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Cultura y sociedad

¿Qué pueblos compiten en Ferrero Rocher 2025 y cómo votar?

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Qué pueblos compiten en Ferrero Rocher 2025

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Los 17 pueblos de Ferrero Rocher 2025: calendario, fases de voto, cómo participar e impacto de ganar la iluminación navideña, claves útiles.

España arranca la campaña navideña con una novedad de calado: por primera vez, diecisiete pueblos —uno por cada comunidad autónoma— compiten en la duodécima edición de “Juntos Brillamos Más”, el ya clásico concurso de Ferrero Rocher que culmina con la iluminación especial de la localidad ganadora. La lista es amplia y diversa: Viana (Navarra), Albaida (Comunitat Valenciana), Altafulla (Catalunya), A Guarda (Galicia), Balmaseda (País Vasco), Bullas (Región de Murcia), Cómpeta (Andalucía), Consuegra (Castilla-La Mancha), Cudillero (Asturias), Fuente del Maestre (Extremadura), Graus (Aragón), Medina de Pomar (Castilla y León), San Vicente de la Barquera (Cantabria), Sant Llorenç des Cardassar (Illes Balears), Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), Tejeda (Canarias) y Torrelaguna (Comunidad de Madrid). La votación es online, se articula en cuatro fases eliminatorias y el anuncio del municipio ganador está previsto para el 15 de diciembre. Todo, centralizado en la web oficial de Ferrero Rocher, con ventanas de voto que se reabren y reinician en cada ronda.

El funcionamiento es directo y transparente: una primera criba escogerá a los cinco más apoyados; las dos siguientes fases irán dejando fuera al menos votado hasta que queden dos finalistas; de ese cara a cara saldrá el pueblo que se llevará la iluminación dorada de la marca en las fechas clave de la Navidad. La organización ha presentado la edición en Madrid, con Jesús Vázquez como embajador, y un mensaje que marca el tono: representación total del mapa autonómico, empuje a la participación ciudadana y un relato que conecta patrimonio, tradición y comunidad. No hay atajos ni letra pequeña: se decide a golpe de voto y de capacidad de cada municipio para movilizar apoyos.

Qué cambia este año y por qué importa

El concurso ha crecido. Del esquema clásico con pocos aspirantes se pasa a una competición de diecisiete que reparte la ilusión por todas las regiones, y eso altera el tablero. La diversidad de candidatos amplía las narrativas: puertos pesqueros, villas medievales, conjuntos histórico-artísticos, barrancos volcánicos, molinos manchegos o puentes románicos entran en la misma foto. Esta expansión responde a una idea sencilla y eficaz: la Navidad se ha convertido en un dinamizador de los destinos de interior y de costa, especialmente cuando una marca con tanta penetración pone su foco mediático en un pueblo concreto. Ganar ya no es solo una anécdota brillante en diciembre; es un empujón reputacional y turístico que se mide en búsquedas, reservas y visibilidad.

Hay otra clave. La ampliación del panel obliga a profesionalizar la campaña local de los aspirantes. Quien haya seguido ediciones anteriores lo sabe: la constancia pesa más que el fogonazo. La práctica ha impuesto rutinas que funcionan: un hashtag claro, un calendario de actos de movilización, vídeos que cuenten la identidad del municipio y una diáspora activa —gente de ese pueblo que vive en otras ciudades— que comparte y empuja el enlace de votación. Este año, con diecisiete en liza, la coordinación será decisiva: una mala guardia digital en una fase ajustada puede dejar fuera a un aspirante que parecía imbatible a primera vista.

Fechas, fases y cómo se vota

El calendario es compacto y sin rodeos. Fase 1: todos los candidatos parten de cero y la votación decide los cinco clasificados. Fase 2 y Fase 3: dos nuevas rondas, contador reiniciado, y en cada una se elimina el menos votado. Fase 4: gran final a dos y anuncio del ganador el 15 de diciembre. Ese día se comunicará el municipio que recibirá la instalación y el encendido especial de Ferrero Rocher. Cada ventana de votación se abre y se cierra en fechas concretas; al transitar de una fase a otra, se reabre el voto para que la audiencia vuelva a pronunciarse, ahora con menos candidatos.

La participación se canaliza en la web oficial de la marca. Se ha diseñado para que la experiencia sea ágil, con piezas audiovisuales que presentan a cada pueblo y con actualizaciones del estado de la competición. Las normas son claras: se vota en digital, la herramienta registra el apoyo y el sistema recalcula posiciones en tiempo real o con cortes periódicos comunicados por la organización. En paralelo, cada ayuntamiento activa su propia campaña: cartelería física en calles, puntos de foto con la identidad dorada, perfiles sociales con llamados al voto, vídeos de comerciantes y asociaciones y equipos de voluntariado que sostienen la llama durante semanas. Nada de papeletas ni colas; todo pasa por movilizar clics con una historia creíble.

