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Economía

Caixabank aclara rumores sobre cobro de comisiones por transferencias bancarias

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usuario de caixabank realiza una transferencia

CaixaBank aclara: transferencias online en euros SEPA siguen sin coste; las inmediatas cuestan lo mismo; comisiones solo en casos concretos.

La entidad ha precisado que no se ha introducido un cobro generalizado por las transferencias bancarias realizadas por sus canales digitales habituales. En el día a día, las transferencias estándar en euros dentro del ámbito SEPA cursadas desde la web o la app continúan, para los perfiles de cliente más comunes, sin coste dentro de los programas de relación que ya venían aplicándose. El marco europeo vigente, además, impide fijar a las transferencias inmediatas un precio superior al de las ordinarias cuando se prestan en el mismo canal y con condiciones equivalentes, de modo que no hay un recargo por el mero hecho de que el dinero llegue en segundos si la transferencia convencional era gratuita en ese entorno digital.

A partir de ahí, conviene separar conceptos. No desaparecen las tarifas en todos los supuestos: si la orden se da en ventanilla, si se trata de envíos internacionales fuera de SEPA o hay cambio de divisa y bancos corresponsales, pueden existir comisiones conforme a los epígrafes públicos de la entidad. El ruido llegó porque varias capturas y mensajes sacados de contexto circularon en redes, mezclando tipos de transferencia y canales de operación. Para cortar esa inercia, CaixaBank aclara rumores sobre cobro de comisiones por transferencias bancarias con una idea clave: las condiciones no han cambiado para el grueso de clientes que operan online; los precios siguen la misma pauta, y las novedades regulatorias refuerzan la equiparación de precio entre inmediata y ordinaria dentro del mismo canal.

Rumores y realidad: qué hay con las comisiones

El debate explotó de forma abrupta, con titulares, mensajes y comentarios que dejaban caer un “ahora todas las transferencias tienen comisión”. No es así. Las tarifas no se han disparado ni se ha impuesto un peaje universal por enviar dinero desde la banca digital. El esqueleto tarifario en CaixaBank —publicado y actualizable— mantiene la gratuidad en las transferencias SEPA estándar realizadas por la banca online para quienes cumplen las condiciones de su paquete relacional. Es decir, el cliente que venía realizando transferencias domésticas o a otros países del área SEPA desde la app o la web no ve una factura nueva por ese motivo. Quien usa la inmediatez desde esos mismos canales se encuentra, por obligación normativa, el mismo precio que la ordinaria equivalente. Si la ordinaria era cero, la inmediata no puede costar más.

¿Dónde han surgido los malentendidos? Primero, en la confusión entre canales: la orden digital y la orden presencial no son lo mismo. La segunda conlleva infraestructura, tiempo de gestión y una atención personalizada que el banco puede repercutir en forma de comisión. Segundo, en la mezcla de ámbitos geográficos: una transferencia SEPA en euros no comparte reglas con un envío internacional en dólares a Estados Unidos o en libras a Reino Unido. Ahí entran en juego redes de mensajería interbancaria, corresponsales y tipos de cambio, y las comisiones pueden aparecer en origen, en tránsito o en destino, con estructuras fijas, variables o mixtas. Tercero, en la forma de nombrar las cosas: inmediata, urgente, prioritaria, ordinaria… no siempre significan lo mismo según el canal, la red y el país, aunque el reglamento europeo haya armonizado la pieza central para pagos en euros.

Qué cambia en la práctica con las transferencias

No todo cambio es visible a primera vista. Hay piezas técnicas, estándares y procesos de seguridad que trabajan en segundo plano. Pero sí hay algo tangible: la transferencia instantánea en euros ofertada por la entidad, cuando se cursa por el mismo canal y con condiciones comparables a la transferencia ordinaria, no puede ser más cara que esta. De este modo, el impulso hacia la inmediatez no penaliza a quien ya disfrutaba de transferencias online sin coste. Se evita que convivan dos precios en el mismo canal por el mismo servicio, salvo que se trate de productos y condiciones distintas.

La realidad diaria, pues, se resume con cierta sencillez. En banca digital, el catálogo de operaciones incluye las transferencias SEPA que la entidad venía prestando sin comisión dentro de sus paquetes de vinculación —la combinación de cuenta, tarjetas y otros servicios que, en conjunto, eliminan comisiones básicas—. En ese mismo entorno, la opción inmediata se alinea en precio con la ordinaria: si el envío estándar era gratis, la inmediatez es gratis; si el envío estándar tenía un coste por el perfil concreto o el canal elegido, la inmediatez no lo supera. En oficina, el epígrafe de ventanilla puede contemplar comisión por la instrucción, independientemente de que el resultado sea inmediato u ordinario, y ahí es donde nace buena parte del ruido: se comparan entornos que no son comparables.

