja con comités de accesibilidad para que la experiencia sea equivalente a la de cualquier deportista: desde el aparcamiento hasta la sala de calentamiento.

El arbitraje español está alineado con los manuales internacionales. La formación incide en control de equipos —focos en W1 y VI—, tiempos, comunicación y gestión de reclamaciones. Un juez de diana sabe cómo intervenir si un trípode invade un pasillo, cómo medir una flecha dudosa sin tocar la varilla equivocada y cómo detener un duelo si un deportista necesita recolocar la banqueta por seguridad. Se valora la empatía, sí, pero el eje es la exigencia reglamentaria: el resultado tiene que ser comparable a cualquier otro campeonato.

En términos de seguro y licencias, no hay carriles alternativos. La licencia federativa es la misma, con la misma cobertura, y se exige la misma aptitud médica para la práctica. Los certificados de discapacidad sirven en la clasificación funcional como evidencia de diagnóstico, pero no sustituyen la evaluación específica. De ese modo, el sistema mantiene la coherencia: se compite por capacidades, se garantiza la seguridad y se homologa el resultado.

Quien mire los resultados de los últimos años verá cómo W1, recurvo open y compuesto open conviven en podios apretados, con marcas que suben ronda a ronda. La clase de discapacidad visual también crece, con más clubes invirtiendo en formación de spotters y material táctil. No es un gesto simbólico: es rendimiento puro, con récords personales que se baten a golpe de técnica y rutina.

Reglamento en cancha: lo que manda de verdad

El reglamento del tiro con arco adaptado no es un manual de excepciones, sino un sistema coherente que hace posible competir de tú a tú. Tres ideas operan como columna vertebral y, si se respetan, todo fluye. Primera: las clases deportivas no “regalan” nada; ordenan el juego para que la precisión vuelva a ser la diferencia. Quien gana, lo hace porque ha sumado más centro, ha leído mejor el viento o ha afinado el anclaje. Segunda: el material y las ayudas técnicas tienen fronteras nítidas. Se permite lo que iguala, se prohíbe lo que multiplica la ventaja. Hay límites de potencia, lentes, peep, apoyos oculares y electrónicos por razones que cualquier arquero entiende: la justicia competitiva. Tercera: la clasificación funcional y el arbitraje sostienen la seguridad jurídica del deporte. Con estados new, review o confirmed, con control de equipos, con tiempos iguales para todos y con sanciones aplicables, la cancha queda en manos de quien mejor ejecuta.

Eso es lo que se ve cuando la campana suena y arranca la tanda. W1 en silla de ruedas, con 45 libras y sin lentes, alineando el cuerpo con precisión de metrónomo. Recurvo open persiguiendo sets a 70 metros, donde el diez parece enorme desde la grada y minúsculo desde la línea. Compuesto open en 50 metros con la respiración suspendida en cada flecha. VI con un trípode que toca justo lo necesario y un spotter que dice lo justo. Al final, reglamento y deporte se encuentran en el mismo punto: la flecha que entra limpia en el amarillo, la única evidencia que de verdad cuenta. Y, sí, todo lo demás —lo invisible— estuvo escrito antes en la norma, para que esa flecha valga lo mismo aquí que en cualquier campo del mundo.

La fotografía de hoy deja, además, un mensaje práctico. El tiro con arco adaptado ha madurado en España con calendarios estables, procesos de clasificación claros y clubes que ya no improvisan. Quedan desafíos —más base, más formación de jueces en ayudas técnicas complejas, más visibilidad en torneos abiertos—, pero la estructura ya está. Reglamento claro, material controlado, clases definidas. El resto es entrenar y competir. Con la garantía, escrita y aplicada, de que el reglamento es el mismo en cada flecha.


🔎​ Contenido Verificado ✔️

Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: RFETA, Comité Paralímpico Español, AFEDEGI, Federación Madrileña de Tiro con Arco.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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