Naturaleza
Cada cuanto tiempo se pone el Cestem perros: guía práctica

Cada cuánto tiempo dar Cestem a tu perro: pautas por edad y riesgo, dosis por peso, seguridad y trucos clave para una desparasitación plena.
La respuesta corta, útil y sin rodeos: en perros adultos sanos, la pauta de mantenimiento con Cestem se realiza cada tres meses. Ese intervalo trimestral es el más empleado en clínicas para mantener a raya los parásitos intestinales más frecuentes y cortar su ciclo biológico con regularidad. En entornos de mayor riesgo —perros que comen restos en la calle, viven en zonas rurales, cazan o conviven con niños pequeños o personas inmunodeprimidas—, el veterinario puede recomendar intervalos más cortos, incluso mensuales durante periodos concretos, para evitar reinfestaciones encadenadas. No es una cuestión de cuánto “dura” la pastilla, sino de con qué cadencia conviene interrumpir la reproducción de lombrices y tenias dentro del organismo.
En cachorros la película se acelera: se empieza a las dos semanas de vida y se repite cada dos semanas hasta las 12 semanas. Desde ahí, el ritmo pasa a ser trimestral como en los adultos. Las hembras lactantes se tratan a las dos semanas postparto y, si el objetivo es controlar Toxocara, se repite cada dos semanas hasta el destete. Durante la gestación no debe administrarse en las primeras cuatro semanas; después, el uso se valora en consulta según el contexto y el estado de la perra. El esquema parece intenso al principio, pero responde a datos conocidos: el cachorro se infecta con facilidad a través de la madre y del entorno, y cortar ese ciclo pronto marca la diferencia.
Cestem: qué es exactamente y qué cubre
Cestem es un antihelmíntico de amplio espectro que combina febantel, pirantel (embonato) y prazicuantel en comprimidos masticables y palatables. La mezcla no es casual: cubre nematodos como Toxocara canis, Toxascaris leonina, Uncinaria stenocephala, Ancylostoma caninum y Trichuris vulpis, y cestodos como Taenia spp., Dipylidium caninum y Echinococcus spp. Esto significa que, con una sola dosis bien calculada, se actúa sobre “gusanos redondos” y “gusanos planos”, los dos grandes grupos que preocupan en la práctica clínica diaria.
Su uso es sencillo para el propietario responsable porque no exige ayuno, se administra en una sola toma y está disponible en dos presentaciones: para perros pequeños y medianos, y para perros grandes. El comprimido sabe bien, normalmente el perro lo toma como una golosina y eso mejora el cumplimiento, algo decisivo cuando se manejan programas de desparasitación interna a largo plazo. Es un medicamento de prescripción: la pauta ideal, incluida la frecuencia, se decide en la clínica, donde se valora el historial del animal, su estilo de vida y si convive con personas vulnerables.
La combinación de principios activos tiene sentido farmacológico. El pirantel actúa frente a nematodos en la luz intestinal, el febantel potencia ese efecto y el prazicuantel cubre las tenias, incluyendo Dipylidium, que utiliza a las pulgas como taxi. Esta última pieza es clave para entender por qué a veces el calendario necesita un apriete: si hay pulgas, hay riesgo de tragarse alguna durante el acicalado y, con ella, de reintroducir el parásito. El plan real que funciona conjuga desparasitación interna y control externo de pulgas y garrapatas.
Calendarios por etapa de vida y por riesgo real
Adultos sin factores de alto riesgo siguen una pauta trimestral. Esta cadencia, cada tres meses, corta con eficacia el ciclo de la mayoría de parásitos intestinales. En muchos hogares resulta más fácil asociar la desparasitación a los cambios de estación: cuatro momentos al año, marcado en el calendario, y asunto resuelto. En perros que van a residencias caninas, viajan con frecuencia a zonas rurales o comparten áreas con muchos perros, conviene revisar el plan en la consulta: hay épocas en las que el intervalo mensual puede ser recomendable.
Cachorros requieren una pauta intensiva porque su sistema inmune está en desarrollo y el riesgo de transmisión desde la madre —antes y después del parto— es real. De forma práctica, dosis a las dos semanas de vida y repetición quincenal hasta las 12 semanas. A partir de ahí, mantenimiento trimestral. Cuando se detecta una carga alta de nematodos, el clínico puede repetir a los 14 días para garantizar que no quedan fases larvarias pendientes. La evolución del peso en estas edades obliga a ajustar los miligramos por kilo con precisión casi milimétrica.