Los 17 candidatos, uno por comunidad

La fotografía de 2025 ofrece un mapa completo. En el norte, Cudillero despliega ese anfiteatro de casas de colores que se asoma al Cantábrico, un paisaje de postal que respira pesca y cuestas; San Vicente de la Barquera combina el puente de la Maza con las marismas y la vista a Picos de Europa, un argumento inapelable para cualquier cámara; Balmaseda, en Vizcaya, juega la carta de su casco histórico, sus puentes y la tradición de su Pasi�n Viviente —una marca cultural potentísima.

El noroeste aporta mar y castros. A Guarda mira al Atlántico desde el Monte Santa Trega, una terraza arqueológica y natural incomparable, y suma puerto, lonja y un casco urbano que se activa en cuanto huele a Navidad. En el interior norte, Graus cuida su plaza Mayor porticada y una arquitectura civil que sorprende al visitante primerizo; Medina de Pomar sintetiza merindades burgalesas, torreones, murallas y una silueta que se reconoce desde lejos; Viana aporta Camino de Santiago, murallas y un centro cuidado que respira vino y frontera histórica con La Rioja. Santo Domingo de la Calzada, por su parte, es mucho más que una etapa jacobea: catedral, plaza y un relato legendario —las gallinas— que todo el mundo ha oído alguna vez.

En el Mediterráneo, la pugna es seria. Altafulla trabaja con un núcleo antiguo impecable y una línea de mar tranquila que permite escenas urbanas muy fotogénicas; Albaida saca pecho con campanas y telares, tradición textil e identidad valenciana en vena; Bullas pone sobre la mesa vino, paisaje y una cultura de bodega que encaja bien con la estética cálida de la campaña; Sant Llorenç des Cardassar puede armar un relato que mezcla interior mallorquín y espíritu de pueblo vivo que conserva raíces.

El sur peninsular y el archipiélago canario suman postales potentes. Cómpeta, en la Axarquía malagueña, luce blanco cal y callejuelas que piden luz templada; Consuegra agita el imaginario con sus molinos y el castillo sobre la sierra, una de las estampas más reconocibles de Castilla-La Mancha; Fuente del Maestre mezcla plazas con arquería y tradición extremeña; y Tejeda, en Gran Canaria, aporta paisaje volcánico en mayúsculas, con Roque Nublo como vigía de un anfiteatro natural que se transforma al caer la tarde. Completando el abanico, Torrelaguna —en la Comunidad de Madrid— enseña piedra gótica y renacentista, trazado histórico y una vida civil que se organiza muy bien en plaza y ejes peatonales.

Cada uno de estos pueblos llegaba a la presentación con mensajes institucionales listos, perfiles sociales en marcha y planes de movilización vecinal. No es casualidad. La experiencia dice que llegar a la final a dos exige semanas de tensión organizada: vídeos cortos y reconocibles, alianzas con asociaciones culturales, colegios implicados, hostelería a favor y una diáspora activa. El tamaño no es determinante —ha habido ganadores pequeños y medianos—; la historia y la perseverancia sí.

Qué gana quien se lleva la luz

No hay premio económico directo. El trofeo es intangible y, a la vez, muy real: instalación e iluminación navideña de alto impacto, un encendido especial con cobertura mediática nacional y una ola de visibilidad que suele prolongarse más allá de la semana grande. En ediciones precedentes, los municipios vencedores han detectado picos de búsquedas en internet, incremento de visitas y una renovada autoestima cívica que deja huella en la temporada alta de invierno y, muchas veces, en la siguiente primavera. Se crea un relato local: “el pueblo que brilló”. Y se capitaliza durante meses.

En el plano técnico, el dispositivo de iluminación utiliza tecnología LED de consumo eficiente, con piezas icónicas —árbol, bola, pasajes de luz, guirnaldas— que invitan a la fotografía y al vídeo. La instalación se coloca en emplazamientos estratégicos: plaza mayor, eje comercial, calles históricas, miradores urbanos. La elección se consensúa con el ayuntamiento para proteger flujos peatonales, garantizar seguridad y evitar saturación. Ese mismo despliegue obliga a los municipios a afinar la logística: aparcamientos disuasorios, señalética temporal, cortes de tráfico planificados, refuerzo de limpieza y coordinación con policía local y Protección Civil. Al final, la fotografía queda bien, pero también el orden.

Hay beneficios menos vistosos y, sin embargo, medibles. El concurso suele actuar como acicate para remozar pavimentos, recuperar fachadas singulares o poner al día instalaciones eléctricas en los cascos históricos. Son inversiones que quedarán en el municipio gane o no gane. Y hay un factor innegociable: el orgullo. La implicación de colectivos vecinales, bandas municipales, clubes deportivos y asociaciones de comerciantes genera una red que funciona como capital social a partir de diciembre.

El espejo reciente: el listón de 2024

La hoja de servicios de la última edición es conocida. Ribadavia (Ourense) se impuso en la final a Biar (Alicante) y protagonizó un encendido que se convirtió en uno de los grandes eventos navideños del año. Hubo cobertura televisiva, miles de imágenes compartidas y una puesta en escena cuidada que convirtió a la villa en reclamo. Importa por dos razones. La primera: el impacto real de una victoria bien explotada. La segunda: la narrativa que reconocen tanto la marca como los pueblos participantes, un equilibrio entre identidad local y emoción que engancha al público. La edición 2025 no arranca de cero; hereda ese nivel y lo multiplica con el salto a diecisiete candidatos.