Las transferencias internacionales merecen un apartado propio. Cuando hay divisa distinta al euro, el precio final depende de la conversión y de la arquitectura de corresponsales. Se puede pactar que todos los gastos los asuma el ordenante (OUR), que se compartan (SHA) o que recaigan en el beneficiario (BEN). Aunque la banca digital ha simplificado mucho estos envíos, siguen sujetos a reglas y actores fuera del circuito SEPA. Por eso, las comisiones pueden existir y no contravienen la equiparación de precios de la que se ha hablado antes, porque esa equiparación opera en euros y dentro del canal comparable.

Canales digitales y gratuidad habitual

El ecosistema online consolidado por CaixaBank ha ido agrupando servicios que la clientela utiliza casi a diario. Entre ellos, las transferencias SEPA ordinarias. En los contratos de cuenta y banca digital se fijan las condiciones que, cuando se cumplen, permiten usar esa operativa sin coste: envío de dinero en euros dentro de la zona SEPA, sin necesidades especiales, desde web o app. No hay trampa: es un estándar de mercado en la banca minorista española. La entidad deja por escrito, en sus documentos informativos públicos, qué se incluye, qué queda fuera y bajo qué supuestos podría aplicarse una tarifa. Esa transparencia se cruza con un compromiso regulatorio que protege al usuario frente a sobrecargos por la inmediatez cuando se actúa en el mismo canal.

Hay matices. La personalización de servicios —desde órdenes especiales a seguimientos en operaciones complejas—, los envíos internacionales en moneda distinta al euro, la intervención de corresponsales o las gestiones presenciales a petición del cliente pueden llevar asociados costes específicos. Ni es nuevo ni está escondido. Se llama epígrafe. La confusión se produce cuando una tarifa de ventanilla salta a redes como si fuera una subida general aplicable a todos los envíos online. No lo es. De hecho, la tendencia del sector ha sido —y sigue siendo— canalizar la operativa común y repetitiva hacia la app y la web, donde el coste marginal de cada orden es muy bajo y se puede abaratar hasta cero.

Instantáneas, SEPA y envíos internacionales

La gran novedad de los últimos meses ha sido la normalización de la transferencia instantánea en euros. No es un invento nuevo, estaba en el mercado, pero sí ha cambiado su estatus. La regulación europea ha establecido que, para quienes ofrecen transferencias en euros, la opción instantánea es obligatoria y su precio no puede ser superior al de la transferencia ordinaria equivalente en el mismo canal. Se acabaron, por tanto, los sobrecargos sistemáticos por pulsar el botón de “enviar ahora” si la operación se encuadra en el canal digital y el producto comparable.

En la práctica, esto significa que la inmediatez deja de ser un servicio “premium” con recargo en los canales digitales donde la ordinaria era gratuita. Y que, si el banco fija un precio en ventanilla para la orden presencial, la inmediata de ventanilla no podrá superar ese precio. El famoso “te cobro más porque llega antes” ha dejado de tener sentido jurídico cuando comparamos peras con peras. Y ojo, comparar peras con peras exige mirar el canal, la divisa y la red por la que viaja el dinero.

El área SEPA (Single Euro Payments Area) cubre los países de la Unión Europea y otros territorios adheridos a un mismo estándar de pagos en euros. Es el territorio natural donde la transferencia ordinaria y la instantánea se han hecho gemelas en precio si salen desde el mismo entorno digital. Fuera de SEPA, el mapa cambia. Estados Unidos, Reino Unido —cuando se envía en libras—, Suiza en francos, México en pesos… cada corredor tiene condiciones propias, normativa local, festivos bancarios distintos y, en muchos casos, bancos intermediarios que prestan la infraestructura. ¿Resultado? Pueden aparecer comisiones en origen, en ruta o en destino, además del tipo de cambio aplicado. No es un “invento” de una entidad concreta: es cómo funciona el tráfico internacional de pagos.

Otro frente relevante: la seguridad. La normativa ha incorporado controles adicionales para verificar que el IBAN y el nombre del beneficiario guardan coherencia, reduciendo el riesgo de fraudes y errores tipográficos. En segundo plano, se despliegan sistemas de monitorización que, en tiempo real, evalúan patrones y bloquean operaciones sospechosas. Es un mundo cada vez más automatizado donde el riesgo operativo cae, pero no desaparece. Y esa es otra razón por la que la banca ha empujado el uso de canales digitales, donde la trazabilidad y la autenticación reforzada resultan más sólidas.