Hembras gestantes y lactantes presentan particularidades. No se utiliza en las primeras cuatro semanas de gestación. Tras ese primer tramo, la decisión se individualiza. En lactación sí puede emplearse y, de hecho, se aconseja tratar a la madre al mismo tiempo que a los cachorros para reducir la transmisión de Toxocara. Si el objetivo es controlar de forma estricta esa especie, repetir cada dos semanas hasta el destete es el patrón de referencia. Todo esto se integra después en el mantenimiento trimestral habitual, con o sin ajustes por exposición.
Existe además un grupo de perros de alto riesgo por conducta: los que comen basura o restos durante el paseo, los que cazan lagartijas o pequeños roedores, los que beben en charcas o corretean por granjas. También los que no tienen control externo de pulgas consistente. En ellos no sorprende que la pauta cambie a mensual durante un periodo para cortar la rueda. El mensaje no es alarmista: se trata de adaptar un programa antiparasitario a la vida real del perro y del entorno donde vive. A veces, con dos o tres meses de calendario más apretado se rompe la cadena y se vuelve al mantenimiento trimestral sin problemas.
Dosis, presentaciones y el arte de calcular bien
En Cestem la dosis se ajusta al peso vivo y se administra en una sola toma, con o sin alimento. La presentación para perros pequeños y medianos está pensada para rangos de 3 hasta 20 kilos, con las fracciones clásicas: medio comprimido en torno a 3–5 kilos, uno entero entre más de 5 y 10, uno y medio entre más de 10 y 15, y dos comprimidos entre más de 15 y 20. La presentación para perros grandes resuelve el manejo en rangos más altos: el cálculo orientativo más extendido es de un comprimido por cada 35 kilos, ajustando con medio, uno y medio o dos comprimidos en función del peso real del animal. No hay misterio, pero sí importancia en no quedarse corto.
Un error frecuente es estimar el peso “a ojo”. Conviene evitarlo. Pesar al perro en báscula —en casa si la hay o en la clínica— permite evitar infradosificaciones, que son la vía más rápida para que el tratamiento pierda eficacia. Si se parte el comprimido, hágase con precisión: muchas clínicas recomiendan cortes limpios y administrarlo inmediatamente para que no se desmigaje. Como no es necesario el ayuno, la toma con un bocado de comida húmeda o con un trozo pequeño de queso suele funcionar bien en los perros más suspicaces. Los comprimidos son palatables y, a menudo, se toman voluntariamente.
Hay escenarios especiales en los que un clínico pauta repetición a los 14 días. Suele ocurrir cuando se sospecha o confirma infestación masiva por nematodos y se busca asegurar que no queden larvas que puedan retomar el ciclo. No significa que el medicamento sea “débil”, simplemente que el momento biológico del parásito obliga a una segunda pasada. Finalizado ese tramo, el calendario vuelve a su ritmo de mantenimiento.
Reinfestación, pulgas y entornos donde el calendario se estrecha
La pulga no es un actor secundario. Es hospedador intermedio de Dipylidium caninum, una tenia que reaparece una y otra vez si no se controla el vector. La secuencia es conocida: el perro se rasca, traga una pulga, y con ella se cuela el parásito. La consecuencia práctica es evidente: sin control externo consistente, la desparasitación interna por sí sola no basta. En la mesa de la consulta, el plan que ofrece mejores resultados sincroniza ambas cosas: tratamientos contra pulgas y garrapatas (collar, pipeta o comprimido) y el calendario con Cestem. Cuando se hace así, las reinfestaciones tardías caen en picado.
En determinadas zonas rurales o en perros de caza, el contexto incluye otro nombre propio: Echinococcus, el cestodo ligado a la hidatidosis en humanos. Este escenario tiene implicaciones de salud pública. Si se confirma infección, el plan clínico puede incluir repetición del tratamiento y un seguimiento más estrecho. No se trata de sobreactuar, sino de responder a un riesgo real cuando el perro convive con ganado, carroñas o fauna silvestre. En estos casos, la frecuencia de administración se decide con datos y no con fórmulas universales.
Los parques caninos muy concurridos y las residencias también merecen una nota. En temporadas de alta ocupación, el intercambio de quistes y huevos en el ambiente es más probable. Muchas clínicas recomiendan ajustar el intervalo en esos periodos, sobre todo si el perro tiene hábitos glotones. Es el típico ajuste mensual durante uno, dos o tres ciclos para “limpiar” bien y luego volver a la rutina trimestral.