La comparación deja pistas útiles. En 2024, el relato ganador mezcló tres ingredientes: escenario monumental claro, comunidad encendida y campaña digital sostenida. En 2025 la diversidad del panel refuerza la necesidad de diferenciarse: hay pueblos con cartas poderosas (molinos, mar, volcanes, catedrales), pero el jurado aquí no existe; manda la votación popular. Traducido: el despliegue estético ayuda, aunque el verdadero diferencial aparece cuando un municipio consigue convertir su personalidad en una historia compartible. Un puente iluminado no gana solo; gana el movimiento que lo rodea.

Un país en ruta: seguir la competición y vivirla sobre el terreno

El calendario —entre comienzos de noviembre y mediados de diciembre— coincide con puentes, ferias y mercados navideños que ya están en marcha en muchos lugares. La competición, sin querer, acaba siendo una guía de viaje. Hay quien prefiere costas: el arco Cudillero–San Vicente de la Barquera–A Guarda permite armar una ruta de mar y bruma con tres paradas intensas, mejor aún al atardecer. También hay quien busca piedra y meseta: Medina de Pomar–Santo Domingo de la Calzada–Viana compone una triangulación de torres, murallas y plazas para patear sin prisa. O patrimonio industrial y textil: Balmaseda–Albaida, un hilo que cose tradición y oficio. Las Islas se reservan una postal de impacto: Tejeda encendiendo el corazón volcánico de Gran Canaria.

La logística importa. Estos cascos históricos son, por definición, frágiles. Conviene apostar por horas valle, consultar agendas municipales —suelen programar conciertos de bandas, chocolatadas, pistas de hielo temporales— y organizar el recorrido con aparcamientos previstos para ligar paseos peatonales y visitas a museos locales o centros de interpretación. La iluminación dorada suele lucir mejor en la hora azul, cuando el cielo aún conserva brillo, y en noches limpias. Quien desee enmarcar bien la foto encontrará en las plazas mayores y en los accesos por arcos los mejores puntos de fuga.

Es un fenómeno cultural de ida y vuelta: la campaña genera expectativa, los pueblos se organizan, el público responde y las comunidades digitales amplifican. Para garantizar experiencias cómodas, los municipios activan planes de movilidad con autobuses lanzadera, pasillos de entrada y salida, y señalética reforzada. Algunos, aprendiendo de años anteriores, han habilitado rutas de belenes o recorridos de escaparates con sellos para dinamizar el comercio local. La consecuencia es casi siempre positiva: noches largas, terrazas llenas, un invierno menos gris.

Lo que decide la victoria en esta edición

La edición 2025 condensa un par de certezas. La primera es cuantitativa: diecisiete candidatos obligan a dosificar fuerzas. En la Fase 1, la clave será pasar el corte con una base social amplia; se verá mucha batalla de última hora. En las Fases 2 y 3 la gestión del ritmo marcará diferencias: mantener picos de atención, lanzar piezas audiovisuales que funcionen como banderines de enganche y cuidar la comunidad —desde los escolares hasta los mayores, pasando por peñas y clubes—. Y en la final a dos no hay secreto: vota quien está convencido. Ahí cuentan alianzas espontáneas con pueblos vecinos, microinfluencia comarcal, pequeños gestos que suman: escaparates coordinados, balcones dorados, calles temáticas que escalan rápido en redes.

La segunda certeza es cualitativa: el relato. La campaña premia a quien cuenta bien su singularidad. Si un pueblo tiene castillo, habrá más de uno con fortalezas; si tiene mar, competirá con otras postales de agua; si presume de plaza, habrá plazas por doquier. La diferencia aparece cuando esa identidad se activa y se traduce en un lenguaje compartido: una canción, una tradición, un símbolo, un guiño a la memoria local. Ha pasado antes y volverá a pasar: el orgullo se organiza, el voto se convierte en costumbre, la competición se vuelve conversación nacional durante un mes. Gana el que mejor moviliza sin cansar, el que mantiene el hilo entre la Fase 1 y la final sin perder pulso.

Los hechos —a día de hoy— están definidos: diecisiete pueblos en liza, cuatro fases de voto, anuncio del ganador el 15 de diciembre y votación centralizada en la web oficial. El resto, emoción medible. Habrá datos de apoyo que cambian a diario, historias que nacen en vídeos caseros y plazas que se llenan porque alguien vio una imagen dorada en un móvil y quiso estar ahí. La partida ya está en marcha. España mira el mapa y, durante unas semanas, todas las comunidades compiten por el mismo haz de luz. El premio no se guarda en una vitrina: se enciende. Y esa, en el fondo, es la razón por la que el concurso sigue creciendo.


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Este artículo se ha elaborado con información contrastada y actual. Fuentes consultadas: Ferrero Rocher España, Sweet Press, MarketingDirecto.com, Telecinco, Heraldo de Aragón, Diario de Castilla y León.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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