Tarifas oficiales y letra pequeña que conviene entender

Todo lo anterior se apoya en documentación pública. Cada entidad publica su libro de tarifas, las condiciones de las cuentas y los documentos de información sobre comisiones y servicios. CaixaBank no es una excepción. En ese material, que se actualiza cuando cambian productos o precios, se describen las claves de cada operación: transferencia SEPA estándar, inmediata, urgente, órdenes en oficina, ingresos en cuenta ajena, banca telefónica, etcétera. No es literatura para pasar la tarde, pero sí es la referencia oficial para despejar ruido y rumores.

Dentro de esa letra pequeña aparecen términos que merecen subrayado. “Canal” no es una palabra decorativa: marca el precio. “SEPA” delimita el ámbito geográfico y la divisa; euro no es lo mismo que dólar o libra. “Gastos compartidos” (SHA) implica que el emisor paga su banco y el receptor el suyo; “OUR” atribuye todos los gastos al ordenante; “BEN” los transfiere al beneficiario. “Orden urgente” e “inmediata” no son sinónimos universales: “urgente” puede referirse a ventanas de compensación más rápidas dentro del circuito ordinario, mientras que “inmediata” alude al esquema instantáneo que liquida en segundos, 24/7. “Cambio de divisa” añade una segunda capa: además de la comisión, el tipo de cambio aplicado puede ser tan o más relevante en el coste final.

Una entidad puede bonificar comisiones según la vinculación del cliente. En la práctica, esto se traduce en paquetes que, si se cumplen unas condiciones (domiciliaciones, uso de tarjetas, ingresos periódicos, etc.), mantienen sin coste un conjunto de servicios básicos. Por eso, dos personas pueden ver precios distintos en la misma entidad: no porque una pague un supuesto “nuevo impuesto”, sino porque no comparten el mismo paquete o canal. La uniformidad absoluta no existe, porque el mercado financiero opera con segmentos y productos.

Conviene añadir un aspecto menos visible: el soporte. En los canales digitales, el coste marginal de cada transferencia se acerca a cero, lo que permite tarifas reducidas o nulas. En oficina, el banco asume costes de estructura —espacio, personal, seguridad— que justifican epígrafes específicos. Esta divergencia no es un secreto ni una novedad, y explica que los esfuerzos comerciales favorezcan la migración de la operativa recurrente hacia la app o la web.

Ejemplos con cifras orientativas y situaciones frecuentes

A veces, un par de escenarios aclaran más que veinte párrafos. Primero: transferencia en euros, de cuenta CaixaBank a otra cuenta en España, ordenada un martes por la tarde desde la app. Producto estándar, canal digital. Coste: cero para quienes tienen el paquete relacional que contempla la gratuidad de transferencias SEPA. Si se elige que sea inmediata, se aplica el mismo precio que la ordinaria en ese canal: cero, cuando así figuran las condiciones vigentes. El dinero llega en segundos y ahí termina la historia.

Segundo caso: transferencia en euros a Alemania, desde la web. Sigue siendo SEPA y, por tanto, entra dentro del esquema anterior. Precio: el mismo que en el envío nacional por el mismo canal. La inmediatez, si está disponible, no puede tener sobreprecio frente a la ordinaria digital. En ambos supuestos, siempre hablamos de clientes particulares con productos estándar. Si se trata de una cuenta de empresa con tarifas específicas, el precio puede ser otro, pactado en la relación comercial.

Tercer ejemplo: transferencia en dólares a Estados Unidos ordenada desde la app. No es SEPA. Se aplican las reglas de pagos internacionales con corresponsales y divisa distinta al euro. Posible resultado: comisión de emisión en origen, gastos intermedios en tránsito y cargo en el banco del beneficiario, dependiendo de si se escogió SHA, OUR o BEN. Además, tipo de cambio. Aquí no vale el paralelismo con la inmediatez en euros; estamos en otro circuito. La entidad informa del coste estimado antes de confirmar, y el importe final en cuenta del receptor puede variar si intervienen corresponsales que descuentan su fee.

Cuarto: transferencia nacional en euros pero en ventanilla. La persona acude a la oficina y solicita la operación. En este canal, el banco puede aplicar una comisión de servicio conforme a su epígrafe de ventanilla. Si además se pide que sea inmediata, esa operación presencial no puede tener un precio superior al de la ordinaria de ventanilla, pero puede ser distinta a la tarifa digital. Este es el terreno donde nacen más pantallazos virales: precios de oficina extrapolados, sin contexto, a la banca online.