Seguridad, interacciones y qué esperar tras la toma
Cestem presenta un perfil de seguridad muy favorable cuando se utiliza conforme a la ficha técnica. Los efectos adversos descritos son infrecuentes y, cuando aparecen, suelen limitarse a molestias digestivas como vómitos o diarrea pasajera, alguna apatía puntual o falta de apetito el día de la toma. Lo razonable es observar al perro en las horas siguientes y contactar con la clínica si algo preocupa. La farmacovigilancia en medicamentos veterinarios permite notificar cualquier reacción y seguir mejorando el uso en condiciones reales.
En interacciones, sí hay que evitar mezclar pirantel con piperazina, un antihelmíntico clásico aún presente en ciertos productos antiguos. La combinación puede antagonizar el efecto frente a nematodos y restar eficacia. Otro punto técnico: inductores enzimáticos hepáticos como el fenobarbital o la dexametasona pueden reducir los niveles de prazicuantel, con la consiguiente pérdida de fuerza frente a tenias. No son situaciones comunes, pero conviene informar siempre en la clínica de medicación crónica o reciente. También se desaconseja su uso con otros compuestos colinérgicos sin supervisión. Es medicina, no magia: la información completa permite ajustar el plan antiparasitario con seguridad.
En gestación se insiste: no administrar en el primer mes. A partir de ahí, la valoración profesional sopesa necesidad y momento biológico. En lactación sí es utilizable y, en programas de control de Toxocara, se alinea con la pauta de los cachorros. Estas recomendaciones no cambian de un día para otro y responden a la evidencia acumulada y a la experiencia clínica.
Errores comunes que alteran la eficacia y cómo evitarlos
Hay patrones de error que se repiten y que conviene evitar. El primero, ya mencionado, es acertar con el peso. Un perro castrado que ha reducido actividad puede ganar kilos sin que el propietario sea muy consciente. Lo opuesto también sucede en perros senior que han perdido masa. Ajustar la dosis con cifras reales es el primer paso para que el antiparasitario cumpla. El segundo es quedarse con la idea de “ya está, una toma y listo para siempre”. La parasitología no funciona así: hay reinfestaciones si el entorno empuja y, por eso, el calendario es tan importante.
El tercero tiene que ver con la administración. Un perro mañoso puede mascar y escupir. Si se sospecha que no ha tragado la dosis completa, es mejor repetir con una estrategia distinta: bocado pequeño, dos medios comprimidos administrados casi seguidos para evitar sospechas, o incluso ocultarlo en una pasta palatable. Y hay un detalle doméstico que genera líos: hogares con varios perros. Conviene separarlos durante la toma y vigilar que cada uno trague lo suyo. El “listo” de la casa se queda con dos raciones y el otro con ninguna más veces de las que se confiesa.
El cuarto se relaciona con la falta de coordinación entre la desparasitación interna y la externa. Cuando hay pulgas en el entorno, el riesgo de Dipylidium se dispara y la rueda vuelve a girar si no se corta por ambos lados. Un collar o una pipeta que cubran bien la temporada de pulgas, o un comprimido sistémico frente a pulgas y garrapatas, integrados en el plan anual, resuelven muchos quebraderos. El resultado se nota: menos episodios de reinfestación y, con ello, menos necesidad de acortar el intervalo de Cestem.
Por último, es común olvidar las fechas. La solución es tan sencilla como anotar en el calendario del móvil la desparasitación trimestral. Hay quien lo sincroniza con el cambio de estación o con el recordatorio de prevención externa. El objetivo es no dejar huecos en los que el parásito encuentre ventana para recuperar terreno.
Qué dosis corresponde en perros pequeños y en razas grandes
Un punto práctico que se pregunta mucho es cómo se traslada la teoría a un perro concreto. En perros de 3 a 5 kilos, la mitad de un comprimido de la presentación para pequeños y medianos suele ser la dosis adecuada. Entre más de 5 y 10 kilos, un comprimido entero. Entre más de 10 y 15, uno y medio. Entre más de 15 y 20, dos comprimidos. A partir de ahí, es más cómodo usar la presentación para grandes: el esquema típico trabaja con un comprimido por cada 35 kilos, ajustando con fracciones si el perro pesa entre 17,5 y 52,5 kilos o más de 52,5 y hasta 70 kilos, donde pueden entrar uno y medio o dos comprimidos. Muy pocas veces hay que ir más allá. Si se trata de un gigante con más de 70 kilos, se suma con lógica y se vigila que trague sin atragantarse.