Quinto: transferencia con concepto “urgente” a primera hora para que llegue el mismo día dentro de unas ventanas de compensación concretas, no instantánea. Es una modalidad operativa distinta, que algunas entidades aún conservan para flujos intradía. Puede conllevar comisión independiente de la inmediatez, según el canal y las plataformas usadas. No hay contradicción con la equiparación de precio entre ordinaria e inmediata: estamos hablando, técnicamente, de otra vía de envío.

Sexto: operaciones con empresas y autónomos. El pricing en banca de negocios suele moverse en paquetes y volúmenes. Un comercio que procesa pagos masivos puede tener bonificaciones no disponibles para un particular; un autónomo con necesidades internacionales quizás pacta una tabla que refleja su riesgo divisa y su frecuencia de envíos. No sirve cortar y pegar precios de particulares en el ámbito empresarial; son segmentos distintos con contratos distintos.

Séptimo: envío transfronterizo en euros a un país SEPA no euro (por ejemplo, a una cuenta en Polonia que admite IBAN en euros). El banco receptor podría aplicar políticas de abono específicas si su cuenta base no está en euro; entran en juego conversión y condiciones del banco de destino. En origen, la emisión no tiene por qué diferir de la transferencia SEPA habitual, pero el resultado final en el extremo receptor depende de cómo gestione su entidad ese abono.

Octavo: orden desde banca telefónica o atención remota asistida por un gestor. Aunque no se pisa la oficina, para algunos bancos no es el mismo canal que la banca online autoservicio. Puede existir epígrafe propio si el gestor interpone interacción humana para cursar la operación. Aquí conviene mirar la denominación exacta del canal en el documento de tarifas.

Estas situaciones comparten telón de fondo: la transferencia online SEPA con paquete relacional activo sigue resultando gratuita en el uso normal. Las variaciones aparecen cuando cambian canal, divisa, geografía o producto. El resto es ruido.

Tras el ruido, los hechos

Queda un mensaje nítido tras varias semanas de confusión: CaixaBank aclara rumores sobre cobro de comisiones por transferencias bancarias y lo hace apoyándose en un marco que ya estaba ahí. No hay un “impuesto nuevo” por enviar dinero desde la web o la app en los casos habituales de transferencias SEPA en euros para clientes particulares con paquetes de vinculación activos. La transferencia inmediata en el mismo canal cuesta lo mismo que la ordinaria equivalente, como exige la normativa. Cuando aparecen costes, lo hacen en supuestos específicos: oficina, circuitos internacionales con divisa distinta al euro, intermediarios, cambios de divisa, servicios urgentes fuera del esquema instantáneo o canales asistidos.

El resto del debate descansa en epígrafes públicos, contratos y documentación que se actualiza cuando corresponde. Ese es el material que corta los rumores en seco. Y en ese terreno, en lo que afecta al envío de dinero online en euros dentro de SEPA, no hay cambios sustanciales respecto a lo que ya conocía el mercado minorista español. La novedad es, precisamente, la obligación de equiparar precios con la inmediatez, algo que no introduce coste, sino que evita sobrecargos.

Se puede discutir si la banca europea llegará a la plena disponibilidad de la inmediatez en todos los rincones con la misma experiencia de uso. Se puede valorar cómo impactarán las mejoras antifraude —verificación de titularidad, alertas en tiempo real— en la usabilidad. Y queda por ver el grado de estandarización en los corredores internacionales fuera de SEPA, donde hay terceros con sus propios costes y calendarios. Pero el corazón del asunto que nos ocupa hoy no cambia con esos matices: en el canal digital, el envío de transferencias bancarias en euros dentro de SEPA sigue sin comisión conforme a las condiciones comerciales que la entidad mantiene desde hace tiempo, y la inmediatez se ofrece al mismo precio que la ordinaria del mismo canal.

En un entorno de pagos cada vez más inmediatos, la prioridad es claridad. Claridad para distinguir canales. Claridad para distinguir ámbitos (SEPA y no SEPA). Claridad para distinguir productos. Y claridad para leer las condiciones vigentes de cada cuenta. Con ese mapa, la sentencia queda corta y directa: no existe un cobro universal nuevo por transferencias en el canal digital de CaixaBank; existen tarifas concretas para supuestos concretos, como ha sido siempre. El resto, ruido de época. Y, por fin, orden.


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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables en España, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: Banco de España, CaixaBank, Iberpay, OCU.

Periodista con más de 20 años de experiencia, comprometido con la creación de contenidos de calidad y alto valor informativo. Su trabajo se basa en el rigor, la veracidad y el uso de fuentes siempre fiables y contrastadas.

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