Como orientación, no existe un máximo de edad a partir del cual Cestem deje de ser útil. En perros senior, la prudencia es doble: confirmar la medicación crónica en la historia clínica y valorar función hepática o renal si hay enfermedades concomitantes. El objetivo es el mismo de siempre: eficacia con seguridad.
Dónde encaja Cestem en un plan anual razonable
Hablar de cada cuántos meses dar Cestem tiene sentido cuando se encaja dentro de un plan anual. El esqueleto funciona bien con cuatro desparasitaciones internas al año en perros adultos, coordinadas con prevención externa frente a pulgas, garrapatas y, en zonas que lo necesiten, flebótomos. Quien vive a pie de playa o en la meseta tendrá presiones parasitarias distintas, pero el método es replicable: calendario, revisiones y ajustes por exposición. Si aparece una infestación inesperada, se resuelve el episodio, se cierra el ciclo con la repetición a los 14 días si procede, y se retoma el mantenimiento.
Es útil también sincronizar la desparasitación interna con vacunaciones o revisiones. Aprovechar una consulta preventiva para pesar, revisar dientes, palpar abdomen y actualizar el plan antiparasitario es una forma de ahorrar visitas sueltas y mantener la historia clínica ordenada. La regularidad protege más que los golpes de efecto.
Un apunte sobre salud pública y convivencia
La desparasitación interna no se limita a proteger al perro. Reduce riesgos para las personas que conviven con él, especialmente niños pequeños, embarazadas, personas mayores y pacientes inmunodeprimidos. Toxocara y Echinococcus no son palabras de libro: representan infecciones con traducción práctica en salud pública. Mantener el calendario de Cestem, recoger siempre las heces durante el paseo, lavarse las manos tras manipular zonas sucias y evitar el acceso a huertos o areneros ayudan a contener la circulación de estos parásitos en la comunidad.
Hay un segundo beneficio menos obvio: un perro libre de parásitos absorbe mejor los nutrientes, mantiene el peso con más facilidad y aprovecha mejor las vacunas. Es decir, el bienestar general también pasa por un intestino limpio.
Consejos para administrar la pastilla sin guerra doméstica
Aunque los comprimidos sean palatables, algunos perros detectan amargor si los mastican con calma. El truco clásico es envolver la dosis en un bocado pequeño de comida húmeda o en un trozo mínimo de un alimento muy apetente y darlo de una. Si hay desconfianza, se puede partir el comprimido y administrar dos bocados seguidos, sin dar tiempo a que el animal analice. Otro recurso consiste en ofrecer dos o tres bocados “vacíos” y colar el que lleva el medicamento en medio, con ritmo ágil. Evitar tamaños grandes que inviten a masticar ayuda mucho: bocado pequeño, trago rápido.
Si pese a todo el perro lo escupe, no hay que forzar. Se puede intentar más tarde, con el perro relajado, o pedir en la clínica pasta palatable o recomendaciones personalizadas según el carácter del animal. En perros con alergias alimentarias, conviene confirmar que el “vehículo” donde se esconde la pastilla es seguro para su dieta.
Calendario con sentido: lo que funciona y se mantiene en el tiempo
A modo de idea clara y útil: cada tres meses en adultos sanos, pauta intensiva en cachorros desde las dos semanas de vida con repeticiones quincenales hasta las 12 semanas, tratamiento en lactancia coordinado con la camada y evitar su uso en las primeras cuatro semanas de gestación. Ajustar a mensual cuando el riesgo lo exige, especialmente si hay pulgas o conductas de alto riesgo, y volver al mantenimiento cuando el entorno esté controlado. Calcular bien la dosis por peso, no mezclar con piperazina ni con medicamentos que reduzcan el prazicuantel, y vigilar las horas posteriores a la toma con serenidad.
Ese es el núcleo que, aplicado con regularidad, mantiene a los perros libres de “huéspedes” indeseados y protege a quienes conviven con ellos. La medicina preventiva no tiene épica, pero se nota en el día a día: menos digestivos revueltos, menos pérdidas de peso inexplicables, menos sustos en casa. Un calendario sencillo, bien elegido y bien cumplido, es la herramienta más fiable para responder —sin dudas— cada cuánto tiempo se pone el Cestem en perros y por qué esa cadencia tiene sentido.
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Este artículo ha sido redactado basándose en información procedente de fuentes oficiales y confiables, garantizando su precisión y actualidad. Fuentes consultadas: AEMPS, ESCCAP España, Ceva Salud Animal, NOAH Compendium.

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